La salud mental es un tema que ha tomado mucha importancia en el último tiempo pero siempre ha sido un tópico común en este medio. Múltiples títulos abordan trastornos de la conducta, traumas o incluso emociones aisladas como la soledad, el amor, el desprecio, etc. Hay distintos abordajes y muchas conclusiones a las que pueden arribar quienes se acerquen a estas propuestas.
Pero más allá del enfoque que tengan, casi siempre se opta por tomar la postura de quien atraviesa estas situaciones: el usuario debe meterse en la mente del protagonista y atravesar con él todo este proceso. Por medio de la jugabilidad y la narrativa se impulsa una sensación determinada para que experimentemos lo que sienten los sujetos del relato.
Mind Scanners es un título creado por The Outer Zone que abandona ese lugar común y trae un cambio en la fórmula: ahora somos quien trata el problema. La posición del jugador ahora es la de un profesional que debe atender a distintos pacientes de una ciudad futurista. En nuestras manos descansa la posibilidad de mejorar o empeorar la vida de los ciudadanos de esta urbe.
Como en cualquier relato de ciencia ficción, el futuro no es el paraíso que nos gustaría imaginar. El mundo está dominado por un régimen totalitario llamado La Estructura y todos los ciudadanos viven entre muros debido a que fuera del solo hay criaturas horrendas y humanos capaces de todo.
Podemos notar que en este escenario ciertas ideas compartidas con la sociedad en la que vivimos pero para evitar una identificación demasiado grotesca se exageran algunas cuestiones. Lo primero que aleja nuestra mente es la estética, aquí todo está saturado de colores extraños. Muchos naranjas, muchos azules y otros colores que no vemos cotidianamente, al menos no en los tonos utilizados por los desarrolladores.
Otro factor que genera distancia es la apariencia de la tecnología. No se trata de pantallas táctiles, hologramas y artilugios similares. En este mundo, cada pieza parece salida del medioevo. Es difícil de explicar con palabras pero a la vista todo parece ser un pequeño aparato de tortura.
Lo que si podemos llegar a entender es el estado mental de los hombres y mujeres. El encierro que viven va minando la psiquis de los habitantes, produciéndoles múltiples desórdenes de la personalidad o incluso cuestionar el orden establecido. Para prevenir la última situación se creó un grupo de profesionales llamados Mind Scanners que diagnostican a cualquier ciudadano sospechoso de conductas erráticas.
Como jugadores encarnamos a uno de ellos, un recién iniciado que por razones personales y económicas le interesa avanzar en esta profesión. Nos convertimos en una suerte de Blade Runner que debe interrogar, diagnosticar y descubrir a los agentes extraños que atenten con la seguridad del régimen.
Para facilitarnos la tarea, se nos otorga un maletín que contiene todas las herramientas necesarias para nuestro trabajo. Este artículo será una interfaz por la que accedemos al mapa del mundo, al manual de trabajo y el medio de comunicación con nuestros superiores, entre tantas otras posibilidades. Es una oficina móvil, es el puesto de frontera de Papers Please sintetizado en un cómodo accesorio de oficina.
Aunque la tarea que realizamos suene a algo propio de un detective, en realidad somos como profesionales de la salud. Estas palabras pueden hacer pensar que me refiero a psicólogos pero en realidad tomamos el lugar de un psiquiatra y como bien sabemos, hay algunas diferencias sustanciales entre ambas disciplinas que no terminan en el nombre del diploma.
Nuestro título de ficción nos da la posibilidad de tratar de forma clínica a los pacientes. No ofrecemos un diálogo psicoanalítico o una terapia conductista, nosotros diagnosticamos a los pacientes y decidimos quiénes están sanos o no. Somos juez, jurado y verdugo de las mentes de los otros.
Para decidir quienes están sanos realizamos un pequeño test de Rorschach y dependiendo de las respuestas que nos dan diagnosticamos su estado mental. A veces las afecciones que tienen son obvias pero hay ciertas trampas que dificultan la evaluación médica. Ahí es donde entra en juego nuestra capacidad de abstracción y el ojo clínico.
Una vez que realizamos la prueba, es la hora de decidir el futuro del ciudadano. Si lo diagnosticamos como sano podrá continuar con su vida pero cualquier problema que cause será nuestra responsabilidad. Es un voto de confianza que puede llegar a convertirse en un problema a futuro.
En cambio si se decide diagnosticar al individuo como insano queda un solo camino: la intervención. Acá es donde todo vuelve más crudo porque mediante diversos instrumentos vamos a retocar la personalidad de los ciudadanos. Aunque son minijuegos sin ningún tipo de violencia explícita, se deja entrever las consecuencias que tienen estos procedimientos.
Equivocarse demasiado puede hacer que el paciente escape por el estrés del procedimiento pero incluso cuando acertamos podemos terminar borrando su personalidad. No es fácil conseguir un balance, sobre todo cuando el tiempo que tenemos disponible es limitado y los ingresos dependen exclusivamente del éxito de estas intervenciones.
Aunque todo resulte muy alienígena probablemente existan situaciones que nos hagan cuestionar que estamos haciendo. Por más que sus creadores intentaran generar distancia, es difícil hacerlo cuando cargamos tantos preconceptos. Hay mucho que considerar y diversas formas de abordar cada problema.
En un título muy maleable, que permite que cada uno elijas las opciones morales o racionales más convenientes para su estilo. No hay ningún tipo de valoración sobre lo que hacemos, no se espera nada de nuestras actividades así que solo cargaremos a nuestras conciencias con el peso de las decisiones que tomamos.
Desgraciadamente si no estamos dispuestos a sumergirnos en la fantasía, es difícil que enganche. La trama que ofrece es simple, sin ningún tipo de sorpresa o vuelta de tuerca y solo se hará importante si creemos en las consecuencias de nuestras acciones. En cambio si somos fríos ante lo que vemos, terminamos siendo unos burócratas estatales y esto podría aburrirnos a corto plazo.
Todo depende de cuantos nos enganchemos, de nuestro interés y de nuestra atracción por el mundo estridente que ofrece Mind Scanners. A mi me capturó desde el principio y aunque me resultó sumamente complicado, una vez que le agarre el ritmo quede por completo entregado a la propuesta. A veces jugué a ser un atento especialista y otra veces elegí ser un engranaje más de La Estructura.
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