Volvieron. Después de más de 15 años de ausencia, World of Goo 2 es una realidad y ya está disponible en PC y en Nintendo Switch, siendo ésta última una versión la que incluye modo multijugador en exclusiva.
El juego no arriesga (tampoco necesita hacerlo), y es por eso que 2D Boy apuesta a repetir la fórmula que catapultó al primer World of Goo a una zona de privilegio que, curiosamente, pocos le conceden: la de ser uno de los indies que lo empezó todo.
Con un estilo algo bizarro, seres cuasi deformes, monstruos inmensos de aspecto no monstruoso, y personas que parecen salidas de una comedia animada, World of Goo 2 tiene una estética peculiar pero extrañamente agradable. Y en el medio están los Goos, esas criaturitas redondas que, a fin de cuentas, son como un líquido muy espeso que podemos hacer que se unan en una especie de red viscosa.
La premisa, como la original, sigue siendo llevar a los Goos del punto A al punto B. Algo así como lo que vimos, allá por los 90’, con los Lemmings de DMA Design (ahora Rockstar Games). Solo que no tendremos que armar caminos, sino que más bien los propios Goos son “el camino”, que se terminará cuando desemboquen en una tubería.
Suena fácil, y lo es, hasta que las leyes de la física hacen su magia.
WORLD OF GOO 2 UPDATES! We’ve found and fixed bugs, improved usability, and tweaked levels to make for an improved goo-ier experience.
On the Switch, players can now use their Pro Controller like a Joy-Con and select their language of choice from in-game!
Goo-d luck everyone! pic.twitter.com/DrYl2YdPkA
— Tomorrow Corporation (@TomorrowCorp) August 12, 2024
Los niveles son cortos, lo que convierte a World of Goo 2 en un gran compañero para matar el rato. Al principio pecan de extremadamente sencillos, porque nos están enseñando a jugar. Pero a medida que vayamos avanzando, notaremos que el ingenio reboza por todas partes, y aunque podemos ganar el nivel de un tirón en un par de minutos, vamos a necesitar un tiempito para analizar todo el camino a recorrer y seguramente nos encontremos repitiendo lo hecho una y otra vez, hasta dar con nuestro objetivo.
Hay bosses, o algo parecido, cosa curiosa en este tipo de títulos. Es que antes de terminar cada uno de los capítulos tenemos una suerte de nivel final en el que la dinámica es un poco más compleja. No se tratará simplemente de llegar hasta una tubería, sino que hay toda una ciencia detrás, un escenario más o menos disparatado y lleno de obstáculos que, debo admitir, me sorprendió sobradamente por su creatividad. Dividido en cinco mundos, el juego sabe dejar lo mejor (y lo más difícil) para el final.
El encanto en este indie está en la ya mencionada física. Los puentes que tendamos entre Goos son frágiles. Un Goo en el lugar incorrecto y nuestra construcción puede desmoronarse. Claro que, para no volver a empezar desde cero, el juego ofrece la posibilidad de volver en el tiempo al tocar una mariposa blanca que vuela libremente por el escenario, hecho que nos permite volver un par de movimientos atrás.
Aunque al principio el juego para estar sumergido en cierta monotonía, no habrá que avanzar mucho más allá de mediados del segundo capítulo para empezar a descubrir su ingenio y los motivos por el cual, pese a la falta de reconocimiento, su antecesor es uno de los máximos exponentes de la revolución de los indies. La innovación está a la orden del día y la creatividad hace que los niveles no sean un simple trámite, sino que vamos a tener que afilar nuestra astucia.
¿Se puede jugar Wold of Goo 2 sin haber probado su antecesor?
Sí. La narrativa está al servicio de los nuevos jugadores (tiene una historia y está contada de una forma curiosa y divertida), les mecánicas se sobreentienden literalmente desde el primer minuto, y la forma de abordar los puzzles no necesitan un viaje previo por el mundo de los Goos.
Algo a considerar es sus formas de jugarse. Acá es donde no todo es color de rosa. Lo probamos en Nintendo Switch, donde ofrece tres formas de juego: la primera, utilizando el sensor de movimiento de un joystick. La segunda con los joy-con, los cuales ofrecen la ya conocida posibilidad de jugar apuntando a la pantalla. Y la tercera, en modo portátil, usando nuestros dedos para construir caminos de Goos. Increíblemente, las primeras dos no parecen muy efectivas, ya que la precisión se ve limitada por la errática sensibilidad de los sensores de movimiento.
…and for all you Nintendo fans… pic.twitter.com/9Bzdbi4IAx
— Tomorrow Corporation (@TomorrowCorp) July 25, 2024
Entonces, la forma recomendada de jugarlo en Switch es con la consola en mano. Lo que, en cierta medida, es una mala noticia porque elimina las chances que nos mostraron en el Nintendo Direct, esas de jugarlo en modo multijugador, ya que no funciona como debería.
Dicho todo esto, no es difícil imaginar que es perfecto para jugar en PC con el mouse haciendo todo el trabajo. Click por acá, click por allá… el dinamismo que ofrece jugarlo en la compu es la mejor forma de disfrutar World of Goo 2.
Seguramente no se siente tan fresco como la primera entrega por el hecho de ser demasiado continuista, no obstante, hay algo innegable en este juego: no falla. Parece una frase cliché, pero la diversión está garantizada.
Thanks to everyone for your patience! Our download links using the Humble widget broke over the weekend, but they should all be working again! We’re also looking into some other improvements (like using the Pro controller accelerometers in addition to the Joycons). pic.twitter.com/YUrjLcIF7k
— Tomorrow Corporation (@TomorrowCorp) August 5, 2024
Y también los desafíos porque, además de su dificultad con una curva excelentemente aplicada, al terminar todos los niveles tenemos misiones secundarias que, en realidad, nos invitan a ganar los niveles cumpliendo determinadas condiciones. Es decir, hay retos para todos los gustos.
En conclusión, World of Goo 2 es lo que esperábamos que sea: un videojuego muy entretenido con una identidad propia que lo empodera. Casi 16 años después no necesita revolucionar nada. Solo algunos retoques, agregar algunas cositas y voilá… tan increíble como lo fue su antecesor en 2008.