La primera aproximación que tuvimos a Stray fue en junio de 2020, mediante un Teaser Trailer presentado en el evento Future of Gaming de PlayStation, en el cual nos mostraron a un gato color anaranjado recorriendo unos suburbios con una estética cyberpunk y poblados de robots.
Si bien se anunció su salida en un principio para 2021, Stray fue uno de los tantos títulos a los que la pandemia les jugó una mala pasada y debieron posponer su estreno.
Tras un tiempo de silencio, en julio de 2021, se dio a conocer el primer gameplay con una breve introducción a la historia, confirmando la salida para principios de 2022.
A pesar de no brindarse con precisión la fecha en aquel momento, se confirmó ya entrado el presente año que Stray tendría su esperado estreno el 19 de julio para PlayStation 4, PlayStation 5 y PC, con el agregado de que estaría gratis “Día 1” para quienes tengan PlayStation Plus Extra o Premium.
Perdido y herido
Nada más empezar, nos encontramos con una breve presentación de nuestro protagonista, un gato callejero anaranjado (“Naranjoso” para los expertos) que vive con tres gatos más en lo que parecen ser las afueras de un gran edificio abandonado.
En un pequeño recorrido donde nos familiarizan con el control del felino, un salto sobre una tubería en mal estado hace que caigamos por un pozo a pesar del esfuerzo por evitar el desenlace.
No sé si es que me agarró sensible o qué, pero la escena en que el gato lucha por no caer ante la mirada de sus compañeros que poco podían hacer, me golpeó más de lo que hubiera querido.
Tras la caída, nos encontramos en un panorama totalmente desalentador: con una pata lastimada, perdidos en una especie de alcantarilla y alejados de nuestra familia.
Avanzando por lo que parece ser una ciudad subterránea abandonada, algunos carteles de neón parecen indicarnos que alguien necesita ayuda.
Llegando a una casa aparentemente deshabitada, le damos “vida” a un pequeño dron que se hace llamar “B-12” y que era el ayudante de un científico hace mucho tiempo, y que va a ser nuestro principal aliado en nuestra misión de volver a casa sanos y salvos.
Estética Cyberpunk y robots
Una vez nos adentramos por las calles de la ciudad, percibimos casi de inmediato que todos sus habitantes son robots, no existiendo ningún ser vivo a excepción de alguna que otra planta que vive sin necesidad de luz solar.
Visualmente, Stray nos presenta unos suburbios de temática cyberpunk (tan abundante en estos tiempos), cargados de luces de neón y con un aspecto futurista entremezclado por estructuras dañadas por el abandono y la contaminación.
Cabe destacar que los desarrolladores tomaron como base para diseñar dicho lugar a la Ciudad Amurallada de Kowloon, en Hong Kong.
Claro está, la ausencia de seres humanos no es una casualidad, y a medida que avanza la historia se nos deja entrever qué fue ocurriendo con ellos y por qué hoy esta especie de submundo está ocupado por robots que parecen llevar una vida pacífica y conservando más de un gesto propiamente humano, como el cuidado de plantas, sus formas de entretenimiento o incluso su alimentación.
Control Purrfecto
La gran propuesta que ponía Stray sobre la mesa en su presentación era la de controlar a un gato de la forma más realista posible. Y hay que decir que es probablemente su punto más alto.
Los movimientos de nuestro protagonista son impecables, y de un control sumamente fluido, encontrándome muy pocas veces en situaciones en que este aspecto del título me haya jugado una mala pasada.
Por si no era suficiente que pudiésemos hacer cada movimiento propio de un gato, como correr y saltar, la aventura también nos permite tomar actitudes propias de los felinos, como rascar muebles y alfombras, tirar objetos de los bordes, refregarnos contra algunos robots e incluso un botón que se usa especialmente para maullar.
Acción en su mínima expresión
Tal vez el aspecto donde más flaquea Stray es en lo referido a la acción.
Se ve a las claras que la intención de BlueTwelve no era acentuar demasiado nuestro trayecto en combates o situaciones de extremo peligro, aunque a la vez tampoco quisieron reducir todo a un “walking simulator”.
Los principales enemigos del juego son los Zurks, unas voraces criaturas originadas de los desperdicios de los suburbios a lo largo de los siglos y que se alimentan tanto de vidas orgánicas como de robots.
La mayoría de las situaciones que nos enfrentemos a ellos van a tratarse más de escapatorias que de luchas de por sí, y en este sentido es que me extraña que no se haya buscado darle lugar al sigilo.
Los Zurks nos van a detectar casi de inmediato, y va a ser mediante puzles o simplemente a la carrera y esquivando obstáculos que tengamos que evitarlos, siendo muy puntuales los casos en que vamos a poder matarlos y con un arsenal muy limitado.
Puzles sencillos
Mayoritariamente, vamos a encontrarnos resolviendo algunos acertijos para poder avanzar. Si bien en este aspecto sí se puso un énfasis algo mayor, tampoco optaron por generar un desafío por demás complejo.
Estimo que se debió a que querían llegar a un público lo más abarcativo posible y que no desistiera de continuar por alguna complicación mayor que lo normal. De ser esa la intención que tenían, me parece más que noble, pero pudieron tal vez hacer algo levemente más complejo.
Claro que Stray no es un juego que te pide puzles de la complejidad de otros como The Witness o The Talos Principle, pero hay matices, y tampoco es algo del todo positivo que algunos de ellos se resuelvan literalmente caminando o tirando un cuadro que te da la solución sin más.
Conclusiones
Stray es un juego de aventuras con una premisa muy sencilla, pero a la vez sumamente efectiva, además de ser el primer título de cierto renombre en que tomamos el control de un gato con una carga de realidad muy alta en sus movimientos. Y eso es un plus absoluto para quienes somos fans de los michis.
La historia, que en un principio parece hablarnos simplemente de un gatito perdido que quiere volver a casa, toma una profundidad paulatina a través de la cual se nos cuenta cómo fue que desapareció la raza humana y las causas del universo distópico que nos rodea.
El control de nuestro protagonista está enormemente logrado, con unas mecánicas sumamente fluidas y que hacen totalmente disfrutable nuestro camino, corriendo, maullando, tirando cosas de los bordes y hasta durmiendo mientras se escucha el ronroneo al compás de la vibración del joystick.
Aunque se echa algo en falta la acción y un poco de mayor complejidad de los puzles, se entiende que la intención de BlueTwelve no fue darle fuerza a Stray desde ese lugar, sino de crear una experiencia diferente a lo que solemos estar acostumbrados, algo que a la vez es muy propio de los juegos de Annapurna.
Stray es una gran obra, accesible a una enorme cantidad de jugadores y que va a darnos momentos muy gratos durante las aproximadamente 7 u 8 horas que dura la historia.
Su precio es de 30 dólares en PS Store y de AR$1200 en Steam.
Si tienen la plata, ni lo duden. Sean o no amantes de los michis.
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