Mientras escribo estas líneas, una horda zombies acompañada de un Juggernaut (un zombie del tamaño de un elefante) deambula olfateando el aire y esgrimiendo el peor catarro de la historia, alrededor de la farmacia en la que un miembro de mi comunidad y yo nos escondemos. State of Decay 2, la secuela del juego Open World desarrollado por Undead Labs y publicado por Microsoft en 2013, ofrece momentos de alta tensión como éste de forma constante.
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De novedad, esto no tiene nada. Su predecesor manejaba estos momentos de igual manera, obligándonos constantemente a escurrirnos de entre la espada y la pared.
Lo cierto es que tampoco vamos a poder hablar de muchas novedades, sino más de una evolución en varios elementos del juego. Así se siente State of Decay 2. Más una evolución que una secuela propiamente dicha.
Antes de lanzarme de lleno con el análisis de este título, quiero advertirles que no encontrarán un puntaje final. Al menos, no todavía. Toda mi experiencia con este juego ha sido dentro del modo single-player, dado que aun no tuve oportunidad de reunir un equipo para jugar en cooperativo.
Sobre esa modalidad escribiré mas tarde, en otro artículo, y cuando eso suceda verán finalmente la puntuación en este análisis.
Aclarado esto, ahora sí podemos comenzar.
State of Decay 2 comienza dándonos la opción de elegir una de entre varias parejas. Acá, vale destacar el enfoque inclusivo del equipo, que entre las opciones pone a una pareja de lesbianas que viven chocando entre ellas, dos hermanos afroamericanos que se reencuentran en plena crisis o un duo unido por necesidad, en el que se encuentra un personaje latino.
Huyendo de una horda, nuestro compañero de turno es mordido por un zombie infectado con la Plaga (el virus detrás de toda esta epidemia).
Y, mientras buscamos refugio es que conocemos a otro par de personajes, una doctora y un soldado, que se ocupan de nuestras heridas y nos ponen al tanto de que una cura estaba siendo desarrollada.
Lamentablemente, la investigación se ha visto detenida, por lo que nuestra tarea será cumplir con las condiciones necesarias para que el desarrollo de la misma pueda ser reiniciado.
Primer paso: Encontrar un nuevo hogar.
[perfectpullquote align=»full» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»30″]Si lo que tienen en la cabeza es «pucha, hay mucho a lo que prestar atención», no pueden estar más en lo cierto.[/perfectpullquote]
Las bases en State of Decay 2 ofrecen multiplicidad de opciones. No sólo por la variedad de tamaños, lo que nos permite contar con más espacios de construcción, sino que tenemos muchas opciones más para elegir a la hora de qué construir.
Gimnasios y livings para mejorar la moral del grupo. Huertas y filtros de agua. Las obligatorias camas o talleres para fabricar distintas clases de equipos. Cada una de estas construcciones puede ser mejorada con mods, que aportan algún bonus.
Se complementan, además, con los Outposts, las edificaciones fuera de nuestra base que decidamos reclamar, que nos permiten suplir las necesidades del grupo con comida, medicinas, armamento, combustible o incluso camas extra.
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Es en este espacio donde el juego destaca su fase de administración. No sólo se trata de administrar recursos y construir espacios, también debemos estar atentos a la moral general del grupo, y al ruido que estamos haciendo, que en exceso puede convertirnos en un faro para los zombies.
En cuanto al estado del grupo, no solo bastará con mantenerlos bien alimentados y pertrechados (y lejos de los zombies) para que estén contentos.
Cada personaje tiene sus caracteristicas de personalidad, y éstas pueden afectar de manera positiva o negativa a quienes los rodean. Así, si uno de nuestros aliados tiene como una de sus caracteristicas el ser irritable, a la larga quizás nos fuerce a expulsarlo de la comunidad para mantener las cosas en orden.
Atentos hay que estar también a las comunidades vecinas. Ayudarlas con sus necesidades las puede convertir en aliados importantes, que nos faciliten recursos y presten ayuda en determinadas misiones. Ignorarlos puede resultar en su desaparición, o peor aún, engendrar una peligrosa enemistad.
No se qué estarán pensando en este momento, pero si lo que tienen en la cabeza es «pucha, hay mucho a lo que prestar atención», no pueden estar más en lo cierto. State of Decay 2 continúa las mismas lineas de su predecesor, y en el proceso se convierte en un título bastante más complejo y grande. Pero no todo es color de rosa.
El constante estado de alerta en el que nos mantiene diluye casi por completo el hilo conductor, la historia. En este momento, me es imposible decirles qué tan avanzado estoy en mi búsqueda de una cura.
He migrado de base, construido una comunidad de 9 personas, forjado alianzas y enemistades y explorado el escenario en el que comencé (el juego tiene tres escenarios interconectados), pero salvo por comunicaciones radiales emitidas por dos facciones, una doctora y un teniente, no sé si estoy progresando.
Quizás si termino de liquidar el último de los nidos, que son los puntos de origen de la Plaga y hacen las veces de Jefes del escenario, vea las cosas con más claridad, pero siempre termino distraído por alguna otra necesidad urgente.
Respecto a los demás elementos de State of Decay 2, quienes son veteranos en esta franquicia no van a encontrar grandes diferencias. Los enemigos y el combate son los mismos que ya hemos visto.
Undead Labs mantiene ese aspecto táctico, que mantiene a su propuesta fresca dentro un subgénero tan explotado como lo es el zombie, en el que no sólo pesa la amenaza, sino también cómo utilizamos a nuestro personaje. Los escenarios, aunque no ofrecen gran variedad de cosas para hacer, son más grandes y están más cargados, además de verse mejor.
Un punto a favor enorme para esta secuela es que, pese a que no podemos pausar el juego, ya no se trata de una experiencia persistente.
[perfectpullquote align=»full» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»35″]No sólo pesa la amenaza, sino también cómo utilizamos a nuestro personaje.[/perfectpullquote]
El State of Decay original continuaba jugando aunque nosotros nos hubiésemos desconectado, generando una sensación adictiva y negativa en el jugador, que sentía el peso de volver a conectarse antes de que todo lo construido se viera deshecho. Gracias al Olimpo, esta molesta característica fue quitada para la secuela.
Pero como todo en la vida, siempre es una de cal y otra de arena. Así como nos encontramos con un enorme punto a favor, también hay otro grande en contra: los bugs.
Están los bugs divertidos, que hacen que los zombies vuelen como pájaros, pero son una minoría. A lo largo de mi tiempo de juego, desperdicié incontables litros del preciado y escaso combustible de mis vehículos tratando de destrabarlos de alguna piedra molesta sobre la que tuve la desgracia de posar mis ruedas.
El juego crasheó un par de veces cuando entraban varios zombies en escena, y en varias ocasiones mi compañero desaparecía de la existencia, pese a que el mapa me lo mostraba parado junto a mi.
De todos estos bugs, uno se sobrepone (el truco para el último es tomar control del fantasma), pero el entorpecimiento de la experiencia da paso a la impaciencia y ganas de pasar a otra cosa.
Como para ir cerrando, State of Decay 2 no es una apuesta, es una jugada bien a lo seguro, y a eso me refería cuando hablaba de evolución. Las cosas han cambiado, pero en esencia, no hay nada nuevo bajo el sol. Ya veremos si el muy solicitado modo multiplayer logra alterar el panorama.
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Desarrollador: Undead Labs
Lanzamiento: 22 de mayo de 2018.
Plataformas: Xbox One – PC
¿En Español?: Sí.
Fuente: Copia adquirida gracias a Microsoft (XB1).