Cuando vi el trailer de Immortals Fenyx Rising hace ya un buen tiempo me enojé bastante, porque a simple vista me dió la impresión de ser una burda copia del mejor Zelda. No sólo se trataba de un mundo abierto con una energía maligna justo en el centro del mapa y repleto de santuarios con puzzles y cofres, sino que mostraba habilidades sospechosamente similares como volar, levantar objetos pesados, tirar flechas en cámara lenta y domar/montar animales salvajes, entre otras.
Este pensamiento fue el que me hizo querer hacer una reseña del videojuego, más que nada porque estaba segura de que lo odiaría, hasta que me di cuenta de que eran casi las 3 de la mañana y yo seguía pegadísima a la pantalla sin pestañear. Qué equivocada estaba.
La aventura arranca con Tifón, quien acaba de escapar de su prisión y ha convertido a todos los habitantes de la Isla Dorada en piedra. A todos menos a Fenyx, una guerrera (o guerrero, según cada jugador) que se convierte en la única esperanza de los dioses griegos para restaurar la paz. Al conocerla se nos permite personalizarla en aspectos básicos como el tono de piel, color de ojos, tipo de cabello y ponerle una que otra cicatriz en la cara. Cosas bastante sencillas y nada salido del molde, pero ¿A quién no le agrada poder personalizar a su personaje? Y es así como tomamos el control de la protagonista, que dicho sea de paso, responde de maravillas a los controles.
La historia de Immortals Fenyx Rising la narran Prometeo y Zeus. Juntos mantienen diálogos que acompañan nuestras andanzas y es por medio de estos que nos vamos enterando de ciertas situaciones particulares que le dan un poco de color a nuestra aventura. Una de las primeras cosas que pensé fue que era como un Assassin’s Creed para niños, pero rápidamente cambié de parecer ya que hay mucho humor negro que no es apto para todo público.
El recurso a veces funciona, por ejemplo, podemos ver que Fenyx muere y corren unos créditos falsos a los 20 minutos de iniciado el juego. Otras veces cae en un lugar un poco cuestionable, que puede llegar a molestar, como cuando hablan de los problemas maritales entre Afrodita y Hefesto. Pero dentro de todo es una forma distinta de guiar una entrega de este tipo y le da una pincelada más atractiva.
Al poco tiempo de embarcarnos en tan grande travesía, nos cruzamos con Hermes, quien nos pedirá ayuda para liberar a 4 dioses (Afrodita, Ares, Hefesto y Atenea). Cada uno tiene un área específica en el mapa que debemos revelar subiendo hasta lo más alto de sus respectivas estatuas. Una vez hecho esto habrá una serie de tareas por completar para devolverles sus esencias robadas y así salvarlos. A cambio, cada uno nos dará tres bendiciones que nos otorgan ventajas particulares que necesitaremos para vencer a Tifón. Esa es la base del juego. Lo que sigue no lo puedo revelar porque es un mega spoiler, pero hay un giro inesperado que se sale un poco de la línea de un mundo abierto tradicional y es lo que le brinda un empujón más a esta entrega.
Lo que más me gustó de la parte narrativa de Immortals Fenyx Rising, aparte de la ligereza del guión y lo “humanizados” que están los dioses, es que ninguna de las cuatro aventuras está contada de la misma forma. Uno creería que la fórmula para restaurar a Afrodita es la misma que la de Ares y compañía, pero no es así. Desde cómo conocemos al personaje, hasta el orden de las acciones y los pasos para salvarlo, son completamente distintos. Es por eso que en el transcurso de toda la historia permanece ese sentimiento de sorpresa que nos impulsa a recorrer todas las esquinas del inmenso mapa que nos regala Ubisoft.
Y acá llegamos a otro punto que me sorprendió, todo el espacio que tenemos para explorar. Hay siete zonas en total, una más grande que la otra y muy bien definidas y repletas de cosas por hacer. Hay cofres expuestos, protegidos por bestias malvadas, puzzles, retos míticos, misiones secundarias, batallas de jefes y mucho más.
A simple vista pensé que iba a ser fácil recorrer todo y llegar de un punto a otro, pero las distancias son grandísimas. Lo bueno es que contamos con distintos métodos para trasladarnos: a pie, planeando con las alas de Ícaro, domando animales y montándolos, o utilizando sabiamente los escasos puntos de fast travel. Además, dependiendo la zona podemos encontrar frutas para restablecer la salud, hongos para recuperar stamina, higos para aumentar el ataque y flores para la defensa. Estos se pueden consumir directamente o convertir en pociones en los Calderos de Circe que hay esparcidos por doquier. De la misma forma encontramos las ambrosías para aumentar nuestra salud y las Bóvedas del Tártaro.
Estas bóvedas tienen la misma función que los santuarios en Breath of the Wild. Entramos, completamos un puzzle (o varios), a veces peleamos con enormes bestias malvadas (con un grado de dificultad bastante decente) y luego se nos otorga un rayo de Zeus que nos sirve para subir la resistencia. Si somos hábiles resolviendo estos acertijos, podemos encontrar en el camino el cofre escondido que contiene recompensas valiosas como cascos o armaduras. Si bien no hay una variedad abrumadora, nos ayudan a fortalecer a Fenyx con sus características particulares. Lo mismo sucede con las armas, que van desde una espada como arma principal, el hacha como especial y el arco como secundaria.
Si bien Fenyx no sube de nivel, sí se lo podemos aumentar a los elementos que utiliza. Con cada combate ganado y en cada cofre abierto, recibiremos distintas gemas de colores. Cada una servirá para darle más poder a las armaduras, cascos, armas y pociones. Asimismo, iremos encontrando las monedas de Caronte con algunos puzzles que se crucen en nuestra travesía. Estas sirven para desbloquear el árbol de habilidades y poderes otorgados por los dioses. Ambos bastante amplios y con muchas destrezas útiles tanto para el recorrido como para los combates. Aquí recomiendo ampliamente liberar primero los que permiten saltar mientras trepas, acelerar el vuelo, el doble salto y recolectar varios ítems a la vez con telekinesis, ya que harán el juego mucho más cómodo.
Todas estas mejoras las llevamos a cabo en el Salón de los Dioses, que se desbloquea en las primeras horas de juego. Ahí podemos conversar con Hermes y con los héroes que vayamos rescatando. Además, se nos permite seguir customizando al personaje, crear pociones y utilizar todos los elementos recolectables para llevar a cabo las mejoras de Fenyx y su armamento.
Al inicio, cuando no tenía más que la espada de Aquiles, los combates se me hicieron un poco complicados. Enfrentarme a un inocente oso para poder agarrar unos hongos de stamina me parecía una tarea épica. Pero conforme fui avanzando y aumentando mis armas, le agarré la mano y no paré de disfrutarlo.
El combate está muy bien aceitado, Fenyx reacciona a la perfección a los comandos. Crear la combinación perfecta entre defensa con escudo, ataque especial con hacha y el ataque con los poderes de los dioses es un verdadero placer, sobre todo cuando el enemigo queda inconsciente por unos segundos y puedes aprovechar para hacer daño extra. Personalmente nunca he sido buena para las combinaciones de botones, siempre fui de “entrar a los tiros” y esperar que pase lo mejor. Pero en este caso particular debo confesar que mientras más enemigos enfrenté, mayor gusto le agarré a tener una pelea “organizada”.
Si bien los enemigos a los que nos enfrentamos en Immortals Fenyx Rising son poco variados: cíclopes, minotauros, perros de tres cabezas, arpías y un par más, cada uno tiene un patrón particular de pelea, con ataques especiales y un color que señala su dificultad (rojo, azul, morado, amarillo). Esto hace que de antemano podamos preparar el armamento de Fenyx para que calce mejor con el reto y nos preparemos como corresponde, ya que la mayoría son combates largos.
Y nos podemos cruzar desde un animal suelto, hasta bestias en grupos grandes o jefes a lo largo del camino. Claramente las últimas batallas son las más largas y difíciles, sobre todo si nos toca vencer a los espectros de ciertos famosos héroes caídos. No diré más para no spoilear a nadie.
Pero como no todo lo que brilla es oro, Immortals Fenyx Rising también tiene cosas “malas”. Lo bueno es que son pocas y una vez que estás dentro de la aventura, medio que pasan de largo. El diseño de los escenarios es bastante hermoso y hay muchas áreas que consiguen sorprender por el detalle y por su magnitud. Sin embargo, los personajes tienen un estilo muy de caricatura que me hacen pensar en Fortnite, lo cual me parece de terror. Por algo no juego Fortnite.
Además, en las cutscenes o cuando hay diálogos entre personajes, se sienten duros y el voice acting da la impresión de estar hecho por principiantes. Debo contar que lo arranqué en español, pero era tan terrible que lo pasé a inglés. Mejoró, pero tampoco fue la gran cosa. Es bastante incómodo escucharlos interactuar y tienen tan poco carisma que por momentos sentí vergüenza ajena. Pero dentro de todo, como es tan grande y vistoso, paro de prestarle atención a eso porque estoy ocupada haciendo mil cosas más.
Tras invertir más de 30 horas en esta particular entrega, debo recalcar que se siente más como una carta de amor de Ubisoft hacia Nintendo o como si Assassin ‘s Creed y Zelda hubieran tenido un hijo y recién nos enteramos. Sí, es un juego similar en demasiados aspectos, pero una vez que estás dentro del universo todo eso va quedando en un segundo plano. Empiezas a disfrutarlo y las comparativas quedan de lado cuando no paras de tener esa sensación de descubrimiento o de querer avanzar más en la historia para ver por dónde la llevan los guionistas.
Immortals Fenyx Rising, además de poner en un solo lugar lo mejor de los dos gigantes mencionados, también le aporta elementos novedosos que terminan de darle su propia personalidad. Todo los elementos que podrían ser vistos como “copia” están correctamente justificados y además ligados de una manera muy hábil y hermosa a la mitología griega. Es la mezcla perfecta entre aventura clásica, puzzles, plataformas y acción, todo en un mundo abierto.
Claramente esta es mi sorpresa del año (hasta ahora) y espero que para quienes se animen a jugarlo, también lo sea. Por mi lado, seguiré explorando el inmenso mapa de la Isla Dorada tratando de recolectar todas las recompensas escondidas por ahí.
Immortals Fenyx Rising está disponible desde hoy 3 de diciembre en PC, PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series X/S, Switch y Google Stadia. Y en Press Over lo jugamos gracias a Ubisoft Latam.