Metroid es esa gran pieza perdida, o corrida, del mundo de los videojuegos. Tal vez sea porque Nintendo cuida demasiado esta franquicia, por el motivo que sea, entonces cada nueva entrega se vuelve un verdadero acontecimiento, que en lo particular despide muchísima manija, mucho más si se trata del primer título original desde 2002, en devolver a las aventuras de la cazarrecompensas Samus Aran a su formato iniciático de 2D, con el que debutara en la NES allá por 1986.
El contexto detrás de los intentos
Obviamente que en el medio pasaron cosas y son determinantes para la llegada de Metroid Dread, la nueva entrega de esta serie, que ya les adelanto que es fantástica por si no quieren seguir leyendo. Sucede que, en 2017, el estudio español MercurySteam, que ya había incursionado con el género metroidvania con su saga Castlevania: Lords of Shadow, se destacó con lanzando en 3DS el genial Metroid: Samus Returns.
Dicho título, remake de Metroid II: Return of Samus, original de Gameboy y lanzado en 1991, permitió modernizar en una infinidad de aspectos lo que esta saga puede dar pero sin traicionar su esencia, para que ningún fan de la franquicia se ofusque, pero también brindó aspectos nuevos que lo hacen más amigable para una audiencia nueva.
Esta remake, junto con el por ahora fallido proceso de desarrollo de Metroid Prime 4, le dio la pauta a Nintendo que MercurySteam, obviamente bajo la supervisión de diferentes desarrolladores japoneses de la gran N, tenían lo suficiente para encarar una nueva entrega de la línea de tiempo original de Metroid, el quinto título si lo analizamos así, Super Metroid (1994, Super Nintendo) sería Metroid 3 y Metroid Fusion (2002, Gameboy Advance) el cuarto.
La narrativa que queremos
Metroid Dread nos pone nuevamente dentro del traje de Samus Aran, la cazarrecompezas más grosa de todas. En esta oportunidad, ella se embarca en la misión de erradicar al “Parásito X”, un organismo capaz de copiar a cualquier ser vivo, y que cuenta con características bastante peligrosas.
Tras los eventos de Metroid Fusion, Samus creía haber eliminado cualquier vestigio de este parásito, pero la Federación Galáctica detectó una transmisión que indica que algunas muestras del mismo seguirían con vida en el planeta ZDR. Para ello enviaron a unas criaturas mecánicas nombradas como Exploradores Móviles Multiformes Interplanetarios (o E.M.M.I.) a investigar pero al poco tiempo se perdió contacto con ellas.
La misión de Samus será viajar a ZDR para saber qué corno pasó con los E.M.M.I. y comprobar si efectivamente hay restos del Parásito X activos en ese planeta. Pero como se imaginarán, se va a encontrar con varias sorpresitas más.
Antes de hablar propiamente del juego aclaro algo que es importante. Estaría buenísimo que jueguen a los títulos anteriores de la franquicia, pero para nada es una condición obligatoria que lo hagan previo a agarrar este título. Lo argumental se resuelve fácilmente viendo resúmenes y demás demases.
Creando clásicos inolvidables
Metroid Dread es un Metroid clásico hecho y derecho. A lo largo de sus 10 horas de duración, aproximadamente, nos iremos moviendo por un amplísimo mapa, segmentado en diferentes zonas con ambientes muy marcados (acuático, volcánico, jungla, etc) que recorremos de forma no lineal buscando diferentes elementos, armas y habilidades que le permitan a Samus avanzar a zonas que, en un principio, no puede llegar por distintos obstáculos.
Si jugaste a cualquier metroidvania reciente, Hollow Knight, Guacamelee, Bloodstained, etc., esta metodología no te va a resultar ajena, al contrario. Pero el logro de Metroid Dread es no tener ni un tiempo muerto ni bajón en el trazado de sus niveles, todo fluye, todo es dinámico y espectacular. Esto se deben en gran parte al diseño de cada escenario, pero por sobre todas las cosas al majestuoso esquema de controles que tiene el título.
Controlar a Samus se siente intuitivo, fresco y completamente dinámico. Metroid Dread profundiza los clásicos movimientos del personaje que viéramos en entregas anteriores y intensifica el uso de dos elementos que debutaran en Samus Returns, la posibilidad de hacer un contraataque con el cañón, cuando se presenta una oportunidad específica, y la de disparar a pie firme en 360 grados presionando un botón que deja al personaje parada sin moverse.
Recorrer cada escenario tiene una cuota perfecta de plataformeo, acción alguito de resolución de puzles y brillantes BRILLANTES peleas con jefes. Además, todas las habilidades que vamos obteniendo, el clásico movimiento para convertirnos en bolita, el gancho para colgarnos, los distintos tipos de disparos le dan variantes fantásticas a la aventura, que nunca deja de sorprendernos.
¿Novedades?
La principal novedad a nivel gameplay tiene que ver con secuencias en los que los E.M.M.I., robots super ágiles y aparentemente indestructibles, nos persiguen y si nos ven nos liquidan de una. Son segmentos de puro sigilo, con distintas variantes que realmente se amoldan perfecto a lo que el título propone con sus otros elementos más conocidos.
Visualmente, Metroid Dread es digamos “continuista”. No vamos a ver los mega gráficos, pero si hay un trabajo artístico muy interesante modernizando todo el mundo de Metroid a tecnologías actuales que realmente hace un buen trabajo. Lo mismo podemos decir del apartado sonoro y de la música, una verdadera joya.
Metroid Dread es atrapante, fantástico a nivel diseño y jugabilidad y hermoso desde lo técnico. No se atajen de la discusión de si es difícil o no, no es una pavada pero tampoco es una cosa frustrante que los va hacer enojar. Si tienen una Switch y les picó el bichito de la curiosidad con este título, háganme caso que los va a sorprender. Ojalá sea el primero de muchos porque sin duda, estamos ante mi experiencia gamer más destacada de 2021.
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