Para el sintoísmo, Yomi es el inframundo habitado por los muertos. Un lugar que geográficamente está en el mismo plano que la tierra de los vivos y del cual no se puede volver una vez que se prueba su alimento. Para los budistas directamente es uno de sus tantos infiernos. Para Leonard Menchiari y Flying Wild Hog, un lienzo monocromático sobre el cual pintar la historia de Hiroki y transformarla en un videojuego llamado Trek to Yomi.
Partimos desde una base sencilla y clara: Hiroki de niño vive una situación traumática que lo lleva a seguir el camino de la espada de manera honorable y sin titubeos, logrando así varios años de paz ininterrumpida junto a su querida Aiko, amiga de la infancia. Sin embargo, ya adulto, deberá ver cómo todo se va a la remismísima mierda en 5 minutos, teniendo así que emprender un viaje tan inesperado como sobrenatural.

Akira, mi buen amigo…
La intención artística de Trek to Yomi quedó clara desde la exhibición de su primer tráiler: un videojuego arraigado al género jidaigeki con un cuidado pasmoso puesto sobre la dirección de video y sonido. Algo que destaca mucho más si tenemos en cuenta que la totalidad del juego es en blanco y negro con un filtro de film muy bien logrado, reminiscente del “modo Kurosawa” en Ghost of Tsushima.
La diferencia es que en este caso es mucho más que una posibilidad en el menú de opciones. El apartado audiovisual de Trek to Yomi es lo que define su identidad y la razón por la cual resalta del side-scroller 2D promedio. Aprovechando de manera inteligente los cambios de cámara entre pantalla y pantalla de un nivel, Menchiari se asegura de que cada transición nos deslumbre con una composición fotográfica notable. Imaginen un Resident Evil en donde cada cambio de cámara se transforma automáticamente en un cuadro para colgar en vuestro living. Una maravilla.

Como buen producto multimedia que es, el audio no se queda atrás. Trek to Yomi es un título cien por ciento hablado en japonés con un nivel de actuaciones que por momentos opaca a muchas de las producciones AAA del medio. El enojo, sufrimiento y determinación de les personajes se palpa en cada línea de diálogo, realzados por un filtro “metálico” para lograr ese efecto vintage que marida perfectamente con lo que estamos viendo en pantalla. Todavía tengo incrustado en el cerebro los llantos desgarradores de una pobre paisana.
Aparentemente, ser samurai era una pavada
Lamentablemente, videojuego es una palabra compuesta y a la hora de evaluar hay que mencionar su jugabilidad. Acá es donde para mi gusto Trek to Yomi falla estrepitosamente, y lo digo con todo el dolor del mundo. El ciclo de gameplay, que me recuerda al combate Prince of Persia clásico, se vuelve obsoleto aproximadamente a la hora de estar esgrimiendo la espada contra los enemigos. Teniendo en cuenta que la duración total ronda 6 horas, el bucle lúdico convierte en carga lo que debiera ser diversión.

Incluso en los niveles más altos de dificultad el desafío y la resolución de conflictos termina siendo algo trivial, con dos combinaciones de botones que dejan al resto de los movimientos de la lista demasiado estériles y que literalmente anulan a todes les enemigues estándar. Si a esto le sumamos que les jefes de cada uno de los siete niveles pegan un salto en la dificultad de cuarenta escalones, varies rigiéndose por reglas diferentes a las del grueso de les rivales habituales, el disfrute se convierte en frustración a la velocidad de un desenvaine de katana en el Japón feudal.
Hay un componente de exploración limitado, representado por caminos que se bifurcan. El grueso de las veces son dos caminos, uno principal y uno con alguna recompensa que puede ir desde munición extra hasta mejoras de salud y stamina, con algún que otro artefacto situacional para deshacernos de grupos de enemigues. Se aprecia esa variedad en el ritmo de juego que a priori es ir para la derecha decapitando muñequites.

¿Y entonces?
Recomendar Trek to Yomi es difícil. Si se lo mira íntegramente por su lado artístico, une puede decir sin ponerse colorade que es candidato a juego del año. Pero si lo vemos desde el aspecto jugable, deja mucho que desear. Sobre todo si por contraste observamos los últimos lanzamientos que intentan retratar algún tipo de arte marcial, como puede ser Sifu. Como videojuego, Trek to Yomi es un gran film homenaje a Kurosawa.
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