¿Vieron Stranger Things? Claro que lo vieron, ¿qué estoy preguntando? Bueno, eso que juegan los chicos en el sótano, con muchas hojas de papel, dados, alguna que otra miniatura y, en ocasiones, disfraces, es un juego de rol.
El más famoso y mencionado en todo tipo de media es D&D. Un juego que transcurre 90% en la imaginación y muy de tanto en tanto con algún que otro tablero cuadriculado para poder visualizar los combates más claramente. Como lo indica el género, básicamente se juega a tomar el rol de un personaje y actuar una aventura.
Algo así como un ejercicio de actuación, pero recontra geek. Y largo. Muy pero muy largo. La construcción del personaje conlleva varias “sesiones” de juego, y una aventura rara vez tiene menos de unas cuantas sesiones. Con lo cual hay gente que puede llegar a jugar con un personaje durante meses, o incluso años.
Steve Jackson, como miles de otros, dijo un día algo así como: “Esto de jugar juegos donde uno pretende ser otra persona está muy bien, muy divertido y tiene gusto a provolone. Ergo es una fiesta. Pero a veces se me hace un poco lento el tener que diagramar aventuras, calcular si mis habilidades están lo suficientemente a punto para hacer tal o cual acción; ¡estaría bueno un juego donde uno sólo se mete, reparte unos cuantos bifes a unos monstruos, gana tesoros y después los usa para repartir bifes a monstruos con aún más dientes!”
Si Robert, estoy parafraseando, pero así es básicamente como nació Munchkin.
Es verdad que cuando lo estaba probando con sus amigos, no obstante, Carlitos, el verdulero de la cuadra, le hizo un comentario fundamental para el desarrollo del juego: “che Steve, ¿y si además le metes traiciones a diestra y siniestra?”. Y lo hizo.
Munchkin es un juego liviano basado en D&D, y está cargado de un meta-humor del género que invita fervientemente a los que jamás han usado una espada para matar ni a un orco, dragón o goblin, cosa que hace a uno preguntarse dónde ha ido a parar la educación en éste hemisferio, a que lo hagan de manera rápida y sencilla. Sin llenar planillas, ni lápiz ni papel ni cosa golda.
Pero como si éste concepto no resultara lo suficientemente novedoso o cautivante para la dama y el caballero, Steve Jackson, excelso diseñador estadounidense de juegos de mesa, decidió incorporar dos elementos más a Munchkin:
- La representación de la sátira y el humor en un estilo muy caricaturesco y amistoso que circunscribe todo el juego.
- Y el segundo, paradójicamente a la hora de hablar de un ámbito amistoso, es que el quid del juego está basado en traicionar al otro. La traición y la trampa están a la orden del día, y salé con papas fritas y panceta (y quien no le ponga panceta a sus papas fritas merece la horca, Sint ut sunt, aut non sint).
Para lograr esto de manera cautivante, la mayoría de las veces, el éxito de uno no viene si no es acompañado por la asistencia de otro valiente aventurero, o del jugador que no tenga una porción de pizza entre manos. En este caso vienen a ser exactamente lo mismo.
El regateo por las recompensas que dan los monstruos al derrotarlos y los pedidos de ayuda, o acaso ruegos, beneficiarán a ambos jugadores, dejando en mesa la posibilidad de traiciones más jugosas e inesperadas en el siguiente turno. Pero dejando un poco de lado el tema de las relaciones laborales y volviendo al juego; vale la pena experimentarlo.
Aquellos que conocen el género tendrán un gran momento viendo como un talentoso diseñador logró reducir tan hábilmente todos esos intrincados conceptos que nos atrapan de los juegos de rol, en un sencillo juego de naipes e insultos (los últimos no figuran dentro de los componentes de la caja, pero me juego el alma a que estarán presentes). Y aquellos que jamás han entendido cómo es posible que alguien guste tanto de usar una armadura y arroje flechas a un cíclope usando su imaginación, confirmen que tienen que reconsiderar seriamente sus amistades.
Munchkin es, sin lugar a dudas, ideal para aquellos grupos que aún no se han tirado por completo en la laguna de los juegos de mesa modernos, dado que las expansiones que presenta permiten elegir todo tipo de flavour: desde mitos de cuthulu hasta una versión de Rick and Morty, hasta pasando por El Extraño Mundo de Jack y Las Tortugas Ninjas.
No es ni demasiado largo ni tiene una preparación inicial compleja, pero al mismo tiempo garantiza ofrecer una experiencia social divertida, diferente y traicionera para aquellos que se atrevan a intentarlo.
Robert, ¿queres jugar una partida? ¡Pero sin trampas eh! Bha…sin demasiadas.