Esto de tener que comer, transpirar y otras necesidades fisiológicas —que en aras del buen gusto no vamos a nombrar— es un bajón. Es mejor dejar nuestro cascarón de carne y volcarse a ser un ECHO, una representación digital de la conciencia humana. Así —y casi sonando a publicidad de home banking— podemos transferirla con comodidad, simplicidad y rapidez a cuanto robot se nos antoje.
Por supuesto, más allá de que tener un enorme exterior de metal nos otorga grandes ventajas —tal como dejar de ser sutiles al hacernos lugar en transportes públicos— se nos abren diversas salidas laborales. Podemos tomar control de los “Sentinel”, que no son otra cosa que robots construidos para romper huesos y repartir plomo.
Como es de esperar, en el juego se nos presenta una de estas oportunidades. “Trident” es el nombre elegido para una colonia humana conformada por una flota de naves espaciales. El último refugio y esperanza de la humanidad para la supervivencia, porque parece ser que, pese a la gran presión, el reciclaje de pilas y pasarnos a una dieta a base de quinoa no dió resultado.
De pronto y por sorpresa, Trident es invadida por una especie alienígena y somos nosotros los elegidos para repelerla, jugando en soledad o con otros tres amigos (de manera local o internética). Claro que la opción cooperativa es la más divertida y la que más rinde a la hora de hacer frente a las misiones, ya que el juego es bastante desafiante.
En sí, la propuesta es la de un twin-stick shooter con una vista área isométrica. Tenemos a nuestra disposición varios modelos de robots con diferentes capacidades, tales como una explosión de poder que maximiza el daño, el uso de barreras protectoras, proyectiles de alto poder, entre otros.
Dichas variantes de Centinelas, sus armas y habilidades pueden desbloquearse, mejorarse ¡e incluso re rolear sus estadísticas!. Esto se consigue a través de la experiencia y partes de repuesto, que vamos obteniendo en cada recorrido por las diferentes áreas de la colonia.
Por lo general, cada nivel nos plantea tres o cuatro objetivos. Suelen implicar explorar el mapa para interactuar con algunos elementos o, incluso, resistir en un área determinada los embates de oleadas enemigas, hasta cumplir un tiempo límite.
Si bien el juego no nos genera una necesidad patológica de grindeo, la rejugabilidad de cada locación se fortalece al ser generadas de manera procedural. Como es sabido, este sistema es un arma de doble filo, ya que puede dejar “sin alma” los mapeados. Por fortuna en este caso funciona bastante bien y, sumado a que cada área posee algunas diferencias estéticas con respecto a la anterior, resulta suficiente para evitar la monotonía.
En la actualidad, Trident’s Wake se encuentra en early access y, pese a que cuenta con aspectos a mejorar, ya puede disfrutarse sin mayores inconvenientes. Quizás la mayor contra es lo mucho que se eleva la dificultad en caso de estar jugando solos. Por ejemplo, si se nos viene encima un jefe inmune a disparos frontales, es complicado esquivar su “focuseo” y pegarle desde atrás, tarea mucho más sencilla al contar con al menos un jugador adicional.
Por supuesto, existen otras limitaciones dentro de este acceso temprano, como la cantidad de diferentes Centinelas disponibles (cuatro por ahora) y los escenarios están limitados a sólo dos diferentes. Pero el juego está recibiendo actualizaciones con una frecuencia significativa, concentrándose en mejorar y balancear diferentes aspectos, donde se evidencia que tienen muy en cuenta las opiniones de la comunidad. El lanzamiento final sería en el mes de abril de 2019, junto con la promesa de nuevos Centinelas y armas, más variedad de enemigos, nuevas áreas y ambientaciones.
Pero, ¡qué barbaridad! ¡Llegamos hasta aquí sin mencionar que estamos hablando de un desarrollo argentino! Los mendocinos de Bacus Studios son los padres de esta prometedora criatura. Será publicada por los canadienses de Graffiti Games que, si bien es una empresa joven, está integrada por profesionales con años de experiencia en el rubro.
Para terminar, vamos a blanquear que fue intencional omitir que se trata de un desarrollo argento hasta la conclusión de esta nota. Nos parece importante cerrar alentándolos a ustedes, queridos viciosos, a apoyar los emprendimientos de nuestros estudios nacionales. Estamos en un momento donde, pese a los escollos, esta industria no para de profesionalizarse y crecer en propuestas de calidad. Banquemos el esfuerzo y dedicación, en especial cuando se trata de un early access que, si bien le falta algún pulido, promete y está a un valor muy accesible en Steam. Mientras, nosotros nos quedaremos tuneando robots y dejándolos “bien flama”, esperando la versión final de Trident’s Wake.