“Se te pedirá que hagas las cosas equivocadas sin importar a dónde vayas. Es la condición básica de la vida, violar tu propia identidad.” – Sueñan los androides con ovejas eléctricas – Philip K. Dick
Si leyeron Cyberpunk 2077 en el título de esta nota y esperan con ansias un cúmulo de palabras de odio dirigidas hacia él, que no fue lo que tendría que haber sido, lamento decepcionarlos pero esto no es tal cosa.
Entiendo y viví en carne propia lo que fueron los errores (algunos groseros, otros no tanto) de un juego que tenía todas las chances de ocupar el trono de uno de los mejores de los últimos tiempos, pero podemos conformarnos con que sea uno bueno, entretenido, con mecánicas llamativas y otras muchas cosas positivas. De todos modos pueden leer más del apartado técnico por acá.
Lo que más me atrapó de Cyberpunk 2077 no fueron las posibilidades abiertas para recorrer Night City, ni freirle el cerebro a los pandilleros o rebanar personas a katanazos. Me sostuvo en sus garras de neón la narrativa, el dolor personal de V, la frustración por los asuntos no resueltos de Johnny Silverhand y el vacío desesperante al que nos arrastra al ser conscientes de la inevitabilidad de la muerte.
Sí, este mundo tiene autos que vuelan y no de manera intencional, NPCs que atraviesan paredes, la UI que se tilda, y los múltiples crasheos que soporté en PS4. Pero hay una razón por la cual pude y quise seguir jugando, y espero que me sigan en esta nota.
LA BALADA DE V
En la piel de V, nos creemos intocables, compramos la historia creyendo que nuestro obstáculo más grande va a ser meternos en un desastre astronómico por culpa de nuestro compañero Jackie que, como buen mercenario, quiere ganarse una reputación consolidada y convertirse en una leyenda en esta ciudad infame, alcanzar el pináculo de la gloria a como dé lugar. Su accionar a lo “fin que justifica los medios” es casi el pilar en el que se sostiene su trabajo.
Claro que en un principio sus actos no tienen consecuencias de gravedad, vienen, como quien diría, esquivando las balas. Escalan de a poco hacia esa cima que tanto anhelan y el peligro que provoca la ansiedad de avanzar a paso lento es lo que los pone en el filo de la espada. La no conformidad con los trabajos chicos o medianos los termina arrastrando a algo mucho más peligroso: aceptar un trabajo que puede hacerlos quedar como esas leyendas, o bien morir en el olvido. Pero siempre recordemos esto: todo lo que sube, tiene que bajar.
Si tuvieron la oportunidad de jugarlo, ya saben cómo termina esto, y si no lo saben, se imaginarán que no es un resultado positivo porque todavía nos falta el desarrollo de, prácticamente, toda la historia. A partir de acá, empiezan algunos spoilers menores y algunos un poco más grandes.
La misión de V y Jackie, otorgada por un fixer (el intermediario entre el cliente y el mercenario) consiste en robar un chip a Arasaka, que vendría a ser el equivalente a Tyrell Corporation en Blade Runner, (la representación del capitalismo puro y duro). Ambos son testigos de algo que no deberían haber visto, son descubiertos y al final, Jackie muere en la huida y V es asesinado/a por el fixer que arregló el trabajo del robo de dicho chip.
Pero, para poder sacar el chip de la torre de Arasaka en primer lugar, es Jackie quien se lo coloca, y una vez muerto, lo sucede V. Así es como empieza el debate entre la vida y la muerte, la moral, lo que significa ser humano, lo valioso de nuestra vida cuando nos hacemos realmente conscientes que en un chasquido, se puede escapar de nuestras manos.
V “vuelve de la muerte” gracias a dicho chip, por una razón: el mismo llevaba dentro la mente de Johnny Silverhand, un constructo de su persona que fue rescatado después de que en un ataque a la torre de Arasaka en donde él mismo y su necesidad casi ciega de destruir la corporación, termina muriendo.
Así que ahora dentro de la mente de V existe otra persona: Johnny, compartiendo sus pensamientos y ocasionalmente su cuerpo. Johnny quiere vivir y la única forma de hacerlo es tomando el control del cuerpo de V, lo cual significa que la mente de él o ella tiene que desaparecer. Su cerebro está absorbiendo el constructo y empezamos a ver en claro que quizás no podemos salir de esta con vida.
Dejamos de ser uno, estamos viviendo de prestado porque recordamos que estuvimos muertos y fue gracias al constructo de Silverhand que nuestro cerebro se “reseteó” y volvió a la vida cual computadora después de un formateo.
Este es el precio que tuvimos que pagar por querer ser como Ícaro y volar demasiado cerca del sol: pelear por una vida que está dejando de ser nuestra, aferrarnos a las pocas cosas en las que creemos porque nos falta la esperanza, emprender un camino hacia un futuro incierto donde nadie puede salvarnos mas que nosotros mismos. Y la construcción de otro individuo impregnado en nuestro cerebro, claro.
TODO LO QUE ESTÁ ROTO
No esperé encontrarme con esta montaña rusa de sentimientos en Cyberpunk 2077, mucho menos disfrutarlo como si estuviese viendo una película, leyendo un libro, escuchando un relato. Creo firmemente que toca fibras humanas muy sensibles, no es solo otra historia vacía y acartonada en un mundo abierto.
La complejidad de los temas que trata en la misión principal y las secundarias son cosas de la vida misma, sucesos actuales, lo que vemos todos los días en las noticias: asesinatos, prostitución, abuso de poder, extorción, corrupción, suicidio y la segregación entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada.
En medio de todo ese caos estamos nosotros, no como mediadores, no como héroes, sólo como un actor más en esta obra retorcida. El juego se ubica en un futuro distópico pero sólo de palabra, porque bien podría ser la actualidad. El 2077 nunca estuvo tan cerca.
Lo que pasa en Night City es atroz, sí, pero son cosas que podemos ver en cualquier ciudad del tercer mundo, y en partes específicas del primero. Que una ciudad sea conocida y glamorosa no la hace más segura, eso lo tenemos en claro y viviendo donde vivimos lo sabemos. Las cosas no mejoran, empeoran porque, según la teoría de las ventanas rotas, los signos criminales en una ciudad sin control, solo incitan a más crímenes, comportamientos antisociales, violencia y caos.
Hay algo que Johnny Silverhand tiene muy en claro: todo este desastre orbita alrededor de Arasaka y todos los ricos acomodados que viven sin problemas en torres de marfil. “La corpo” es lo que destruye la vida de los que menos tienen, y la verdad es que no se equivoca.
Ahora V está dividida (empiezo a hablar de ella en femenino porque fue mi elección de personaje) porque una parte de ella sabe que esto es cierto, pero ha vivido haciendo trabajos para esa gente que tiene los recursos para pagarle, y ahora que su vida pende de un hilo, la acción más desesperada es pedir ayuda a toda esa gente que fue la que en primera instancia la llevó hasta donde está ahora.
V quiso subir, Johnny quiere bajarlo todo, la dicotomía entre ellos en un principio es insoportable. A él lo vemos como una persona externa pero es solamente una manifestación de nuestra mente que lucha contra ese anarquista salvaje. Todos, o al menos muchos, tenemos un poco de ambas cosas en nuestro interior, y la conciliación entre ellos empieza a sentirse una vez que V se da cuenta que quizás no haya escapatoria y Johnny empatiza con ella y quiere ayudarla a sobrevivir.
Lo que está roto somos nosotros, incapaces de aceptar que vamos a morir, poniendo en juego cualquier cosa, incluso personas, con tal de aferrarse a la vida, pero ¿quién no lo haría? Cyberpunk 2077 nos formula entonces esa pregunta polémica: ¿qué precio estarías dispuesto a pagar para sobrevivir?. Así podríamos adentrarnos en un análisis complejo de lo que significa la moral y qué acciones podemos intentar justificar poniéndolas en el lugar del “instinto de supervivencia”.
Entramos de vuelta en lo mismo, en este juego, en este lugar, cualquiera puede creerse inmortal a causa de todas las facilidades que existen para estirar la vida y / o mejorarla de alguna forma. Los Cyberimplantes son este ejemplo, y Cyberpunk 2077 no inventó la rueda, hay muchísimos juegos y películas que nos muestran la fusión entre el hombre y la máquina, como Ghost in the Shell.
El terror por la muerte y lo que hay más allá de ella (si es que hay algo en realidad) es lo que en un futuro puede llevar al humano a inventar cualquier forma o implementar cualquier método que le dé la chance de burlarse de un destino que todos tenemos, seamos ricos o pobres.
NUNCA TE DESVANEZCAS
El aferrarse a su cuerpo mortal es lo que provoca la búsqueda incansable de V por una solución a su problema. En los momentos de desvarío de nuestro personaje, cuando parece que estamos cruzando una línea de la que no vamos a poder volver, es cuando la congoja me hacía sentir que entendía esa desesperación.
Acá surge otra pregunta que arrastramos durante el juego tanto por el lado lógico como por el lado espiritual. ¿Qué es lo que V está perdiendo? ¿Es sólo su mente o también su “alma”? ¿Existe tal cosa?. Sabemos que lo que sí existe son muchísimas definiciones de lo que es el alma, esa entidad de energía que construye nuestro ser, nuestra proyección más allá de lo físico.
Hay un momento en particular durante la historia en donde nos adentramos al “ciberespacio” y nos encontramos con la entidad de Alt Cunningham. Alt fue quien creó el virus soulkiller que replica la mente de un netrunner, le quita su personalidad y deja un recipiente vacío. Se conserva la mente, pero se pierde el alma.
Spoiler grande adelante.
En algunos de los finales, existe la opción de dejar a Johnny vivir en nuestro lugar (o sea, dejar que nuestro cerebro sea devorado por el constructo) o podemos seguir en nuestro cuerpo hasta que finalmente abracemos la muerte definitiva. Si dejamos a Johnny, nuestra mente, lo que hace a V, va a existir para siempre en el ciberespacio con Alt. Si volvemos a nuestra “forma física”, dejamos que la muerte nos pise los talones, pero sin la segunda voz en nuestra cabeza, podríamos decir que es un tiempo de paz aparente.
El problema, o al menos en mi perspectiva, es que no somos realmente nosotros los que decidimos, al menos no a nivel de cómo está construido ese momento. Es Johnny quien elige por nosotros, planteándole a V que o bien él quiere vivir, o devolverle el espacio a ella para recuperar el lugar que le pertenece, aunque sea por un tiempo limitado hasta que el constructo termine de consumirla.
De vuelta, esta decisión se presenta en un posible final, el camino que yo elegí en donde me dí cuenta que nunca fui la verdadera protagonista de la historia, sino la que le dio lugar a Johnny para resolver lo que había dejado pendiente y dar las despedidas que nunca pudo dar. Le cedí un cuerpo, le dí un lugar para que termine de una vez y para siempre con la misión que había empezado hacía 50 años atrás.
Entonces no estamos eligiendo vivir o morir, estamos eligiendo darle el lugar físico a una persona que sí tiene la capacidad de luchar por todo lo que nosotros no vamos a poder, porque nuestro destino ya está escrito, nos guste o no.
CONCLUSIÓN
El alma, el destino, la moral, lo físico y lo subjetivo, Cyberpunk 2077 sí tiene un trasfondo sociológico y muy humano, que se centra en cómo vamos perdiendo lo que nos define cuando nos sumergimos en la tecnología que cada vez nos facilita más la vida al punto de perder el instinto, y cómo hay algo que nos termina controlando por el poder del dinero. Hay grandes referencias a mundos e historias distópicas que vale la pena mencionar: Matrix, Blade Runner, Ghost in the Shell, Akira, Neuromancer entre otras.
Y en lo que al ser y definirnos como personas respecta, no importa cuántos implantes te pongas, no importa cuánto pretendas estirar tu vida. En Night City, una bala perdida te puede perforar el cráneo, podés sin quererlo quedar metido entre una pelea de pandillas, la policía puede matarte por confundirte con un criminal.
Basta con estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. La hostilidad del entorno es lo que pone en peligro tu vida constantemente, es por eso que muchos eligen retirarse a las Bad Lands, y los que se quedan embelesados con las luces de la ciudad, están condenados a morir bajo el brillo del neón.
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Como siempre, da gusto leerla señorita Hyde, manejas muy bien el llevar de la mano al lector cual recorrido por una atracción de parque de diversiones, una vez que empezas, ya solo queda vernos a la salida. Pero, me tuve que contener en la parte de Grandes Spoilers, creo q no llegué todavía ahí (ingame), que ganas de seguir leyendooo.
A causa de todo lo que comentas en el prólogo en 2 ocasiones estuve a punto de dejar CP77, hasta que apareció Johnny y se picó todo de una manera re linda, y como no pude terminar el artículo, hoy se vuelve a Night City!!
PD: EL «allá le están poniendo nombre» del cuadro de texto es buenisimo, un groso el que hizo la pág nueva XD