Esta es la historia de una mujer llamada Mer. Mer trabajaba en un medio llamado Press Over, y la pasaba bien. Cada semana jugaba algún juego indie chiquito y escribía al respecto. Y entonces un día, algo muy peculiar sucedió. Le encargaron la reseña de un juego nuevo, uno que nunca podría olvidar. Un juego llamado The Stanley Parable Ultra Deluxe.
Esto no era ninguna sorpresa para Mer, sin embargo. Ella había jugado el juego original allá por el 2013, y hasta podría considerarse una fan. Incluso, y este es un dato importante, había escrito ya sobre The Stanley Parable, además de seguir los avances que los devs de CrowCrowCrow habían posteado sobre el desarrollo de esta edición. No sólo un port a consolas, no sólo un remaster, sino horas y horas de nuevo contenido. Era lógico que el trabajo de reseñar esta edición cayera en sus manos. Pero la tarea resultó ser mucho más difícil de lo que esperaba.
Y es que, claro, ¿cómo iba a hablar de un juego del que no se puede hablar, porque cualquier cosa que digas arruina la experiencia? Evidentemente, Mer tenía un problemita con ese tipo de juegos, Outer Wilds, Starseed Pilgrim, y ahora esto… hum, Mer, ¿no te parece que tendrías que hablar con un dev, con un profesional?. Ah, puedo escucharlo casi, Mer pensando “Pero Doctor, yo soy Pagliacci”. Pero no, no, volvamos a la reseña.

Mer prendió la consola, pero al principio el juego se veía igual a lo que ya conocía. Esto la decepcionó un poco, deambuló perdida haciéndole diferentes cantidades de caso al narrador, en busca de algún indicio de contenido nuevo, hasta que por fin, lo vio. Una puerta nueva, algo que no reconocía, con unas letras escritas con fibrón que rezaban “Contenido Nuevo”. Aaah, la emoción en su corazón mientras se desplazaba por esos pasillos desconocidos… Pero shh, no entremos en tanto detalle, mejor no spoilear a nadie, ¿no, Mer? ¿Mer? No, dejá eso ahí, ¿qué hacés con ese Balde?
…

Esta es la historia de una mujer llamada Mer. Desde el momento en que Mer encontró el Balde en Stanley Parable Ultra Deluxe, fueron inseparables. Sí, es cierto que la honestidad brutal con la que Stanley Deluxe presenta su contenido nuevo fue demasiado para ella; le pareció un poco demasiado obvio e insistente. Pero con el paso de los diferentes finales, le fue encontrando el gustito. Era inevitable que lanzara alguna carcajada cada tanto, ante las incontables veces que Stanley Deluxe rompía la cuarta pared frente a sus ojos.
Es que si algo logra Stanley Parable, pensaba Mer, es hacer pisar el palito a quienes juegan, para remarcar y volver evidentes los comportamientos que tienen incorporados. Les jugadores, claro, no los narradores, los narradores somos inimputables, impolutos, impresionantes… Y podemos quejarnos, por ejemplo, de la gente que hace reseñas en internet, ¿cómo se les va a ocurrir decir que hablamos demasiado? Pffff. Pero Stanley Deluxe tacklea todas esas cosas, se ríe de la naturaleza de las reseñas, de los DLCs, de los coleccionables, de los achievements, de las opciones customizables… Stanley Deluxe es probablemente el juego más consciente de sí mismo que existe; de todo lo que se podía reír, se reía. Y Mer se reía con él.

Por otra parte, Mer no podía evitar fijarse en el cuidado puesto en el level design. Prestaba especial atención a las pequeñas pistas dejadas aquí y allá en las oficinas para asegurarse que les jugadores siempre sepan hacia dónde pueden ir para encontrar nuevo contenido. Y es que claro, pensaba Mer, hay cosas que son muy meta, y para evitar volver a perderse en el contenido viejo, hace falta una ayudita. Es que el contenido nuevo es mucho, casi duplicando el largo original, además de un montón de narraciones nuevas para varios recorridos viejos, cosa que deleitó especialmente a Mer y a su Balde.
Hay algo aterrador, sin embargo, algo que hacía que Mer se incomodara ligeramente en cada elección, y es cuánto de verdad hay detrás de cada chiste. Cómo cada comportamiento que es puesto en evidencia es realmente un espejo de la realidad. La debilidad de les jugadores por los coleccionables, las expectativas hacia una franquicia, lo que demandan o no de les devs, la capacidad de involucrarse emocionalmente con un objeto… Mer no puede evitar pensar que el Balde Tranquilizador no es más que una referencia directa al Companion Cube de Portal… Y mientras Mer se pierde en sus recuerdos de Portal, se rehúsa a destruir el Balde cuando el narrador se lo pide. Simplemente no puede, no quiere dejar a su compañero de aventuras, por ridículo que sea. ¿Quién es ella para tildar de ridículos a sus compañeros, después de todo? Además, ahora el Balde tiene stickers, imposible.
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Todos sus compañeros de trabajo se habían ido, ¿Por qué podría ser?. Quizás porque son las dos de la madrugada, Mer, ¿te has puesto a pensar en los horarios raros en los que hacés las cosas?. Pero esto no parecía importarle a Mer, tan compenetrada escribiendo. No importaba la hora, necesitaba contarle al mundo sobre Stanley Parable, necesitaba que todo el mundo escuchara sobre el nuevo contenido, sobre las sorpresas, sobre los coleccionables, y sobre todo — Y el corazón se le aceleraba un poquito mientras tipeaba las últimas palabras– necesitaba contarle al mundo que Stanley Parable Ultra Deluxe incluye Un Balde. El mejor Balde. ¿Y qué más se le puede pedir a un remaster que eso?
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La mejor reseña para el mejor juego, mi parte favorita fue el final nunca es el final nunca es el final…