Desde que tengo uso de razón, siento atracción por los contenidos de terror de todo tipo: ya sean películas, series, videojuegos, libros o revistas, cualquier formato me servía (siempre y cuando tuviera algo que me perturbara). Quizás, producto de la costumbre y la constante búsqueda cosas nuevas, uno se termina acostumbrando a lo básico: los jumpscares fáciles, la música que desaparece justo cuando está a punto de pasar algo, los personajes clichés… Pero con Martha is Dead, nada de eso ocurre.
Para ser honesto, la razón principal por la que me interesó llevar a cabo esta reseña fue la “gran censura” que el estudio indie responsable del juego, LKA, anunció que habría en PlayStation, ya que el contenido, se anticipó, era demasiado para algunas personas con estómago sensible. ¡Y qué mejor cóctel que ese!
Pero acá está el punto: Decir que esto se trata meramente de cuestiones gore no sólo sería injusto, sino totalmente falso. ¿Existen partes explícitas? Sí, por supuesto. Pero son las menos y, por lo general, sólo aparecen para dar un cierto clímax a determinadas escenas. Un clímax que, a decir verdad, es necesario para terminar de tocar ciertos conceptos que este título mantiene a flote durante sus 6 horas de duración: autolesiones, suicidio, la familia como estandarte, depresión, psicopatía, manipulación, incertidumbre, traición y miedo.
Esto se traduce, sin lugar a dudas, en una apuesta brillante y -más importante aún- bien ejecutada.
Y es que con Martha is Dead no estamos jugando: estamos manejando la mente y las decisiones de una adolescente Triple P: perturbada, perversa y problemática.
Para entenderlo mejor, veamos un desglose de los aspectos más interesantes que ofrece. Pero antes, atendeme esto: jugalo con auriculares puestos. Me lo vas a agradecer (o no).
Recomendación número 2: dejale el doblaje original (italiano) con subs en español.
Ahora sí, arrancamos, lo prometo.
La Segunda Guerra Mundial y otros horrores
La historia se sitúa en los últimos -pero poderosos- vestigios del conflicto bélico global entre los aliados (Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña) y las potencias del eje (que comprendían a Japón, Alemania e Italia). Es en este último país donde nos ubicamos desde el minuto 0 en la piel de Giulia, hija de un militar alemán que, en pleno bardo, decide visitar la casa de su infancia donde compartía grandes momentos con su abuela. Al principio, somos testigos de esos primeros momentos donde ésta le leía historias antes de dormir, especialmente una que, a pesar de ser terrorífica para una pequeña niña, disfrutaba mucho escuchar: La Dama de Blanco. Más adelante será fundamental.
Habiéndonos puesto en contexto, somos ahora una Giulia adulta que está tomando fotos en medio del bosque con su cámara y, repentinamente, se encuentra con un cadáver flotando en el lago que no es nada más ni nada menos que el de su gemela, Martha. Acá hago un parate y te pregunto: ¿por qué alguien en su sano juicio le cortaría el rostro al cuerpo de su hermana para luego colocarselo a sí misma? Te lo consulto porque… eso es exactamente lo que pasa a continuación. Bueno: según la protagonista, Martha era la sordomuda más querida de la familia, y la envidia la llevó a tomar su lugar en secreto, dándole a entender a sus padres que quien murió en el bosque fue Giulia.
En pocas palabras: vamos a hacer de cuenta que somos otra persona durante todo el juego sin que nadie lo sepa (¿o sí?).
Y si esto ya te resultó raro de leer y hasta te hizo fruncir la cara o exclamar algún “por favor, qué espanto”, quiero contarte que sólo conocés la punta del iceberg. La incomodidad es un factor clave en Martha is Dead.
Jugabilidad
La forma en la que nos movemos por el mundo en Martha is Dead es bastante sencilla. Sin embargo, plantea formas cuanto menos interesantes de manejarnos con lo que nos rodea, haciendo que la experiencia sea sumamente inmersiva.
Basta con decir que, en ciertos momentos, deberemos formar frases mientras corremos en un bosque oscuro y elegimos “el lado correcto” (el clásico izquierda o derecha). Estas oraciones nos irán revelando lo que sucede dentro del inconsciente de Giulia y lo que realmente está pensando.
Nuestro inventario, por otra parte, será limitado a las cuestiones que debamos resolver en lo inmediato, salvo por ciertos objetos que tendremos siempre con nosotros.
La cámara será otra parte clave de la jugabilidad, pero para ella tenemos el lugarcito aparte que se merece.
Música y Sonido
Debo decir que, en este punto, LKA pensó muy bien lo que estaba haciendo. Si ya de por sí el juego atraviesa tópicos incómodos y nos hace ser partícipes de momentos que nos hacen retorcernos en la silla, la ambientación sonora que acompaña cada momento es clave para que nuestros hombros estén duros de la tensión.
El timing para cada pieza es perfecto. Si estamos caminando tranquilos por la casa de nuestra abuela cuando es de día y con mucho sol, escucharemos todos y cada uno de los sonidos que habría en un campo al aire libre, dándonos una mayor sensación de libertad y paz. Y cuando digo todos y cada uno… Es todos y cada uno. No vamos a oír un archivo puesto en loop, porque Martha is Dead se encarga de que siempre haya cambio en lo que estamos oyendo.
Por ejemplo: en un determinado momento, debemos entrar en la pieza de nuestros padres dormidos para llevarnos algo de allí. Al ingresar, en un entrepiso, escuchamos la madera crujir debajo nuestro por cada paso que damos, y ninguno suena igual. Lo mismo para los ronquidos del padre, que tenemos a escasos centímetros. Llegamos a tener la sensación de que ese personaje está durmiendo en serio, porque todo lo que sale de su boca y nariz al descansar, es genuino y cambia con el pasar de los segundos. Hasta la lámpara de gas que tenemos que encender para caminar por el bosque oscuro hace lo propio…
Ni hablar de las escenas en las que vemos algo espantoso: la música es tan incómoda que nos hace replantear dejar de usar auriculares por un rato. Los volúmenes suben y bajan sin ningún tipo de permiso, las melodías se mezclan entre sí y terminan pariendo algo ininteligible, los sonidos ambiente se mezclan con voces que no sabemos si están en nuestra habitación o en el juego…
Y si usás auriculares (que vuelvo a recomendar fervientemente), es todavía peor. A veces, la música se va al canal izquierdo y luego al derecho, sin orden ni sentido. Instrumentos como el violín, que deberían usarse con delicadeza, son ejecutados con violencia, como si alguien intentara arrancarles las cuerdas.
Vamos despacio, para encontrarnos…
Martha is Dead te baja de un hondazo. Si venís de jugar un título triple A que va a las chapas y que tiene acción permanente, te recomiendo que te tomes un té y bajes 3 cambios antes de ponerle play a este. Y no lo digo en el mal sentido, al contrario: el ritmo pausado que lleva hace que la experiencia sea aún mejor.
Los ejemplos más claros, son los momentos en los que interactuamos con alguna foto que encontramos colgada en la pared: Giulia se toma su tiempo de contar la historia de la imagen que estamos viendo, mientras la cámara se mueve lentamente de un lado a otro.
De hecho, durante los primeros 30 minutos pensaba que me iba a comer un garronazo por el tiempo que se tardaba para cada cosita y detalle que sucediera. Pero más temprano que tarde, entendí que Martha is Dead necesita ese ritmo. Terminás difsrutándolo. Y, a diferencia de grandes títulos que ofrecen cinemáticas eternas y son criticados por ser “más película que juego”, en este caso eso no es un problema, sino todo lo contrario: es fundamental.
Fotos, fotos y más fotos
Sin este elemento, Martha is Dead sería enormemente distinto (y peor).
Mediante la cámara, podremos hacer muchísimas cosas: desde ir (re)construyendo qué es lo que está pasando a nuestro alrededor o qué ocurrió en el pasado (Giulia tiene algunas lagunas mentales que irá resolviendo), hasta verificar que no tengamos alguna entidad delante nuestro que los ojos no pueden captar.
Lo que resulta super interesante de la propuesta es que nos lleva a manejar este aparato con muchos elementos que necesitaríamos en la vida real: desde la exposición, la apertura, el enfoque, filtros de distintos colores que permiten difuminar o aclarar imágenes para ciertas situaciones, rollos de película que se agotan a medida que vamos fotografiando nuestro entorno…
Y por si eso no fuera suficiente, también tenemos que revelar las fotos en un cuarto oscuro (y si mijo, no existían las cámaras digitales ni los celus en aquel entonces). Lo genial es que hasta revelar una fucking foto se vuelve una experiencia disfrutable. Si bien algunos pasos están omitidos para hacer el momento más llevadero, según lo explica el propio juego mientras lo vas haciendo, sentís que de vos depende cuidar cada recurso que hay en ese cuartito porque se trata de algo que tenés que hacer con dedicación y precisión.
Es decir: enmarcar bien la fotografía que querés revelar, ponerle buena iluminación y sumergirla en una solución líquida por un tiempo específico para que la imagen se vea correctamente. El revelado será fundamental para que la historia avance, ya que allí haremos descubrimientos super importantes para la trama, y nos llevaremos alguna que otra sorpresa…
¿Querías tensión? Hold my beer
Las pesadillas de Giulia a lo largo de la historia son terribles. Y con terribles no me refiero a jumpscares (que, insisto, no existen acá), sino a imágenes brutales, sentimientos reprimidos, música molesta, situaciones en las que terminamos angustiándonos como si fuéramos parte de la historia…
Sin embargo, la tensión también pasa por otros lugares que no tienen que ver con lo sobrenatural. Si de algo se habla todo el tiempo, es de la Guerra. Conforme pasan los días, vamos leyendo los diarios que cuentan las noticias del momento que se vuelven cada vez más extremistas: toque de queda, prohibición de usar bicicletas para moverse, asesinatos, encubrimientos políticos, querer comprar un kilo de carne y que salga 140 libras… Todo hace a la experiencia.
Por otra parte, y al tratarse la historia principal de una terrible mentira, los conflictos familiares también conforman una parte importante de la tensión. Hay discusiones que duele escuchar, monólogos que erizan la piel y decisiones que preferiríamos no tener que tomar, pero que aún así debemos hacerlo porque de nosotros depende el futuro de Giulia. No, este no es un clásico “elige tu propia aventura” (de hecho, pocas elecciones modifican lo que va a suceder), pero aún así nos sentimos acorralados entre dos opciones que pueden llegar a resultar muy feas.
El único escape y respiro que tenemos en Martha is Dead, es el de mirar el patio de nuestra casa cuando es de día, que no hace otra cosa que transmitir tranquilidad en medio de tanto caos.
La nueva censura: se mira, pero no se toca
Al parecer, incluso este tópico tuvo que reinventarse a lo largo de los años. El hecho de que un título tenga que censurarse en 2022, no implica necesariamente eliminar fragmentos o blurear imágenes. Acá pasa por otro lado: Nos convertimos en espectadores y dejamos de ser partícipes en las escenas más duras.
Para no dar ningún tipo de spoiler, vamos a basarnos en el primer momento fuerte que nombramos al principio de esta reseña: cuando debemos cortarle la cara a Martha y ponérnosla en nuestro propio rostro. Versiones como las de Xbox y PC agregan un condimento que hace de esta una experiencia aún más perturbadora: somos nosotros con el joystick o mouse quienes vamos haciendo el tajo en la piel de nuestra hermana.
Sin embargo, en PlayStation, somos el público del horror que siente impotencia y no puede detener lo que tiene frente a sí (salvo por el botón de OMITIR que aparece bien a la vista apenas comenzada la cinemática). Y en este punto quiero hacer una mención especial: PS se encarga de que estemos 100% seguros de querer ver todo el contenido explícito en el juego antes de arrancar. No es uno, no son dos… SON 3 los carteles de advertencia que te avisan que, en caso de iniciar una partida sin filtros, podrías experimentar sensaciones muy feas y que, si te arrepentís, podés omitir todo lo que te incomode.
Es por eso que, quien haya decidido no jugar al Martha is Dead en esta consola por la tan anunciada censura, debe replanteárselo. Tal y como dijimos al principio: estas escenas NO hacen a la experiencia completa, sólo suman para hacerlo más perturbador. Pero este título es mucho más que eso.
Nada es perfecto
A pesar de la exquisitez con la que se maneja la narrativa, el manejo de la fotografía, la historia y el horror, Martha is Dead también peca con lo mismo que todo juego nuevo: los bugs. Y no tan menores como me hubiera gustado, sino mayúsculos.
Hay objetos y escenarios que jamás renderizan por completo. Se quedan ahí, pixelados, quietitos, intentando que no nos demos cuenta y los ignoremos. O peor aún: hay una zona del bosque a la que ni se te ocurra entrar porque vas a caer en un pozo interminable y te vas a quedar corriendo infinitamente hasta que reinicies el juego (y si lo hacés y volvés a entrar, ooootra vez pasa lo mismo).
Quizás lo más molesto sean los cierres repentinos del juego (que habrán sido, por lo menos, unas 10 veces en todo mi gameplay). Eso si que me hizo putear.
De esta manera, entendemos que este es un título que no terminó de ser optimizado al 100% para todas las plataformas, ya que esto no ocurre en otras consolas de videojuegos.
Pero, ¿sabés qué? Estas cositas se las perdonamos, porque todo lo demás le pasa el trapo.
CONCLUSIONES
Martha is Dead se presenta como una nueva alternativa al género de terror en los videojuegos. Busca ser distinta. Se propone narrar, perturbar, molestar e incomodar. Y lo logra. Es como esa conversación que estás evitando tener hace meses, pero tenés que sacarte de encima cuanto antes. También es hermoso (a su manera) y nos muestra la fragilidad de los vínculos, las amistades, la hipocresía y el horror profundo.
Martha is Dead se arriesga y gana. Juega en el casino con 10 mangos y clava un Jackpot.
Si llegaste hasta acá y te gusta lo que hacemos en Press Over, medio independiente hecho en Argentina, siempre nos podés apoyar desde la plataforma de financiación Cafecito. Con un mínimo aporte nos ayudás no sólo con gastos corrientes, sino también con la alegría de saber que estás del otro lado