Quisiera poder empezar esta nota siendo imparcial, no dejando entrever que este juego me enamoró desde antes de que hubiese siquiera un trailer. Pero no puedo. Gris es definitivamente lo mejor que jugué en el año.
Gris es la ópera prima de Nomada, un estudio con sede en Barcelona, que reúne a desarrolladores de trayectoria y a artistas de fuera del ámbito de los videojuegos. El resultado es un juego que maravilla por todos los costados, gráfico, musical, mecánico… Es una pintura en movimiento, y cada fotograma del juego podría ser un wallpaper.
Lo primero que llama la atención es la gráfica. Todos los personajes están hechos con animación tradicional. Sí, cuadro por cuadro en papel, que luego se digitaliza, logrando una gran fluidez. Los fondos están muy trabajados también, usando un estilo sintético y mucho detalle en la arquitectura, con filtros de acuarela para realzar los colores. No alcanzan las palabras para describir lo bello que se ve todo el tiempo.
La música tiene una función plenamente narrativa. La mayor parte del tiempo casi no suenan más que algunos arreglos y mucho ambiente sonoro. Los temas recién toman una forma reconocible para hacernos sentir cosas cuando accedemos a un nuevo lugar, cuando sucede algo en la historia, o cuando estamos a punto de resolver un puzzle. Porque el diseño de niveles es tan preciso, que el juego sabe cuándo acabamos de decir “¡eureka!” porque encontramos la solución a un puzzle, y en ese momento empiezan a sonar melodías emocionantes que nos suben la adrenalina por haber revelado un misterio.
Y es que Gris no sólo gana por la belleza de su arte, sino por la prolijidad de su diseño, la manera en que los puzzles desafían sin ser frustrantes, las plataformas entretienen sin ser nunca un peligro real, y cómo todas las mecánicas son explicadas a través del juego, sin necesidad de tutoriales. Uno siente que el desarrollador está ahí guiñándote el ojo desde el otro lado de la pantalla. Mecánicas que, dicho sea de paso, están a disposición de la narrativa.
Porque además hay una historia de fondo. Jugamos con una mujer que está atravesando un momento muy angustiante, y se encierra en su propio mundo en ruinas, sin voz para expresar su dolor. Todo empieza en un mundo sin colores, gris, y poco a poco va a ir tomando color. Lo vamos a ir coloreando, mejor dicho. Es importante el detalle de que el personaje se va sacando de adentro cada color para agregárselo al paisaje. Y es que en realidad, todos los elementos del juego no son más que representaciones de las distintas partes de ella misma, de sus emociones, tanto positivas como negativas.
Sin spoilear detalles de las mecánicas o la trama, puedo contarles cómo cada nueva habilidad que conseguimos es una metáfora de la maduración emocional del personaje. Primero ella se endurece y consigue una fuerza que le impide ser abatida por las adversidades. Luego logrará sobrellevar mejor las caídas. Más tarde podrá afrontarse a lo desconocido, para poder al final movilizarse para cambiar su mundo, y lograr un equilibrio entre las distintas pulsiones dentro suyo. A más de uno le resultarán familiares estas situaciones, y puede que hasta se vean reflejados en el camino que muestra este juego.
Un verdadero viaje de autosuperación dentro de la psiquis de esta muchacha que podría ser cualquiera de nosotros. Enfrentando miedos y obstáculos, para lograr darle fuerza a nuestra propia voz y al expresarnos, salir de esa situación conflictiva. Una verdadera obra de arte que seguramente quede viviendo dentro nuestro y a la que recurriremos cuando las cosas se pongan negras.
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Desarrollador: Nomada Studio
Lanzamiento: 13 de diciembre de 2018.
Plataformas: PC – Nintendo Switch
¿En Español?: Si.
Fuente: Copia adquirida gracias a Devolver Digital (W10).