Todas las industrias artísticas tienden a expresar las ansiedades y preocupaciones del momento en el que son creadas. A veces de forma involuntaria y en otros casos de manera intencionada para reflexionar sobre el tema. Un ejemplo es el tópico de la ecología que se ha convertido en el centro de la conversación actual. El gaming no escapa de este debate y tiene experiencias como Terra Nil, que giran alrededor de esta problemática.
La nueva propuesta de Free Lives se aleja del estilo humorístico de sus desarrollos anteriores y apuesta por experimentar con un citybuilder fuera de lo convencional. Este salto de fe a la seriedad cuenta con la aprobación de Devolver Digital, un distribuidor que ama los giros e ideas radicales. Habrá que ver si este cambio de enfoque le sienta bien al estudio o si se convierte en un desastre climático.
(Re)Fundar el mundo
Cualquier entusiasta de los citybuilder está acostumbrado a que las propuestas del género repitan ciertos elementos comunes. Todos esperamos que el centro de la experiencia sea construir una urbe, gestionar sus recursos y embellecer el mundo con concreto. Pero Terra Nil le escapa a esas mecánicas y apuesta por una visión alternativa sobre nuestra relación con el mundo que habitamos.
El foco no está puesto en cómo alterar el paisaje y amoldarlo a nuestras necesidades sino en reconvertir páramos destruidos por las acciones de la especie humana. Los niveles que afrontamos están desprovistos de vegetación, fauna y vida en general pero nosotros venimos a revitalizarlos. En vez de extraer los recursos de la tierra devolvemos la vitalidad de la que fue despojado el suelo, los ríos y los cielos.
No hay torres para construir ni calles que pavimentar pero si purificadores, turbinas eólicas y muchas otras herramientas que desintoxicarán el ambiente de cada nivel. Nuestros recursos no son dinero y materiales de construcción sino el equilibrio ecológico que logramos a nuestro paso. Terra Nil no es sobre armar la metrópolis que tanto soñamos, es acerca de restaurar un mundo golpeado por nuestra mano y obra.
Belleza Natural
Aunque puede parecer que esta idea rompe con la satisfacción que genera ser el ingeniero de una ciudad entera, el placer solo es reemplazado por otro tipo de disfrute. En vez de apreciar los edificios, las casas y la simetría que logramos, vamos a cautivarnos con lo sublime de un ambiente relajante. A medida que progresamos en nuestra restauración las plantas, animales y otras formas de vida regresan a su lugar original.
Lentamente vamos poblando el escenario, agregando color y sonidos que transmiten calma en cada segundo. No escucharemos música digna del Simcity que refuerce nuestra idea de progreso moderno e industrial. En su lugar seremos recompensados por la tranquilidad sonora y el despliegue visual que solo la biodiversidad es capaz de lograr. La estimulación de nuestros sentidos es encarada desde la relajación de nuestro cuerpo y mente.
El lugar que ocupamos
Pero si pensamos más a fondo el tema de la ecología, si vamos hacia las preguntas filosóficas, podemos ver que Terra Nil carga con un problema. Incluso cuando se propone reducir nuestra intervención sobre el paisaje, resulta imposible quitar la idea de poner estructuras útiles. Indirectamente continuamos pensando el ambiente como un depósito para nuestros armatostes de cemento y metal.
Afortunadamente, sus creadores consideraron este elemento y suman al combo una fase que posiblemente no haya sido vista antes: tendremos que deshacer lo que armamos. Cada edificación que colocamos deberá ser retirada antes de abandonar el nivel y solo cuando terminemos con esa tarea podremos irnos del escenario. Los 8 niveles que componen Terra Nil tienen el mismo proceso: construir, restaurar y llevarnos lo nuestro.
En vez de quedarnos ahí y abrir la posibilidad de repetir el ciclo de destrucción ambiental que inició todo, debemos aceptar que el planeta entero está mejor sin nosotros. Dejamos de pensarnos como los protagonistas del mundo, nos corremos y damos lugar a que la vida continúe. Porque quizás sea cierto que no somos indispensables y que a veces marcamos de forma radical el entorno que habitamos.
Punto de inflexión
Free Lives acertó al hacer un cambio de perspectiva y apostar por crear un título diferente y experimental. Con Terra Nil demuestran que son capaces de tener visiones complejas sobre el mundo que no descansan en las referencias a la cultura pop o el humor genital. Afrontan de una manera relajante y contemplativa una problemática áspera que se nos viene encima hace tiempo pero recién comenzamos a dimensionar.
Sin ser solemnes ni llenarnos de texto filosófico abren la puerta a que pensemos lo que estamos haciendo. Cultivan y exacerban el sentimiento de que algo debe cambiar sin necesariamente ser fatalistas al respecto. Esa actitud puede ser considerada inocente pero no se les puede cuestionar que este tipo de sensibilidad no es la norma en una industria depredadora del ambiente.
No cualquier estudio logra hacer un giro tan radical y quedar bien parado, es difícil cambiar a un género tan estructurado y además proponer un enfoque alternativo. Por más que la reflexión sea puesta de nuestra parte, la temática de Terra Nil se nota como una línea que recorre todo el título. Cada elemento es un desarrollo cohesivo para decirnos: pensemos y actuemos antes que no tengamos retorno.
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