Nacer mujer a veces nos saca la posibilidad de que nos pongan una pelota en los pies a temprana edad, nos aleja un poco de esa lógica y esa complicidad. El arco artesanal, los amigos nuevos que se suman, el reto de una vecina.
Pero ahora, de más grande, que juego fútbol mixto con mis amigos y me mudé a uno de los barrios más históricos de Córdoba, atravesado por la historia del equipo de fútbol Belgrano, empecé a entender que este deporte es parte de un conjunto de muchas otras cosas, y Despelote vino a ayudarme a resumir todo eso a través de los ojos y los recuerdos de Julián.
Esta aventura narrativa, o simulador de infancia, es un relato semi autobiográfico de Julián Cordero que en solo dos horas nos hace un recorrido por la cotidianeidad, la infancia, la historia, el barrio, los amigos y la familia a través de una pasión: el fútbol.
En un aula llena de un montón de niños que solo tienen ganas salir a jugar a la pelota, el profe dice “tienen que aprender a observar el ambiente”. Está dando una lección pero nadie presta mucha atención. Y esa frase me ubicó para el resto del juego, para parar y observar. Retener lo que construye nuestra memoria, los detalles, la simpleza dentro de todo el caos actual: el pase de la pelota, el reto de mamá, una charla con amigos.
Entre las calles de Quito, los gritos de la cancha, la rutina escolar, los pequeños rituales de la infancia y el televisor, Julián nos muestra a través de esos recuerdos, su amor por el fútbol en el contexto de un país que juega sus partidos clave para clasificar al Mundial 2002, una profunda crisis económica y una transición abrupta hacia la dolarización en el año 2001.
En ese marco, el fútbol se pone a disposición de la esperanza colectiva.
Dentro de la narrativa audiovisual hay muchas maneras de mostrar y contar. Una de las grandes virtudes de Despelote es la (re)construcción de esos recuerdos, en cómo retrata la infancia y la ternura puesta en cada palabra, persona y locación técnica y narrativamente.
Julián materializa cada recuerdo con un arte y unas transiciones que imitan cómo se podrían sentir o ver los recuerdos, una imagen onírica, una representación “borrosa” y distante pero a la vez muy personal. Cada escenario está construído con fotos de Quito intervenidas, para reforzar esa sensación difusa, pero con personas y objetos puestos de forma animada para remarcar interacciones, conversaciones y familiaridad (en donde está verdaderamente puesto el foco), y que acompaña al juego a través de sus mecánicas más bien simples.
El relato y el recuerdo se vuelven más envolventes cuando las voces se hacen presentes. Además de que se usaron grabaciones de ambiente reales de Quito para acompañar las imágenes, Despelote refuerza el diálogo y las interacciones con conversaciones cotidianas casi tan sinceras como auténticas, familiares y naturales con las voces de su familia y amigos. El recuerdo ahora es de todos, cada diálogo se siente y se repite en nuestra propia memoria sacándonos una sonrisa permanente o, una pizca de nostalgia hasta las lágrimas, como fue en mi caso.
¿Y por qué me conmueve tanto? Porque en ese «Despelote» que es la sensación constante de crecer, también se asoma nuestra historia. No solo la personal, sino la colectiva, la de ser latinoamericanos. Donde crecer muchas veces es resistir y jugar es una forma de escape, en la que el fútbol ocupa un lugar fundamental. Aparece como una posibilidad, como un sueño posible. Tanto para un niño como para un País.
Si sabremos los argentinos lo que es vivir en un país cayéndose a pedazos, pero que encuentra en un mundial un pequeño respiro. Un festejo compartido que lo cambia todo, al menos por un ratito.
A través de las andanzas y travesuras de Julián en el recorrido de esos días, saliendo de la escuela, del almacén de Rosita, el parque o la calle de su casa, podemos revivir y retomar la esencia del barrio, del juego, de lo sencillo. Porque acá, donde la calle es parte de la casa, donde lo colectivo es más fuerte que lo individual, la pelota va rodando como una promesa.
Despelote está disponible desde el 1 de mayo en Steam, PlayStation 4 y 5, y Xbox Series X|S. Próximamente también llegará a Switch.
Podés leer las Primeras Impresiones que había escrito Mer Grazzini por acá.
Hermosa la nota y el juego se ve muy interesante! Parece un comic indie <3