Arrancando Diciembre, nuestro querido Juan Lomanto nos describió las bondades de la Xbox Series X luego de probarla por unas semanas. Como era de esperarse, les traigo un artículo de similares características haciendo foco en la nueva consola de Sony, después de opinar si vale la pena adquirirla el día uno o no y todavía sin mucha idea de dónde están todas las preventas. El equipo (en su versión con lectora) fue provisto por PlayStation Argentina, a quienes agradecemos por la oportunidad para adentrarnos a la nueva generación de consolas desde la otra esquina.
Nobleza obliga antes de comenzar: me considero un acérrimo fan de PlayStation, al punto de haber ido tres años seguidos al PlayStation Experience (2015, 2016 y 2017) como viaje de vacaciones de cada uno de esos años. Tuve todas las consolas hogareñas, mi PlayStation 2 en un momento dejó de leer copias de tanto que la usé, tuve dos PlayStation 3 (la primera víctima de la luz amarilla de la muerte) y tuve la PlayStation 4 apenas meses después de su salida global allá por Marzo de 2014, traída por un tercero de las nobles tierras puertorriqueñas.
Hemos visto con el correr del año que la campaña de PlayStation no dudó en ningún momento en mostrarla como un artículo de lujo, contrariamente a la amigable estrategia de negocio de Xbox en tandem con el servicio de Game Pass que busca combatir en parte el precio base de los AAA recientemente ajustado a u$s70. PlayStation 5 no busca cambiar el paradigma de cómo accedemos a los juegos, con un store argentino que sigue en dólares y el servicio de PS Plus que mantiene su política de “regalar” entre dos y cuatro juegos por mes a sus suscriptores, pero sí busca cambiar cómo los sentimos.
Esto último en mayor medida gracias a la tecnología puesta en el DualSense, el hermano mayor y “espacial” del DualShock 4. Con un diseño renovado y el feedback háptico, basta tan solo iniciar el Astro’s Playroom (juego pre cargado con todas las PlayStation 5) para darse cuenta que entramos en un terreno que era completamente ajeno para nosotres en materia de inmersión juegueril.
Imagínense la vibración que experimentaban en los joycons de la Switch, pero ahora como si estuviese sectorizado e individualizado sobre todo el control: van a sentir la lluvia, los pasos, diferencias entre transitar un terreno arenoso respecto de una calle y un sin fin de efectos sensoriales difícil de explicar tan solo con palabras.
El otro gran cambio a nivel mecánico que posee el pad son los triggers, que a primer contacto parecen funcionar como los gatillos de cualquier otro dualshock pero que dependiendo del juego nos va a ofrecer cierta resistencia a la hora de tomar determinadas acciones (ejemplo, hace “click” cuando disparamos un arma o requerirá más presión a la hora de tensar un arco).
Si, ya sé que empecé por el joystick sin siquiera mencionar la nueva interfaz o si corre X jueguito en 60 fps con raytracing sin perder frames mientras te prepara el desayuno. Pero en mi opinión y hasta el momento, es la característica fundamental de la nuevo consola de Sony. En materia de comodidad de uso, el nuevo sistema operativo parece el resultado de una noche de pasión (sin cuidarse) entre el SO de la PlayStation 4 y el menú de Netflix.
La navegación es bastante sencilla, con tarjetitas que se organizan de forma horizontal para representar los diferentes juegos que tenemos instalados en el equipo. Y en una “tab” separada tenemos organizadas de la misma forma las aplicaciones asociadas a reproducción de contenido (Netflix, Youtube, Spotify, etc).
Sin embargo, el destaque mayor de esta experiencia de usuario es la integración completa y “transparante” del PlayStation Store como una tarjetita más dentro del menú, sin tiempos de carga y haciendo quedar en ridículo a las versiones previas de las tiendas digitales de PlayStation en las consolas predecesoras.
No me voy a poner a contar teraflops ni contarles cómo el 95% de los televisores que se consiguen en Argentina no tienen HDMI 2.1 ni VRR para disfrutar a pleno de la salida de video de PlayStation 5 (aunque lo acabo de hacer), pero si voy a decirles que el disco SSD es el componente que dirige la batuta para que tengamos una experiencia agradable.
El paso de un juego a otro, los tiempos de carga en los juegos, el acceso a las opciones para compartir capturas multimedia mientras estamos jugando, todas funcionan de manera fluída y sin inconvenientes, generando placer a les usuaries en este tiempo de inmediatez absoluta que nos toca vivir.
Y ya que estamos con la inmediatez no puedo dejar de mencionar las “Actividades”, una característica que PlayStation 5 agrega a los juegos en forma de tarjetitas similares a las del menu de inicio. Estas actividades se encargan de cortar el juego como una torta, marcando el porcentaje de compleción de cada actividad dentro del fichín y a veces hasta comunicando cuánto tiempo te queda para terminar esa deliciosa porción de sidequest con dulce de leche.
Varias de estas Actividades están asociadas a trofeos e incluso a veces tienen ayudas visuales de como completar esa tarea, dependiendo del desarrollador del juego y suponiendo que tienen una suscripción activa de PS Plus. Aprovechando que convertí este párrafo en la sección “cómo PlayStation quiere atraer mucho público nuevo”, les comento que si tienen una suscripción de PS Plus, pueden acceder a una colección de 20 videojuegos de PS4 que definieron la generación pasada de manera gratuita, con títulos como God of War, Horizon Zero Dawn, Detroit: Become Human, Persona 5, entre varios otros.
El gran inconveniente de PlayStation 5 por ahora tiene más que ver con lo difícil (y caro) que es hacerse de una consola en cualquier parte del mundo. La falta de stock inicial y los scalpers vendiendo como promoción de navidad las consolas con algunos agregados a $240.000 la hacen inmediatamente un bien de lujo, algo que no está lejos de lo que comentaba al principio de la nota respecto de la estrategia de Sony.
Si a esto le sumamos que no parece haber ninguna novedad en el horizonte respecto de la pesificación del Store y la poca cantidad de títulos realmente exclusivos a la fecha (dos), por el momento me parece una inversión más inteligente, en lo inmediato, adquirir una Xbox Series S y una suscripción de Game Pass, que nos permite jugar casi todos los juegos 3rd party de manera económica, mientras miramos de costado cómo se va cocinando el lineup de exclusivos para el 2021, que al final del día es lo que termina dándole el peso específico a la consola de Sony desde tiempos inmemoriales.
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