Cuando jugamos la demo a finales de julio me quedaron unas sensaciones maravillosas. Daba la impresión de que Nine Witches: Family Disruption era una aventura que recogía todo lo bueno que nos dejó LucasArts y lo llevaba a la actualidad con un pixel art hermoso y una renovación de mecánicas pensadas para jugar con joystick. Y no nos equivocamos.
El primer videojuego para consolas y PC del estudio argentino Indiesruption, comandado por Diego Cánepa, tiene de todo: misterio, fantasmas, nazis, monstruos, humor y varias cosas más que no les voy a contar para no spoilearles la experiencia. Todo en una ambientación de finales de la Segunda Guerra Mundial y en un pueblito noruego inventado para la ocasión.
Nine Witches: Family Disruption es, en esencia, un point and click en el que manejamos a Alexei Krakovitz, un profesor tetrapléjico experto en ciencias ocultas, y a Akiro Kagasawa, su fiel asistente. Y con ambos tendremos que frenar los planes de la Okkulte-55, una división secreta del Tercer Reich dedicada al ocultismo. A las brujerías, a los gualichos, a esas cosas.
Y se trata de un detalle argumental no menor, ya que les permite a los cinco argentinos detrás de la obra plantearnos puzzles elaborados en los que no sólo tendremos que estar atentos a las posibilidades que nos ofrece cada personaje, sino también a cómo reacciona el entorno a ellos. Porque claro, el profesor no puede realizar muchas acciones relacionadas a la parte física, pero es ideal para poder atravesar puertas cerradas con su parte astral, para hablar con personajes muertos llenos de información necesaria, o mismo para averiguar qué hay en algunas zonas inaccesibles también con su versión fantasma.
Indiesruption logra generar situaciones complejas sin el más mínimo atisbo de frustración. Varias veces hablamos sobre cuándo un puzzle está bien hecho y cuando no, y en general llegábamos al consenso que indica que si cuando lo resolvemos decimos: “Ahhh, claro, era por ahí”, es porque estaba bien pensado. Ahora, si como en el caso de muchas aventuras gráficas las resoluciones pasan por caprichos mentales de los diseñadores, estamos en un problema.
En Nine Witches: Family Disruption esas cosas no suceden. Las contadas veces que estuve trabado en la aventura pasó por desinteligencias mías, por no prestar atención a los detalles. Cosa clave en cualquier aventura gráfica que se tilde de tal. Cada ítem con posibilidades de interacción está ahí por algo, como sucede con cada plano en la industria audiovisual. ¿Te acordás de esa caca de caballo del comienzo del juego? Está ahí por algo. Como la máquina del bar, las monedas de las mesas o cualquier otro objeto dibujado por el artista de la obra. Nada está librado al azar, y si tenemos eso en claro todo se nos hará bastante más sencillo.
Nuestro paseo por Sundäe (nombre del pueblo ficticio) y sus alrededores, siempre dependiendo que tan buenos seamos resolviendo problemas, dura aproximadamente unas 8 horas. Tiempo suficiente para enfrentarnos a situaciones de lo más diversas y diálogos llenos de humor y originalidad.
Mis preferidos fueron algunos de los momentos en los que se rompía la cuarta pared, adoro ese recurso cuando está bien implementado. Como aquella vez que me crucé con un hombre del pueblo que le faltaba un pedazo de brazo y el fiel ayudante del profesor, le dijo: “Debe ser duro vivir con cuatro píxeles menos”. O ese humor negro constante resuelto con chistes sencillos pero correctos, como cuando también Kagasawa, en plena iglesia, le dijo a Krakovitz: “Mi primo vino sólo tres veces a una iglesia en su vida: Una vez le tiraron agua, otra arroz y en la otra, tierra”. Simple, es verdad, pero en la práctica es un chiste que funciona de maravilla y te saca una carcajada al instante.
Premio especial para un payaso que nos encontramos cada tanto y que siempre está dispuesto a hacernos bullying con contestaciones que dejan en evidencia nuestras preguntas tontas, con remates con risas grabadas al mejor estilo sitcom. O aquella vez en la que tenemos una charla directa con ciertos persones de la vida real que tampoco quiero spoilearles, ya que la experiencia en estas aventuras tan narrativas son fundamentales y no voy a ser el responsable de arruinarles nada. Ni a ustedes. ni a los desarrolladores de este juegazo que tanto empeño le metieron a cada línea de diálogo.
Como irán entendiendo, todo es bizarro y satírico, inclusive la misma representación del nazismo, que en este caso está formado por militares caprichosos, adictos a las fiestas y sumamente ignorantes (no voy a hacer chistes sobre eso). Incluso en un principio el pueblo en el que transcurre la historia iba a estar abarrotado de banderas de la SS, pero Diego Cánepa nos contó hace un par de semanas que tuvieron que eliminarlas por pedido de algunos mercados. Temas sensibles que a veces es menester respetar.
Pero la parte humorística, tal vez el eje fundamental de la obra, no sólo tiene su parte satírica y negra, sino también una un poco más chabacana y escatológica que, si bien puede no ser del agrado de algunas personas, creo que están bien puestas y pensadas para el target al que Nine Witches: Family Disruption va dirigido.
Es muy interesante, además, investigar el entorno, leer cada objeto interactuable porque nos dan contexto y nos suman al conocimiento general del mundo que nos rodea. Es realmente tremendo el trabajo que hicieron en tres años de desarrollo las sólo cinco personas que integran Indiesruption. Los fondos, también hechos en pixel art como todo lo demás, son de un nivel increíble y en pantallas grandes se ven muy pero muy bien.
Nine Witches: Family Disruption se siente como una remasterización de una aventura gráfica que alguna vez existió, tal vez hace dos o tres décadas, pero cuando la manejamos con joystick y vemos que sus tiempos son mucho más dinámicos que los de antes, nos damos cuenta que es un producto moderno y adaptado a los tiempos que corren.
Un detalle del desarrollo, que seguramente profundicemos bien en una próxima nota que no esté dedicada al análisis, es que la traducción de los textos a los casi 10 idiomas en los que está disponible el videojuego argentino estuvo a cargo de la misma empresa que se ocupó de los de Thimbleweed Park de Ron Gilbert. Por lo que saben de qué hablan y pueden esperar un gran trabajo en ese sentido si es que, por alguna razón, deciden jugarlo en otro idioma que no sea el español. ¡Cipayos!
Nine Witches: Family Disruption es, a mi gusto, uno de los mejores juegos que se hicieron en nuestro país. Con un trabajo de guión redondo, mucho humor, situaciones extraordinarias pero bien hiladas, música de misterio impecable, con puzzles con el desafío justo para no frustrar pero lo suficientemente complejos para no ser un paseo, guiños a la cultura pop en general (Star Wars, por ejemplo) y contexto de Segunda Guerra con nazis a derribar, algo que nunca falla.
En Press Over hace meses que no ponemos puntos en nuestros análisis, simplemente nos dedicamos a contarles qué nos pareció la obra que hayamos jugado para que ustedes usen su propio criterio, pero les aseguro que si tuviera que ponerle una nota a este videojuego argentino, seguramente sería muy alta. Vayan a comprarlo que no se van a arrepentir.
Nine Witches: Family Disruption está disponible en PC, PS4, PS5, Xbox One, Series X/S y Switch desde el 4 de diciembre y lo jugamos gracias a Blowfish, su publisher.