Todos saben que el universo de Star Wars es inmenso. Abarca desde películas hasta series de televisión, dibujos animados, figuras de acción, legos, videojuegos y más. Como era de esperarse, en cada uno de esos ámbitos hay productos buenos y malos. No voy a entrar en detalles sobre las películas porque podría desencadenar la tercera guerra mundial, pero sí quiero contarles por que este título es definitivamente una joya que merece ser jugada y re jugada.
Para los que somos más viejitos, el logo de LucasArts es sinónimo de tiempos mejores, nostalgia a borbotones y casi una garantía de que la vas a pasar bien. El estudio no sólo cuenta con grandes entregas de la saga bajo el brazo, sino otros grandes éxitos como Grim Fandango, The Secret of Monkey Island e Indiana Jones and the Fate of Atlantis, por mencionar algunos. Particularmente este logo lo tengo grabado en el cerebro desde 1997. Por aquella época, una Rai de cinco años hacía su mejor esfuerzo durante los primeros niveles de Super Star Wars: Return of the Jedi para enorgullecer a su papá. Toda una travesía coordinar deditos tan pequeños, déjenme decirles.
Definitivamente mi amor por la saga inició gracias a mi papá y a esa aventura de SNES, y fue creciendo con los relanzamientos de los episodios IV, V y VI que vimos múltiples veces en el cine. Quienes me conocen o han leído algunas de mis notas, saben que él fue quien me introdujo a este universo gamer y que hasta el día de hoy conectamos por ese lado. Si bien no es un jugador acérrimo, nos gusta perder tiempo recomendándonos mutuamente títulos que quedarán juntando polvo en nuestros respectivos backlogs. Pero cuando le hablé de Star Wars:Republic Commando, fui realmente enfática en que debía jugarlo sí o sí. Y lo hizo.
Esta entrega vio la luz en el 2005 sólo para Xbox y Windows. Luego tuvo un relanzamiento exclusivo de Xbox One en el 2018 gracias a su retrocompatibilidad y recientemente migró a las consolas restantes. En mi caso, la Nintendo Switch.
La trama nos sitúa entre los episodios II y III – el cual estaba a puertas de estrenar en cines – y tiene como eje al escuadrón Delta. Es el grupo comando de la élite de la República, integrado por cuatro Troopers genéticamente modificados: el líder RC-1138 “Boss” (AKA nosotros), RC-1262 («Scorch«), RC-1140 («Fixer«) y RC-1207 («Sev«). Como equipo, debemos superar una serie de misiones que se desarrollan durante la Guerra de los Clones, para que así prevalezcan los intereses de la República por sobre los de los Separatistas.
Acá es importante hacer una pausa y recalcar que para la época fue sin lugar a dudas una propuesta fresca, ya que eran contadas las entregas que nos ponían en las botas de un clon y nos permitían salir a los tiros con blasters. Lo usual era que tomemos la postura de los héroes empuñando sables láser o conduciendo pods a través de la galaxia.
Para mayor variedad en la jugabilidad, cada uno de los personajes cuenta con una habilidad especial. Scorch es quien se encarga de los explosivos y el equipamiento pesado. Fixer es un hacker súmamente dedicado que nos abrirá todas las puertas que bloquean nuestro camino. Y por último está Sev, un vivaz sniper que disfruta de contabilizar sus víctimas mientras nos cuida la retaguardia.
Nosotros, desde la posición de líder, podemos indicarles qué funciones realizar según creamos conveniente en cada misión. Darle este tipo de peso al apartado táctico, hace que Star Wars:Republic Commando no quede sólo como un shooter, sino que le ofrece un plus al jugador. Pero la parte más importante no es sólo que incluya estas funciones, sino que las integra de tal forma que la estrategia termina siendo parte fundamental para poder superar cada uno de los 14 niveles.
Durante los distintos combates pasaremos por tres locaciones: el planeta Geonosis, una nave de asalto llamada Prosecutor y el planeta Kashyyyk. Ahí nos esperan una serie de enemigos que van desde droides hasta trandoshanos, a los que podremos derrotar haciendo uso de las habilidades de nuestros colegas y el súper equipo que cargamos.
Como arma principal tenemos un bláster tipo rifle al que le podemos poner accesorios de su misma línea, de francotirador o de lanzagranadas. Como secundaria contamos con un bláster tipo carabina simple y además, una cuchilla retráctil para los combates cuerpo a cuerpo. La mejor parte de todo esto es que no sólo podemos acceder a upgrades para nuestra arma principal, sino que tenemos la opción de recolectar las de nuestros enemigos caídos, como el haz de élite geonosiano, la pistola de matriz de partículas o la ballesta wookiee (mi favorita).
Por otro lado, mientras hacemos los recorridos, podremos parar en distintos puntos – estaciones Bacta – para restablecer nuestra barra de vida. Háganlo siempre, ya que si bien no podemos morir per sé, quedaremos en estado “incapacitado”. Para poder retomar la acción dentro de la partida necesitaremos que alguien del equipo que esté “libre”, nos reviva. El problema es que si los cuatro llegamos al estado de incapacidad, perderemos la partida y tendremos que arrancar desde el save anterior.
Claramente es un título “antiguo”. Por más de que haya sido porteado a una consola actual, hay pequeños detalles que no fueron ajustados como caídas de frames, textos un tanto ilegibles y texturas borrosas. Pero no hay nada que afecte realmente la jugabilidad o el disfrute a nivel general. Tras tantos años, es sumamente destacable lo bien que “envejeció” y la forma en la que balancea la acción rápida de los disparos a la velocidad de la luz con la táctica y estrategia que cada operativo requiere para una misión exitosa. Y no puedo dejar de mencionar la intensidad de cada uno de los combates, no importa si es el primer nivel o el último.
Desde que escribo sobre videojuegos he tenido la suerte de poder hablar de varias aventuras de esta saga tan cercana a mi corazón. Algunas han sido maravillosas y por suerte pocas fueron horrendas (nunca tan horrendas como ver a Rey auto adjudicarse el apellido Skywalker, ojo). Definitivamente Star Wars: Republic Commando entra en el top 10 de los mejores títulos que este particular e inmenso universo tiene para ofrecer. Si no lo probaron nunca, es una oportunidad que no se pueden perder y si no lo experimentan desde el 2005, es hora de que vuelvan a calzarse esas botas de Trooper. Nos vemos en el espacio.
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