Final Fantasy está cumpliendo 35 años este 2022. En su haber mediático nos encontramos con una plétora de videojuegos, miles de covers de sus canciones más emblemáticas, un par de películas y hasta una (espantosa) colección de remeras Uniqlo. En la cima de esta montaña de productos coloridos emerge Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin: un juego que de Final Fantasy solo tiene el nombre y bien podría llamarse “Nioh 3: la venganza de Jack” o “Los guardianes de la luz más locos del mundo”.
La máquina de hacer embutidos
Que la industria videojuegueril está falta de ideas no es una novedad y Stranger of Paradise es tan solo un ejemplo más de esta sequia creativa. Si bien en su primer versión me había engatusado con su alcance limitado, como juego completo se suma a la larga lista de automatas insípidos que saben engendrar las grandes marcas con tal de saciar la sed consumista de los fans más acérrimos.
Square Enix no hizo más que mirar hacía el costado, divisar cosas como Hyrule Warriors o Dragon Quest Heroes y decir “es por acá”. La única diferencia es que en vez de llamar a Omega Force para hacer el jueguito, se contactaron con Team Ninja orientando así a Stranger of Paradise para el lado de la acción. “Como el Nioh, pero con tonberries y cactuars”, se olló decir en una de las oficinas de Square Enix.

Mi sueño es pegarle a Caos en la cara
“Juego meme” es lo que pinta de cuerpo entero a Stranger of Paradise. Basta tan sólo con experimentar la escena en donde los aventureros Jack, Ash y Jed se conocen:
- “Bro, ¿tenés un cristal?”
- “Si, bro.”
- “Joya bro, armemos party.”
- “Lo único que quiero es matar a Caos, bro. Dale.” triple brofist para cerrar el pacto.
Como esta, mil situaciones más. Con giros que se suponen inesperados, pero resultan intrascendentes. Si el objetivo era revivir el setting del Final Fantasy original (dónde se supone que toma lugar este juego), hubieran ido por una remake en vez de este esperpento narrativo. Nojima, influenciado por Nomura, escribió un guion tan espantoso que no queda más que felicitarle por la valentía de presentarlo como un proyecto serio.

En líneas generales, controlamos a los cuatro guerreres de la luz (historia ya conocida) que buscan reactivar sus cristales y de camino, darle una buena paliza a Caos. Los acontecimientos se desenvuelven en forma de misiones, que una vez culminadas, vuelven en forma de sidequests de la forma más barata que existe: invirtiendo el mapa y poniendo un objetivo que casi siempre es matar al bicho X. Es la fórmula Nioh, pero hecha sin ganas.
Pegar piñas es lo último que nos queda
Al menos el gameplay es divertido. No es original ni mucho menos, pero tiene un atractivo que no puedo llegar a describir con precisión. Es como cuando vas a ver una Fast & Furious: sabés que es medio pelo, pero la vas a pasar bien. Entrás en una misión, detonás bichitos de maneras viscerales pero que al quedar cubiertas de cristales se vuelven menos explícitas, saqueás lo que te dejan, abrís el menú, apretás “Optimizar Equipo” para las dos clases de Jack (el único personaje que manejás activamente) y seguís detonando bichitos.

La parte del equipamiento se siente por momentos hasta innecesaria. Lo que arranca pareciendo un sin fin de combinatorias con bonificaciones a las diferentes clases y atributos extra termina en un tedio de tener que desmantelar pilas y pilas de equipamiento al final de cada misión; hasta hay una opción de auto desmantelar, con filtros y todo. A fin de cuentas, lo único en lo que impacta sustancialmente es en las dos clases que vas a tener activas en cancha. Ni en el nivel más alto de dificultad sentí que por “tercerizar” el manejo del equipamiento me iba mejor o peor. Si, tiene selector de dificultad. Tiembla el fandom gitgudero.
Similar a Final Fantasy XIV, Stranger of Paradise define las primeras clases dependiendo del arma que tengas equipada. A medida que eliminamos enemigos, vamos subiendo puntos de experiencia en la clase que nutren su árbol de habilidades particular con nuevos movimientos y bonos pasivos, culminando en el desbloqueo de clases nuevas que poseen mejores opciones en el largo plazo. El ejemplo más claro se da en el Mage, que solo puede realizar hechizos de algunos elementos y que, avanzado su árbol, habilita el Black Mage con un arsenal mucho más variado de magias elementales.

Una película clase B
Ustedes eran pequeñes (o quizás no), pero a finales de los noventas Final Fantasy estaba asociado a un nivel de presentación multimedia muy por encima de la media. Gráficos de alta calidad, ambientaciones realmente fantásticas (sic), bandas sonoras inolvidables, historias con un guión medianamente pensado y secuencias CGI que alimentarían el submundo de los AMV por años.
Stranger of Paradise, lamentablemente, es un paso en la dirección diametralmente opuesta al legado de Sakaguchi y compañía. Nada es memorable. Hay una falta de espíritu generalizada que me hace apreciar aún más a otros títulos realizados con la misma premisa (ver Persona 5 Strikers para entender de lo que hablo). Me da hasta un poco de pena ver que se tomaron los cimientos de la saga que nació como una verdadera fantasía final para utilizarlos en un producto genérico y con muy poco amor.

Conclusión
Aquel que ande buscando un juego de acción en donde los enemigos son una recopilación de monstruos de antiguos Final Fantasy y no le pueda importar menos la narrativa en un juego, puedo recomendarle Stranger of Paradise como una curiosidad. Si el factor “saga memorable de la vieja Squaresoft” te tiene sin cuidado, mejor comprate el Nioh, que hace lo mismo pero mejor y sin querer beneficiarse únicamente de portación de nombre.

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