Cuando era chiquita me encantaba hablarle a mis dibujos, actividad que mi adultez quiso monárquicamente no dejarme de hacer. Pero nunca me olvido las tardes donde el lapiz y el papel tomaban vida y se hacían realidad en mi imaginación. Por eso, cuando conocí a Ash, el protagonista de Concrete Genie, y lo vi hablándole (como yo) a sus ilustraciones mientras retrataba el paisaje de Denska, tengo que admitir que casi se me pianta un lagrimón de nostalgia.
Ash es un chico que pasa sus tardes dibujando los paisajes de Denska, una ciudad que alguna vez fue hermosa y que ahora es víctima del abandono y la contaminación. Pero, por supuesto, un niño creativo y solitario siempre tiene que tener un némesis. Némesis que, en este caso, viene en forma de niños que le hacen bullying robándole su cuaderno de dibujos y rompiéndolo para esparcir sus hojas por toda la ciudad.
Concrete Genie inicia con el conflicto más simple del mundo, pero completamente perfecto para la propuesta: recolectar las hojas del cuaderno para, en el camino, descubrir un pincel mágico que da vida a nuestras creaciones y nos ayudan a recuperar la magia de Denska mientras escapamos de nuestros agresores.
Las historias infantiles siempre tienen algo que atrapa, y esto es porque todos alguna vez fuimos niños. Sin embargo, los bullies de Ash también son niños y ellos, aunque lo molestan todo el tiempo, tienen sus orígenes complejos y sus familias rotas, y el pincel mágico nos hará reconocerlos.
En medio de este conflicto aparecen los Genios, criaturas creadas por el protagonista que toman vida para jugar con él, acompañarlo y, obviamente, plantearle su meta como héroe: salvar Denska.
La mecánica de Concrete Genie es muy sencilla. Tenemos que pintar con el pincel mágico muchas paredes de la cuidad para ir completando en el mapa las locaciones perdidas por la corrupción de la contaminación.
Para este fin, Ash cuenta con la ayuda de los Genios de Concreto, criaturas imaginarias que aparecen en la medida que los vamos dibujando. Sin duda alguna, el verdadero encanto del juego. Cada uno con sus únicas y particulares personalidades, nos van pidiendo dibujos de sus paisajes y objetos favoritos. Y, a cambio, nos ofrecerán ayuda relacionada con el elemento que manejan. Como fuego, electricidad y esas cosas.
Pero además de interactuar con ellos, también podemos jugar y hacerles cosquillas. Me encontré muchas veces disfrutando de como sonríen o se comían una manzana que les dibujaba. No sólo son tiernos sino que juegan un papel completamente necesario para conectarnos con nuestro niño interno, el que después pueda dar rienda suelta a su inspiración para dibujar.
Eso si, la mecánica de dibujo es quizá la más difícil de llevar adelante. Si bien me llevó un tiempo adaptarme, el sensor de movimiento muchas veces hace que se traben cosas, que no salgan como uno las maneja o que los Genios se queden atrapados en ciertos lugares.
De todas maneras es disfrutable. Vamos capturando hojas del libro que poseen patrones de dibujo (soles, arcoíris, pasto, agua, etc) y gracias a esto no sólo podemos dibujar lo que el juego nos propone, sino también dejar volar nuestra imaginación y crear lo que queramos en cualquier pared libre.
Concrete Genie es un juego ideal para quienes no estén buscando grandes desafíos en la jugabilidad sino que, por el contrario, quieran encontrarse con una experiencia que conecte con la creatividad. Pese a lo que cualquier gamer promedio pueda pensar, les garantizo que hacerlo es desestresante y genera muchísima satisfacción. El amor está ahí y se traduce en las sensaciones que produce cuando jugamos.
El título de Pixelopus, estudio interno de Sony, es ideal para disfrutar cuando volvemos cansados del trabajo o cuando tenemos ganas de desconectarnos para sentir algo distinto. Vale la pena.
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Desarrollador: Pixelopus – SIE Worldwide Studios
Lanzamiento: 8 de octubre de 2019
Plataformas: PlayStation 4
¿En Español?: Si
Fuente: Copia provista por PlayStation Latam