Hace poco me tocó hacer la reseña de un nuevo videojuego deportivo y debo confesar que jamás me había costado tanto escribir un análisis. No fue por la entrega per sé – ya que cumplió con entretenerme – sino porque no me considero fan del género y soy bastante selectiva con sus títulos. He probado una infinidad de ellos, desde básquet hasta béisbol e incluso fútbol americano. Pero tras un par de horas todos caen en la repetición y pierdo interés. Es simplemente esa categoría con la que no me puedo enganchar.
Dentro de mi – corto – abanico de entregas aceptadas (y disfrutadas) se encuentran el clásico FIFA y Tony Hawk Pro Skater. “¿Dónde están los Mario Golf?”, se preguntarán. Pues no califican dentro de mi lista. A pesar de tener a mi plomero favorito como eje central, nunca he podido tomarles cariño y créanme que lo he intentado. Esta reseña es evidencia de que aún sigo haciéndolo. Con Mario Golf: Super Rush se generó tanto hype en base a su argumento y capacidades, que me hizo pensar que tal vez esta historia sería diferente. Denme el premio a la más ilusa.
El último título de Camelot divide su atractivo en dos: “Golf a tu modo” y “Modo aventura”. Arranqué por el primero y mamita querida, qué vergüenza pasé. Mis lanzamientos se iban para cualquier lado, me costaba una infinidad de movimientos completar un hoyo simple y no entendía cómo llevar el puntaje ni qué significaban términos como “par”, “bogey” o “birdie”. Menos mal que el juego tiene un glosario golfístico incluido, el cual pasé horas leyendo. Una vez que – de mala gana – migré al modo historia, descubrí que podría haber evitado toda esa humillación de haber empezado por acá, ya que te explican hasta el más mínimo detalle del deporte en cuestión.
El golf es un deporte de mucha precisión y es sorprendente la forma en la que consiguieron que eso se traslade a Mario Golf: Super Rush, en el cual no tienes la posibilidad de agarrar un palo real. Todo el proceso necesario para efectuar un buen golpe debe ser llevado a cabo mediante pequeños botones que poco y nada tienen que ver con hacer un swing, lo cual demuestra lo excelentemente aceitadas que están las mecánicas de Mario Golf: Super Rush. Eso sí, los partidos son mucho más disfrutables si se utiliza el control de movimiento (giroscopio) de los joycon para simular el movimiento y de paso alucinar un poquito que estamos en una explanada rodeados de verde, con una vista panorámica espectacular.
La parte que puede resultar abrumadora para cualquiera (y aquí me incluyo sin chistar) es cuando debemos evaluar una infinidad de elementos antes de efectuar el lanzamiento. No sólo debemos analizar la fuerza y la dirección del viento, sino que además debemos hacer un exploración exhaustiva del área en el que va a aterrizar nuestra pelota. Contamos con información como distancia, elevación, inclinación (hacia dónde asciende o desciende) y más. Todo esto influye en tipo y tamaño de palo que utilizaremos, con qué fuerza le pegaremos a la pelota, si le hacemos o no algún efecto (top spin o backspin) y si le agregaremos alguna modificación a la trayectoria para esquivar obstáculos naturales como los árboles.
Y a eso hay que sumarle la habilidad especial que tiene cada uno de los 17 personajes disponibles. ¡El golf es definitivamente una ciencia! Por eso reitero la importancia de iniciar por la campaña, en donde aprenderemos y practicaremos todo eso y más.
Esta segunda opción – la cual se supone es el centro de la entrega – consta de una aventura con toques de RPG en donde utilizamos nuestro ya existente Mii para convertirnos en el mejor golfista del Mushroom Kingdom. Durante los primeros minutos me deslumbró, pero pasada la primera hora me di cuenta de que carece de vida y sobre todo de historia. Si bien contamos con un escenario de buen tamaño y visualmente hermoso, repleto de NPCs y colores vistosos, resulta ser todo bastante plano.
Se repite la misma fórmula una y otra vez: aprender ciertas mecánicas, practicarlas en un circuito, superar el reto que nos pone el instructor y empezar de nuevo en el siguiente escenario desbloqueado. No se puede hacer nada más por fuera de eso. Incluso hablar con los NPCs es un embole ya que están ahí con el propósito de rellenar espacios y con unos diálogos de lo más pobres.
Sí, existen pequeños elementos que te empujan a seguir avanzando, como el desbloquear todos los escenarios y personajes para poder utilizarlos en “Golf a tu modo”. Subir de nivel, optimizar los stats y habilidades de nuestro Mii, y sobre todo llegar a los enfrentamientos con algunos icónicos jefes del universo de Mario. Incluso hay un particular interés en las tiendas de cada pequeño mundo ya que ofrecen la posibilidad de comprar palos y atuendos especiales. Estos permiten un mejor desempeño dependiendo de las características de cada terreno de juego. Llevar ropa ligera en el desierto o calzarse una buena campera en el frío extremo tiene sus recompensas. Pero aunque son bonitas adiciones, nada consigue darle vuelta a esta especie de tutorial de 12 horas.
Una vez que estuve bien curtida de la terminología del golf, sus reglas y mecánicas, volví al primer modo el cual incluye 3 variantes: Estándar, Rápido y Batalla. En todos se puede settear el partido a nuestro gusto (cantidad de jugadores, número de hoyos, condiciones especiales del clima, el escenario y la consigna para ganar). El estándar – como su nombre revela – es el deporte tradicional. El modo rápido consta no sólo en hacer los lanzamientos, sino que además debemos correr por nuestros propios medios de un hoyo a otro para continuar jugando y hacerlo dentro de un corto periodo de tiempo para no ser descalificados.
El modo “Batalla de Golf” es definitivamente mi favorito ya que es caos puro y duro. Aquí los cuatro rivales juegan al mismo tiempo y gana el primero en completar tres hoyos (de los nueve disponibles). A la locura de las pelotas volando por todos lados, se le debe sumar la posibilidad de atacar a los rivales en cualquier momento y a las trampas que inundan cada espacio del terreno. Cabe resaltar que cada escenario cuenta con características particulares que modifican el juego (como los torbellinos de Ridgerock Lake o la deshidratación que sufre el personaje gracias al exceso de calor en Balmy Dunes).
En Mario Golf: Super Rush la mejor parte es ese caos, el generar el “todos contra todos” mientras intentamos meter pelotas en agujeros diminutos, utilizando nada más que un palo. El mix de las habilidades especiales de cada personaje con las utilidades de algunos palos ofrece un abanico de “trucos sucios” para dejar en desventaja a nuestros rivales.
Desde ser atropellados por un Yoshi encima de un huevo enorme, hasta congelar la pelota del contrincante o incluso generar una zanja en el terreno para que pierdan la posición en la que cayó. Es como jugar golf, pero con pinceladas de Smash Bros y Mario Kart todo al mismo tiempo. Esa locura es la que nos remonta a un título 100% nintendero, pero desgraciadamente no se ve mucho a lo largo de esta entrega.
Sí, está muy bien hecho. Mecánicamente es impecable, tiene diseños hermosos y una paleta de colores tan vivos que te succionan a su universo. Pero luego de unas pocas horas dentro, te das cuenta de que no hay mucho más allá de esa vistosidad. El contenido en single player es – desgraciadamente – escaso y luego de unos cuantos hoyos todo se vuelve repetitivo. Queda en evidencia que el modo aventura no es más que un trámite que permite desbloquear todo el contenido disponible y lejos quedan esas aventuras inmersivas de títulos anteriores.
Por otro lado, al aún estar en medio de una pandemia, no contamos con la facilidad de invitar amigos a casa, por lo que no podemos experimentar esa rivalidad y camaradería a la que apunta con esmero este título en particular. Además, es realmente decepcionante que con la situación mundial actual, Nintendo no se haya enfocado en hacer del modo online lo mejor de la entrega. No hay torneos, no se tiene en cuenta los puntajes (por lo que no se incentiva la competitividad), no hay una carta de jugador ni ranking mundial.
Pensándolo en retrospectiva, tal vez este título hubiera tenido una recepción distinta, por lo menos de mi lado, si se hubiera lanzado en otro contexto. Creo que lo único que podría hacer que le dedique horas extra sería poner el joycon en un palo de tamaño real. Aunque seguramente termine rompiendo muchas lámparas y cuadros en el camino. Ahora que sé hablar golfístico, puedo decir que Mario Golf: Super Rush califica como un bogey o a lo mucho como un par.
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