“Estas colinas están inundadas de historias…”. ¿Cuánto el folklore local de una región es cierto y cuánto es fantasía? ¿Qué pasaría si los límites entre leyendas y realidad se difuminaran? A Highland Song nos invita a balancearnos en un limbo entre sueño y vigilia. Entre la magia y el mundo real.
A Highland Song (Steam y Switch), de estudios Inkle, es un juego de plataformas y ritmo, donde encarnamos a Moira, una chica joven que vive en una casita en las colinas de Escocia con su mamá y hermano. Se manda cartas constantemente con su tío, quien le cuenta todo tipo de historias sobre folklore escocés.
Entonces un día, en el que comienza la aventura, te invita a su casa en el faro, a muchas montañas de distancia, para que lo visites durante Beltane. Una celebración celta que significa “fuego brillante”, que sucede alrededor del primero de mayo, y que marca el inicio del verano del hemisferio norte. Sin decir adiós y desesperada por salir a conocer el mundo, te escapás de tu casa y emprendés el viaje con destino al faro, y al mar.
Los primeros pasos en las colinas son bastante simples, y a todo momento vamos encontrando mapas que nos indican lugares por donde ir, mientras Moira conoce más del mundo y de sí misma.
Es fácil pensar en Celeste: una chica creciendo y superando sus dificultades mientras escala una montaña (NdE: y en GRIS). La curva de dificultad del inicio se parece bastante, pero nunca llega a los niveles imposibles de Celeste. Empieza fácil, pero apenas nos alejemos de casa, las fuerzas de la naturaleza van a mostrarse inclementes con Moira, al punto de resultar bastante frustrante.
Por suerte, como en Celeste, no podemos morir, pero sí podemos llegar a perder valioso tiempo. Recordemos que tenemos una semana para atravesar las montañas y llegar para la festividad.
Durante el viaje, vamos a explorar paisajes bellísimos pintados a mano, y a escuchar música escocesa, especialmente en las secciones de ritmo. Resulta que para atravesar planicies largas entre una montaña y otra, podemos correr junto a un ciervo guía en una especie de mini-juego de ritmo, saltando con la canción.
Hay montones de lugares para explorar, objetos para encontrar y usar en diferentes momentos al estilo puzzle, mapas que podemos descifrar, NPCs y sueños o visiones que nos van a contar leyendas del mundo. Además de parte de la historia central del juego.
Lleguemos o no a tiempo para Beltane, nuestro tío nos va a recibir igual, y tendremos la oportunidad de empezar de nuevo conservando nuestros mapas e inventario. Se imaginarán que cada partida se puede volver más interesante y ágil cuantos más recursos tengamos. Este esquema de mapas y objetos para acceder a nuevos lugares le da muchos aires de metroidvania.
Me resulta interesante comentar la estructura del loop de jugabilidad de A Highland Song.
Al empezar, sabemos que el objetivo es llegar al faro. Una vez que llegamos, pareciera que “lo dimos vuelta”, pero cuando lo terminé tuve ganas inmediatas de volverlo a jugarlo. Para otra gente esto quizá no es sorprendente, pero para mí sí. Una vez que yo termino algo, lo termino y punto. No vuelvo a jugar, ni releo libros ni vuelvo a mirar películas.
Pero A Highland Song se sintió diferente. Esa primera partida no me había dado lo suficiente. Lo volví a jugar con más mapas y más experiencia, y me fue mejor. Por lo que lo volví a jugar por tercera vez, y será que la tercera es la vencida, pero esta vez sí pude llegar al “final bueno”.
Aunque no es una cuestión de finales alternativos ni nada, es que A Highland Song termina sintiéndose más como un roguelike que una historia con principio y fin.
No sólo pasa por tener más mapas y atajos, sino que realmente el juego es diferente cada vez. Se van añadiendo escenas nuevas a cada partida, desbloqueando atajos y lugares nuevos aún en los sitios por los que ya pasamos en partidas anteriores.
A Highland Song está diseñado específicamente para ser jugado varias veces. Quizás tenga más sentido pensarlo como un juego de loops temporales como mi amado Outer Wilds o mi odiado Twelve Minutes, donde revivimos la misma secuencia varias veces, cada vez viviendo cosas diferentes.
No es un juego particularmente difícil, pero sí tiene su grado de desafío por momentos. Por suerte, hay todo un sistema de accesibilidad que nos permite customizar la experiencia, prendiendo y apagando varios sistemas, como la estamina, la resistencia al escalar, etc.
Donde falla la accesibilidad, eso sí, es en el idioma. Por ahora sólo tenemos textos en inglés, así que necesitamos entender mínimamente esta lengua para poder disfrutarlo. Como curiosidad, hay algunos mapas y cartas escritos por inmigrantes alemanes que están en alemán, sin traducir. Quizás esta decisión, además de dar realismo, añade un pequeño puzzle de traducción (a menos que hablemos alemán, en cuyo caso no habrá problema).
La otra cosa a destacar en A Highland Song es la magia. ¿Qué quiero decir con esto? Empezamos el juego en un mundo mayormente realista, que inmediatamente empieza a tener tintes de realismo mágico. Este sentimiento de maravillarnos con cada cosa que nos encontramos no sólo nos acompaña a lo largo de toda la experiencia, sino que va a intensificarse conforme avancemos, y en cada partida.
La sensación de que todo es posible, de no saber dónde acaba el sueño y sigue el viaje, es por momentos embriagadora. Acá podría hacer un paralelismo con la última película de Hayao Miyazaki, El chico y la garza. Y no digo más, que tienen que ir y sorprenderse ustedes mismes.
Hay algo que hace a este título bastante único, y tiene que ver con la cultura donde transcurre. Hay mucho respeto por la historia y la lengua celta, cada pico que escalemos va a tener el nombre en ambos idiomas, al igual que los personajes de las leyendas. Los diálogos están actuados por actores que hablan en inglés con acento escocés, y las palabras celtas pronunciadas en ese idioma. Me hizo pensar en Blasphemous, que se basa no sólo en la cultura española, sino específicamente en las tradiciones católicas del sur, y los personajes hablan con un muy fuerte acento andaluz.
Los videojuegos, como cualquier obra de arte, pueden ser una ventana a una cultura de la que quizás no conocemos tanto, y una forma de acercarnos y aprender. Brindemos (con un buen whisky escocés, en lo posible) por más videojuegos que transcurran en culturas super específicas.