Imaginate estar en la estación Lanús, se te perdió la sube, no hay servicio, vas medio secuenciando por la situación, tenes un bonete de acero inoxidable en la saviola y de lejos se escucha “este es de Banfield” y tenes que correr de un montón de peligros que andan a tus espaldas. ¿De que estoy hablando? Sí, de Blasphemous, la alegría de grandes y chikes.
Desde que salio el trailer me movió algo, se notaba que iba a ser muy lindo y oscuro. Pasaron los meses, salió full y la verdad encontré una gema.
Encarnamos el papel del penitente, el tipo del bonete y la espadota en la mano, que quiere expiar sus pecados y salvar a la humanidad del mal.
Al arrancar la travesía me di cuenta que los controles distaban de ser dinámicos, así que me caí en mil pozos flashando Olmedo surfeando la baranda en Mar del Plata. Mas de una vez se transforma en una prueba de paciencia, como estar en un Rapipago a rayos del sol o en la fila para cargar la sube y aparece uno que te carga treinta tarjetas y vos estas con el tiempo ajustadísimo.
Después de un largo rato meta facazos me adapté a los controles, pero ahí cuando me sentía el champion de los champion aparece un boss y mamita querida lo que son esos muchaches. Mostros, espíritus y bebés que harán pegar un julepe a mas de une.
Todes van a pensar “pero que miedo me va a dar un juego que esta basado en festividades católicas españolas”. Gran error. eN Blasphemous tenemos un paquete de galletitas surtido de los esbirros más mutantes del mundo, monaguillos alabarderos, cabezas que tiran fuego, hasta las meninas de Cervantes se hace presente en esta aventura.
Por suerte soy un tipo manso y me recorrí todos los recovecos de un enorme mapa, donde pegué items y cosas pa’ enfrentar los peligros que acechan siempre. Como los bandidos mojados a Macaulay Culkin en Mi Pobre Angelito… Menos mal que nuestra espada se puede levelear y tirar manganetas varias como combos y movimientos especiales, porque sino tas al horno.
Blasphemous me recordó muchísimo al Castlevania Symphony of the Night, pero en versión Iglesia. Algo así como un Alucard siendo monaguillo con un bonete o Simon Belmont poniendo unas monedas en la charola de las limosnas… Y esa nostalgia es la que nos hace seguir hasta el final, porque este juego, valga la rebundancia, te vuela el bonete.
Jueguenlo tomando tilo porque es una prueba de paciencia hasta para el ser humano mas astuto.