No soy un tipo que sepa mucho de arte. Sé apreciar el talento cuando lo veo, pero no estoy empapado ni en nombres ni en estilos. Por eso nunca me había percatado de que Monument Valley, una obra maravillosa de Ustwo Games, es un homenaje perfecto a gran parte del trabajo del pintor holandés Maurits Cornelis Escher.
Cuando lo comenté abiertamente en la redacción (donde muchos son del palo del arte), me dijeron «¿cómo no lo sabías?«. Y casi que me sentí mal. Ignorante, desnudo, desprovisto de información. Y si hay algo que detesto es sentirme así, porque para mi trabajo la información es algo fundamental.
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Hasta que me di cuenta que estaba todo bien, que si el juego había logrado que llegue a toparme con la obra de Escher, había cumplido de alguna manera su objetivo. Porque no sólo lo había disfrutado en cada escena, sino que me había interesado en saber de dónde había salido todo eso, de dónde venía toda esa inspiración.
Pero lo genial de Monument Valley 2 es que no sólo va de inspiración en el arte de perspectivas, sino también de una historia de amor y desapego. Y eso es lo que lo diferencia de su primera parte. Sumando, de esa forma, la aparición de un segundo personaje, la hija de la protagonista, clave para el relato que se nos quiere contar.
Primero, como todo niño, nos seguirá a todos lados. Pero después empezará a buscar su propio camino sin desligarse afectivamente de su madre.
Y así, de a poco, los puzzles se irán complejizando, porque por momentos tendremos que guiar a dos personajes para que logren encontrarse nuevamente y otras veces debemos lograr que tomen diferentes rutas. Pero nunca llegando a ser frustrante, solo basta con pararse un poco a pensar, abrir nuestra mente a las perspectivas y la solución terminará decantando sola.
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Por si algún desprevenido todavía no lo sabe, el título de Ustwo Games resume su gameplay a una serie de puzzles en formato vertical que juegan con la perspectiva. Como lo hacía Escher en sus dibujos, claro, pero esta vez podemos controlar a una personita dentro de la obra.
Entonces, en un momento nos damos cuenta que todo es una metáfora del crecimiento de los hijos, de las dificultades que ese crecimiento conlleva, de lo difícil que es dejarlos volar y de cómo seguir con la vida después de eso.
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El mensaje es ese, sin duda alguna. El nido vacío está ahí. Todo lo demás ya lo vimos en el juego anterior.
La excelencia visual en cada capítulo, el juego de colores, de sombras. Las escenas como salidas de un sueño de geometrías y de gravedades alteradas. Los ciclos de día y de noche, la simbología. Todo es una sensación onírica continua, sólo comparable a la que generan los títulos de Thatgamecompany (Journey, Flower, Flow).
Y ni hablar de la música, perfectamente dispuesta para acompañar un juego hecho para desconectarnos, para abandonar por un rato nuestro cable a tierra y dejar volar la imaginación. Esa imaginación que alguna vez Escher plasmó en lienzos y que hoy la gente de Ustwo Games recrea en la forma de arte más completa del momento: los videojuegos.
Monument Valley 2, disponible en iOS y desde hace unos días en Android, tenía una misión complicadísima: mantener la vara alta que había dejado su predecesor. Y no solo logró llevarla orgulloso como un estandarte, sino que se puso en puntas de pie a base de talento y la elevó todavía un poco más.
Contó una historia con la que gran parte del mundo puede empatizar, y complejizó el diseño de puzzles pero sin arruinar la experiencia del usuario, que no está ahí por la dificultad sino por el viaje.
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Desarrollador: Ustwo Games
Lanzamiento: 31 de Octubre de 2017
Plataformas: iOS – Android
¿En Español?: Sí
Fuente: Copia adquirida a través de App Store.