Tras una larga espera, cargada de dudas y extendida por sucesivos retrasos, la campaña de Halo Infinite se encuentra finalmente entre nosotros. Ya pudimos disfrutar, semanas atrás, de su excelente multijugador, y ahora podemos sumergirnos en el modo singleplayer para continuar con la historia de Master Chief.
Esta campaña es todo lo que estábamos esperando. No es es la mejor entrega dentro de la franquicia, pero la gente de 343 Industries pudo, finalmente, quitarse de encima el mal sabor de boca que dejaron los últimos dos títulos. Particularmente en lo narrativo, logran llegar a los niveles de calidad de la trilogía original, limpiando su reputación y ganando confianza para lo que nos espera en el futuro.
Halo Infinite construye una experiencia que se siente conocida y nueva a la vez. Clásica e innovadora, que referencia al pasado y construye mirando al futuro. Sabe hacer muy bien aquello que hizo de Halo un forjador de legados. Pero también sobre esos cimientos construye hacia arriba, proponiendo cosas nuevas con el combate, y la estructura de mundo abierto.
Cosas nuevas y familiares
Tal cual habíamos podido experimentar en el multijugador hace unas semanas, el combate es fantástico y se siente mejor que nunca. Es Halo en su máxima pureza, modernizado, pero sin perder identidad en el proceso.
El arsenal de armas y vehículos clásicos dentro de la saga está ahí, con algunos cambios y adiciones, refinados de forma que resultan familiar, pero al mismo tiempo actualizados al ritmo de los shooters modernos. Los encuentros están diseñados de manera que se premie la resolución creativa de conflictos, teniendo en cuenta los recursos que tenemos a nuestra disposición, los enemigos a los que nos enfrentamos, y la geografía del escenario. Todos estos elementos trabajan en armonía para crear enfrentamientos en donde la habilidad, la creatividad, y la táctica son imprescindibles para salir victoriosos.
Halo nunca fue un título en el cual nos pudiéramos esconder detrás de cobertura y acabar con nuestros enemigos desde esa seguridad. En Halo hay que adaptarse, ser agresivo, y estar en constante movimiento. Cada enemigo es un desafío particular, cada arma un nueva herramienta a la cual acostumbrarse, y cada habitación una arena cuya arquitectura debemos explotar para nuestro beneficio. Y es que Halo, aun en dificultad normal, nos va a exigir hacer uso de todos estos elementos.
Disponemos de un sistema de progresión, en el cual podemos ir potenciando nuestras habilidades. Estas no solo son muy útiles (aunque en algunos casos su uso sea muy circunstancial), sino que también son terriblemente divertidas. Tenemos un sonar para detectar enemigos invisibles, una barrera que nos permitirá tener protección en tiroteos, un propulsor para tomar distancia de enemigos que hagan uso del combate cuerpo a cuerpo, y obviamente, la estrella del juego: el gancho.
Me cuesta mucho imaginar volver a uno de los viejos Halo sin el gancho, y sin duda se siente su ausencia en el multijugador. Las herramientas las vamos desbloqueando a lo largo de la campaña, y las tenemos todo el tiempo a nuestra disposición, pudiendo alternar entre ellas en cualquier momento.
No puedo reforzar lo suficiente cuan divertido es el gancho, y lo importante que es para otorgar a Halo de ese gusto moderno que lo hace sobresalir respecto a los anteriores. El gancho está disponible desde el comienzo, con un tiempo de recarga generoso, que se vuele aun mas breve al desbloquear mejoras.
Esta herramienta nos permite llevar a cabo tácticas creativas durante el combate, como lanzarnos hacia enemigos para acortar distancias, impactar poderosos ataques cuerpo a cuerpo, o atraer armas y munición desde la seguridad de cobertura. El gancho también nos permite movernos con el escenario con muchísima libertad, permitiéndonos llegar a zonas elevadas, o catapultarnos con rapidez utilizando las propiedades de aceleración de las cuales está dotado.
Estas posibilidades en cuanto a movilidad son especialmente importantes para explorar mundo abierto que propone el juego.
(Otro) Nuevo mundo
Y es que podríamos dividir el juego en dos partes: las misiones principales, de estructura muy similar a las de los Halo clásicos, generalmente dentro de escenarios contenidos, y la sección de mundo abierto, un mapa bastante amplio con contenido secundario. Aquí es donde tal vez la calidad el juego fluctúa un poco.
El mapa no es tan grande como el de otras entregas, véase los Far Cry o Assassin’s Creed, pero aun así es de una extensión considerable, con coleccionables en forma de cosméticos para el multijugador, y recursos como puntos para asignar a nuestras habilidades. Aquí es donde el gancho también destaca pues resulta un elemento fundamental para la exploración a la hora de escalar montañas y sortear distintos obstáculos.
El problema principal del mundo abierto presentado en Halo Infinite está en las actividades secundarias. Escasas y breves, se reducen a algunas escaramuzas con recompensas no muy interesantes. El loop consiste en tomar pequeños puestos de avanzada con unos pocos enemigos que, al pasar a nuestro bando, se convertirán en puntos de viaje rápido y aprovisionamiento. Otras actividades van desde rescatar a grupos de marines, destruir torres de comunicación enemigas, o matar blancos prioritarios. Todas bastante sencillas y que ofrecen “valor” como recompensa. Este es el equivalente a experiencia, que nos permite desbloquear vehículos y armas para solicitar en los puestos de avanzada, y armas únicas en el caso de los blancos prioritarios.
La gran excepción en en relación al contenido secundario se encuentra en las bases, que podemos capturar al estilo Far Cry. Pero a diferencia de lo que sucede en los títulos de Ubisoft, estas bases se sienten mucho menos genéricas. Capturarlas no es tan simple como matar a todos los enemigos que se encuentran en ellas, sino que muchas veces necesitamos cumplir objetivos específicos dependientes de cada instalación, según la funcionalidad de cada una.
En la base que opera como centro de detención tendremos que liberar prisioneros, en la que sirve como depósito de munición toca destruir las reservas, y así en cada uno de ellas. Las instalaciones son únicas e interesantes, y es en donde mas se ponen a prueba todas nuestras habilidades. Sin duda son el punto mas alto de todo lo que podemos hacer en el mundo abierto que plantea Halo Infinite.
Las aventuras de John Halo
La historia de Halo Infinite continúa directamente donde nos dejó la entrega anterior. No, no es un reboot, y tampoco es un spin-off. Esto puede ser un problema para la gente nueva que se está introduciendo en la serie a partir del multiplayer, pues el juego hace poco y nada para poner al jugador en contexto. Aquellos que no hayan experimentado las entregas anteriores puede que se sientan muy desorientados a lo largo de toda la experiencia.
Nos encontramos en esta ocasión con un episodio de transición, en donde se terminan de cerrar elementos abiertos en las entregas anteriores, y se instalan personajes y conflictos a futuro, que serán desarrollados, seguramente, mediante el modelo de temporadas que parece haber adoptado esta entrega.
Por lo pronto, la historia se siente mucho mas contenida respecto a las anteriores. Mas pequeña en escala, con un Master Chief estoico pero que muestra destellos de culpa y remordimiento por sus acciones en el pasado, aunque sin por eso dejar de tener los objetivos claros, y la voluntad que lo caracteriza a la hora de completar su misión. Es el mismo Master Chief de siempre, pero por momentos se nos muestran destellos de su humanidad.
Esta “humanidad” se construye gracias a los personajes secundarios, pues a partir de ellos podemos ver lo que sucede a su alrededor, lo que sienten y piensan quienes tienen que trabajar junto a una leyenda viviente como John Halo. La historia, en este apartado, se siente mucho mas personal. Ambas partes aprenden y comparten distintas perspectivas. Obviamente, todo esto en un contexto en el cual las tribus guerreras de turno y los fanáticos religiosos buscan la aniquilación de la galaxia y ese tipo de cosas, mezclado con secuencias épicas en las que Mr. Chief puede lucirse como el tipo duro que es.
Halo, más vivo que nunca
Halo Infinite es todo lo que estaba esperando. Es lo que queríamos los fans, lo que necesitaba el género, y la oportunidad que 343 Industries no podía dejar pasar. No sólo captura la nostalgia del pasado, sino que trae de vuelta la experiencia de esa época y la revitaliza. No es un juego perfecto, no es el mejor Halo, pero es el Halo que necesitábamos. Es el que lo vuelve a poner en el mapa como a uno de los grandes shooters, el que nos vuelve a dar esperanzas respecto al futuro de la serie, y el que restaura la confianza hacia 343 Industries.
Por el momento, podemos estar tranquilos y felices de saber que Master Chief a vuelto, con nuevos amigxs, listo para terminar la batalla, otra vez.
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