¡Bienvenidos! Aquí, todos los jueves, voy a recomendar algunos juegos chiquitos con alguna temática mensual. Hay montones de juegos indies dando vueltas por internet y, aunque duren unos pocos minutos, también merecen nuestro amor.
Abril es el mes donde festejamos pascuas, y todos los negocios se llenan de conejos y gallinas de chocolate a mansalva. Considerando esa situación, este mes le toca el turno a los juegos con animales!
Como expone Santiago Franzani en su artículo Vapuleando al lenguaje, “Cada medio tiene su propio clasicismo, un momento en que el dispositivo artístico está lo suficientemente avanzado tecnológicamente y el lenguaje es lo bastante rico como para construir una retórica persuasiva.” Considerando que con cada avance tecnológico se perfeccionan las capacidades del lenguaje para lograr juegos cada vez más inmersivos, llega a la conclusión de que los juegos ya alcanzaron su clasicismo.
En el caso de los juegos de plataformas, el género tuvo su apogeo a fines de los ’80 y llegó a su clasicismo durante los ’90. Y, cuando pareciera que en los platformers de dos dimensiones no queda más que perfeccionar la fórmula conocida y mejorar técnicamente, aparece Birdsong.
Birdsong es un platformer en apariencia clásico hecho por Daniel Linssen, de 8 bits, con gráficos de pixel-art y con cuatro colores. Pero esto es sólo durante los primeros segundos, ya que apenas empieza el juego la pantalla comienza a estirarse y deformarse hasta formar una visualización extrañísima, mezcla de gran angular con ojo de pez. Como si todo el mundo del juego fuese un gran mantel elástico del que, empujando desde abajo, estiráramos hacia nosotros el pedazo sobre el cual está parado el personaje, haciendo una suerte de zoom.
Este efecto produce, por un lado, cambios en la mecánica. Calcular los saltos se vuelve bastante complejo, parados en un mundo que se estira medida que lo caminamos. Por otro, mientras estamos parados en una plataforma, concentrados en este pequeño espacio deformado con lente de ojo de pez, el gran angular que enfoca el resto del mundo nos permite visualizar todo el espacio por el que podemos movernos, viendo los lugares que aún no son accesibles o los laberintos en todo su esplendor, revelándonos todos sus secretos.
Ésta es una manera de romper con el canon clásico de este tipo de juegos, al mostrarnos todo el mundo que vamos a recorrer. Es como si rompieran la cuarta pared.
Para terminar con un grand finale, y tratando de no spoilear mucho, cuando ya recorrimos todo el mundo buscando el último objeto que nos falta, descubrimos que los límites del nivel en realidad no son tal. Nos los auto-impusimos los jugadores por costumbre. Y, recién al salir de los límites de la pantalla, llegaremos al esperado cartel de The End. Un final muy satisfactorio para un juego que todo amante de los plataformeros debería jugar.
Pueden aventurarse tranquilamente aquí.
¡Y nos vemos la semana que viene, en el próximo VideoJueves!