Hay dos cosas que hicieron que me enganchase casi instantáneamente con Phantom Doctrine. La primera es por supuesto la historia y su contexto, de la que ya voy a hablarles en breve. Pero la segunda es el hecho de que es perfectamente consciente de que está condenado a ser comparado con los últimos XCOM de Firaxis.
Es un detalle casi humorístico, pero encontrarme en el tutorial con varios textos explicativos comenzando con un “a diferencia de otros títulos dentro de este género…” fue algo refrescante. Si, el equipo de CreativeForge sabe que no están inventando la rueda, están haciendo su versión de la misma, y saben también que por ello van a ser sometidos aun con más insistencia a la inevitable costumbre que todos tenemos de hacer comparaciones para describir un juego.
Concientizarlo, sin embargo, me transmite la sensación de que las comparaciones no les importan. No sabría decir bien por qué, pero ese detalle, esa actitud, me encanta.
Hablemos ahora entonces de la historia de Phantom Doctrine.
Inspirado en las series, libros y películas de espías clásicas, y acompañando todo con algunos toques del film noir, el título nos deposita en el año 1983. La Guerra Fría continúa desarrollándose con absoluta ferocidad mientras la dos grandes superpotencias intentan imponerse una sobre la otra. Este juego de dos se ve sorpresivamente interrumpido por una misteriosa organización, que infiltrada en cada recoveco de poder busca hacerse con un arma de alta capacidad destructiva.
Ante la incipiente amenaza, somos asignados como líderes de The Cabal, una red de espías que funciona de manera paralela a la CIA o la KGB, dependiendo de nuestra elección. Yo fui por la segunda en respeto a mi firme postura política porque Tom Russodorov sonaba muy bien y porque había que evitar la Tercera Guerra Mundial.
Es una premisa que conocemos muy bien de series como El Agente de CIPOL y Misión Imposible, o las novelas de Ludlum, para citar algunos ejemplos. Pero lejos de cansar, Phantom Doctrine atrapa reproduciendo los mejores elementos de cada una para construir un interesante thriller desparramado por todo el hemisferio norte.
La sensación de ser parte de una de estas historias es exquisita, y se refuerza en toda la fase estratégica del juego. Podemos contratar agentes, asignarles identidades y pasaportes nuevos y desplegarlos por todo el globo en busca de nuestro elusivo enemigo a través del mapa mundial. Y todo mientras nosotros mismos intentamos evadir a los suyos, entorpeciendo su trabajo con operaciones de contrainteligencia.
También podemos comprar y desarrollar armas y equipamiento, y mejorar las instalaciones de nuestra base de operaciones, la cual puede ser mudada en caso de emergencia. Pero lo más interesante es la investigación que permite el avance de la historia.
Armados con un tablero de corcho y la documentación obtenida en diferentes misiones, tenemos que desplegar y analizar cada pieza de inteligencia para luego comenzar a, literal, atar los cabos. Es un minijuego simple y sencillo (a veces quizás demasiado), pero brillante en su ejecución y estilo detectivesco, y me encantaría que el estudio continúe desarrollando esta idea en el propio Phantom Doctrine, o en un proyecto futuro.
¿Qué hay de las misiones en si? A nivel gameplay van a ser terreno familiar para quienes ya conocen el género, pero con ciertos toques que lo distinguen. El juego hace énfasis en el sigilo, y si bien las armas de fuego siempre están listas para su uso, lo mejor es no utilizarlas. Salvo que estén silenciadas, su uso dispara de inmediato todas las alarmas, y esto significa el arribo de equipos tácticos armados hasta los dientes o bombardeos de emergencia sobre nuestra posición. Sea cual sea la respuesta del enemigo, lo más probable es que perdamos buenos agentes en el camino.
Hay también otra contra, y esa es que cuando empiezan a volar las balas es que uno se da cuenta de la cantidad de ajustes que hacen falta. La AI de pronto parece capaz de disparar balas curvas y sus armas tienen un alcance imposible, que puede ir desde una punta a la otra del escenario.
Mucho más satisfactorio es manejarse con cuidado, dejando inconscientes a guardias y agentes (y a veces también a civiles), y solo caer en las armas al momento de realizar una emboscada bien planificada. Pero ojo, porque tampoco esta modalidad es perfecta.
Utilizar disfraces, habilidad que nos permite deambular por todo el mapa sin ser detectados por el enemigo, es una obligatoriedad, pero también es algo que desbalancea el juego y lo facilita en exceso. A esto se suman los escenarios, que se repiten muy seguido y nos permiten memorizar muy rápido la ubicación, al menos aproximada, de los elementos coleccionables (inteligencia y equipamiento), guardias y civiles, provocando que del excitante thriller pasemos a la aburrida rutina más rápido de lo que cualquiera quisiera.
Por suerte, las irregularidades del combate son compensadas por toda la fase estratégica de la que ya hablamos, que con el reloj corriendo logra mantenernos siempre al borde del asiento, con nuestros ojos de halcón siguiendo cada paso de The Cabal y sus agentes.
Es esa la sensación que me queda cuando termino de jugar, la de paranoia y peligro constante, y es por eso que vuelvo a sentarme buscando más. Si no fuese por el desbalance de las habilidades o la desprolijidad del combate, o si tan solo nos pidiera un poco más de cabeza para desentrañar los distintos misterios, Phantom Doctrine podría estar a la altura de los títulos que homenajea. Quizás la próxima sea la vencida.
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Desarrollador: CreativeForge Games.
Lanzamiento: 14 de agosto de 2018.
Plataformas: PS4 – Xbox One – PC.
¿En Español?: No.
Fuente: Copia adquirida gracias a Good Shepherd Entertainment (PC).