Mucho se ha dicho respecto a las entregas anuales de IPs deportivas (fútbol, básquet, etc). Y la conclusión, a mi parecer, es clara: a menos que uno se pare desde un punto de vista estrictamente empresarial, el sistema de entregas anuales es completamente indefendible en un ecosistema donde existen los DLC y el Free to Play. Imagínense no solo tener que comprar Fortnite o League of Legends, sino volver a comprarlo cada temporada, solo para ver cambios que se acotan a la interfaz y algún que otro pulido de mecánica de gameplay.
Y aún así, cuando hablamos de deportes, eso es lo que hacemos año a año (ignoremos eFootball y su bochornoso gol en contra). Por más “técnica revolucionaria que va a cambiar la forma en la que jugamos para siempre” que nos vendan, sabemos que nos vamos a encontrar con lo mismo. Es como ir a comer a McDonalds, la hamburguesa se ve apetitosa y comprás con entusiasmo, pero no hay forma de sentirte un poco decepcionado al salir del local.
NBA 2K22 da la misma sensación. Más allá de algunas pequeñas iteraciones en el gameplay, que sí, pueden ser agregados interesantes, pero que en el fondo no cambian nada. O una nueva narrativa para el modo MyPlayer que deja bastante que desear, y la actualización de planteles, el título es básicamente el mismo que en años anteriores. Lo cual despierta una pregunta: ¿Por qué hace años nos encontramos con el mismo juego de básquet? Y consecuentemente, ¿Qué esperamos cuando decimos que queremos algo distinto o mejor?
¿Qué trae de nuevo NBA 2K22?
La propuesta más interesante a nivel gameplay está vinculada a la mecánica de tiro. Hasta hoy, “embocar” estaba ligado a llenar una barrita en el punto perfecto. Dependiendo de la habilidad y puntería del jugador al que controlamos esa barrita iba a tener una velocidad y margen de error más alto o bajo. Este año, lo interesante de la mecánica es que el objetivo no es llenar la barrita al 100%, sino embocarle a un punto que se ubica dentro de esta barrita, con un margen de error visible y variable según las condiciones en las que estés tirando. Por ejemplo: si tirás solo con un buen tirador, el margen de error va a ser mayor que si tirás con uno mediocre y la marca encima. Esta pequeña mecánica es un logro que hace que el tirar al aro tenga una sensación un poco más parecida a un partido de básquet real.
El popular modo MyPlayer, que nos permite crearnos un jugador y cumplir la fantasía de jugar en la NBA, trae una nueva narrativa como nos tiene acostumbrados. Lamentablemente este “modo historia” deja mucho que desear, plagado de escenas largas e innecesarias para una historia que ya sabemos cómo va a terminar. Y después de ahí, el modo MyPlayer es básicamente el mismo que en las últimas entregas.
Por último el modo online nos trae todo un nuevo mundillo en el cual movernos, en el caso de la generación “actual” (no next-gen) el lugar de encuentro es el Cancha del Mar. Un crucero de lujo plagado de canchas de distinto tipo, locales de ropa, peluquerías y (por supuesto) casinos para jugarse todas esas virtual coins que tanto nos costó ganar. El desarrollo de MyTeam, donde podés ir armando tu propio equipo a través de packs, sigue siendo un feature en el que 2K sigue apostando fuerte. Y la posibilidad de prenderte en «picaditos» PvP hacen del modo online una alternativa interesante para el que ya está cansado de jugar siempre contra la misma IA.
Pero esto viene con una gran advertencia. Si bien el modo online parece ser la justificación más sólida (por fuera de la actualización de equipos) para comprarlo año a año. En Latinoamérica es prácticamente injugable debido a la falta de servidores en el cono sur. Lo que nos fuerza a jugar con un ping e input delay de 150/200ms de mínima. En un juego que reaccionar tarde en defensa o en un lanzamiento te vuelve un completo inútil, se vuelve frustrante demasiado rápido. Si vivís en Latinoamérica y lo que te interesa es el modo online, vas a querer que te devuelvan tu dinero.
Y listo. El resto, si jugaste entregas anteriores, ya lo conocés. Y no es el primer año que esto pasa, de hecho ya es mucho más esperable encontrarnos con esto que encontrarnos con una entrega que revolucione verdaderamente la forma de jugar básquet digitalmente. ¿Por qué? Enumero algunos motivos/hipótesis a continuación
La falta de competencia
Esto es algo que también se suele decir de FIFA, pero la realidad es que el PES (hoy eFootball) existe, y con él el debate de qué juego es mejor. Más allá de que hoy -Octubre 2021- este debate parezca acabado, el diálogo sucede y obliga a FIFA a estar, aunque sea, atento.
Esto no es así con NBA 2K. Su única competencia, NBA LIVE (EA Sports) abandonó y se desplazo al terreno mobile. Por lo cual NBA 2K tiene completamente monopolizado el mercado del básquet en PC y consolas. Hasta que no aparezca una propuesta superadora, o que al menos le sacuda un poco el piso a 2K, invertir en una fórmula diferente parece un riesgo que no tiene demasiado sentido correr.
¿Llegamos al pico de simulación del básquet?
El básquet es un deporte demasiado complejo para reproducir digitalmente. Tiene mucho contacto, potencia y a su vez precisión. La coordinación de pies y manos es fundamental y para dominarla lleva años de entrenamiento. El dominio de la pelota es con las manos y esto abre un abanico enorme de posibilidades. Los jugadores están muy juntos y deben moverse en sincronía para que tanto el ataque y la defensa funcionen bien.
Todas estas características propias del deporte hacen que simularlo sea una ardua tarea. Simulaciones de física, inteligencia artificial de alta complejidad, y sobre todo un conjunto enorme de animaciones que tienen que responder automáticamente a la intención desconocida de aquel que esté detrás del joystick.
Contrastemos esto con el fútbol, que en mi opinión es el deporte de equipo ideal para transponer a videojuegos. En el fútbol tenemos una cancha grande con jugadores pequeños en relación (la precisión fina y el contacto no son constantes necesidades), los movimientos coordinados de equipo son mucho más abiertos y claros, sacados del espacio reducido. El dominio del balón es con el pie, lo cual hace que la cantidad de cosas que se puedan hacer sea mucho menor y por ende más fácil de simular.
¿A qué voy con todo esto? Que si bien el básquet de NBA 2K está muy bien (si agarrás a un desprevenido mirando de lejos, o alguien que no mira mucho el deporte capaz hasta confunde el gameplay con un partido de verdad), al jugarlo se siente raro. Es básquet pero no es básquet, es otra cosa. Las animaciones son correctas pero no se ven orgánicas, la Inteligencia Artificial está bien pero se vuelve repetitiva rápidamente. Un joystick nunca va a tener la cantidad de inputs necesarios para abarcar todo lo que el básquet abarca y el juego siempre va a tener que interpretar intenciones y responder con animaciones o reacciones de IA inesperadas. ¿Cuántas veces me habrá pasado de querer jugar con algún amigo y que la vara esté demasiado alta? “Es muy complicado”, «muchos controles» me dicen, y tienen razón.
Esto lleva, en conjunto con el desarrollo gráfico, a un punto en el cual el juego se parece a la realidad, pero claramente no es la realidad. Dejándonos en un punto intermedio que es raro y nos deja con una pregunta: ¿ya está? ¿es esto todo lo que los videojuegos tienen para ofrecerle al básquet?
¿Y la nueva generación?
Está por verse, pero me atrevo a decir que la nueva generación no va a cambiar demasiado este rumbo. Está bien que solo tenemos dos entregas en la nueva generación hasta ahora, y tanto el desarrollo técnico como el mercado se deben asentar para que se empiece a apostar más fuerte. Pero hasta ahora, el foco de las nuevas tecnologías parece estar más enfocado hacia el desarrollo gráfico. Los cambios van en un rumbo cuantitativo (mayor resolución de texturas, menores tiempos de carga, etc), y no cualitativo (mejores mecánicas, simplificación de gameplay).
Pero soportado por lo dicho anteriormente, la simplificación trae consigo el alejarse de la simulación y el realismo. Y este realismo a su vez, trae la limitación técnica de que el básquet es un deporte demasiado complejo para simular. Es una encrucijada que no parece tener solución a la vista. Solo nos queda ver si algo sucede, ya sea que a 2K se le prenda la lamparita o asuma algún riesgo fuerte, o aparezca un nuevo jugador en la cancha que obligue a repensar las reglas del juego.
La FIBA (lo que sería la FIFA del básquet) tiene como política modificar alguna regla del deporte entre mundiales, con la intención de mantener el deporte fresco. Si bien estos cambios siempre abren a la polémica y el debate, la actitud de refrescar y renovar la veo como una virtud, hace que el deporte no se estanque. En el terreno digital, donde «la innovación» es ley, la mentalidad parece ser otra y el panorama para una renovación es desalentador.
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