Tenés 7 años. Pedís permiso para prender la compu, tipeás “win + enter” y un ratito después aparece el escritorio. En la parte de juegos hay un solitario que entendés masomenos y con ayuda de tu papá podés hacer que las cartas salten hipnóticamente. También hay un buscaminas, que vas tocando medio al azar hasta que inevitablemente morís por tocar una.
No va a ser hasta casi una década más tarde que te enteres que, de hecho, el Buscaminas tiene reglas y puede ser divertidísimo. Flash-forward a 2025, te pasás una semana jugando compulsivamente a otro buscaminas y dedicándote a estudiar el género como quien recién descubre un tesoro perdido de la antigüedad.
Dragonsweeper es el nuevo videojuego del argentino Daniel Benmergui, responsable de Storyteller y un par de joyitas más. Y como se imaginarán, es un buscaminas, pero en un dungeon (¿Qué tiene este tipo con los dungeons?).
DRAGONSWEEPER IS OUT – A minesweeper that requires observation – and it’s FREEhttps://t.co/p8hD7t47av pic.twitter.com/yHMK2Fa3CV
— Storyteller (@danielben) January 15, 2025
Empieza con una grilla que representa la superficie de la mazmorra, con un temible dragón pixelado en el medio y un par de bolas de cristal que nos dejan ver lo que hay alrededor, para no tener que lanzarnos a ciegas a la grilla como en el Buscaminas original.
El punto es que acá no sólo hay minas, está todo infestado de monstruos. Los números que aparecen, entonces, no indican cuántas minas (o monstruos) hay cerca, sino la suma del poder concentrado de todos los que hay alrededor. Una idea que Daniel toma de Mamono Sweeper (“barrendero de monstruos” en japonés e inglés), un juego Flash de 2010 a cargo de Hojamaka Games.
Dragonsweeper, sin embargo, le da varias vueltas de tuerca y lo vuelve mucho más interesante, simplificando las reglas. Se suele llamar diseño elegante cuando una misma mecánica sirve para diversos propósitos. Un ejemplo fácil de esto es Downwell, donde cada pequeño elemento cumple varias funciones.
Dragonsweeper vuelve a traer una idea que Benmergui había plasmado en Fidel Dungeon Rescue (2017). Tenemos una cantidad de HP, de corazones, que son a la vez nuestra fuerza de ataque. Golpear enemigos nos quita corazones, al mismo tiempo que les hace daño a ellos. Pero en este caso los enemigos tienen niveles, así que matarlos nos va a quitar tantos corazones como nivel tengan. Y ese mismo número va a ser la cantidad de experiencia u oro que nos van a soltar, cosa que nos va a permitir levelear, para aumentar nuestro número de corazones.
Esta pequeña decisión que parece tan simple, vuelve la exploración del dungeon super gratificante y estratégica. Si nos gusta hacer cuentas, podemos ir calculando exactamente qué número hay en cada casilla, y volverla una experiencia de deducción que nos hace sentir super inteligentes (eso, hasta que nos mandemos de cabeza a las fauces de un Mimic que confundimos por un tesoro). Claro que, así como en la vida misma, la economía no funciona a nuestro favor: cada vez nos va a costar más caro cada corazón extra. La inflación y todo eso.
ETA: very soon pic.twitter.com/wnk3KfyMvK
— Storyteller (@danielben) January 12, 2025
Por supuesto, hay un componente de azar, y por ende las cosas que revelemos en nuestros primeros clicks (incluso diría, sólo con las primeras dos bolas de cristal) van a marcar un poco la dificultad de todo lo que siga. Un poco de suerte encontrando a ciertas criaturas especiales puede volver mucho más simple todo, mientras que si apenas al empezar estamos rodeados de números altísimos, probablemente no podamos llegar muy lejos.
Sin embargo, ese azar también hace que podamos volver a jugarlo una y otra vez; que cada partida se sienta un poquito diferente, incluso si los monstruos que nos encontramos son los mismos. Un aire de roguelike que lo hace muy original.
Pequeña mención antes de terminar para la música, compuesta por Hernán Rozenwasser (el mismo de Fidel), que empieza como una típica canción medieval ideal para algo tipo Dungeon & Dragons, pero que de repente muestra sus raíces locales volviendo cada vez más evidente que está construída sobre una clave de Candombe, el ritmo afro-latinoamericano típico del Río de la Plata. Candombe gótico. Hermoso.
Hay varias cosas más pasando en Dragonsweeper pero no se las voy a spoilear. Vayan ustedes a batirse a duelo contra dragones y matemáticas en este juego gratuito, que pueden encontrar exactamente acá (acá no, acá hay una mina).