Los interminables debates en torno a la “guerra de consolas” parecen por fin tener su fin. Las apuestas y los métodos de mercadeo han logrado esto, porque han unificado todas las preguntas y argumentos de todes les que consumen videojuegos en una sola: ¿Qué tipo de consumidor soy?
Sony, ¿el gigante de las exclusivas?
Es bien conocido que el fuerte de Sony han sido sus entregas exclusivas. De estas se ha ufanado la empresa toda la generación anterior. Y la verdad es que no les ha ido mal: siendo la cuarta consola más vendida de la historia, PS4 se posicionó como la mejor opción de compra de la generación anterior por el simple hecho de tener exclusivas de calidad.
Pero, ¿Sólo debemos pensar que Sony tiene buenos títulos? Yo creo que no. Desde sus comienzos, la compañía ha cimentado una manera de consumir productos multimedia que se distinguió de sus competidores. Codo a codo junto a Microsoft desde los 2000, Sony ha conseguido proponer el servicio de internet pago como un único camino posible además de delimitar el camino para las ahora tan comunes ventas digitales. Es increíble pero cierto también que hace poco menos de una década la misma invirtió en nuevos dispositivos que expandieran las posibilidades para sus consolas (la PSVR, por dar un ejemplo).
Todas estas decisiones e inversiones que tomó Sony nos indican, creo yo, que el camino que quiere para su plataforma es el de la “innovación”, entendiéndose esas comillas como una propuesta a medias tintas: no pretende salirse de los esquemas más convencionales con sus consolas, pero tampoco quiere quedarse por fuera de las ideas más disruptivas del momento. Es así como, ahora mismo, su nueva consola (mastodóntica, como si fuera sacada de una viñeta de Moebius) trae consigo un mando que pretende superar o competir con la idea propuesta por Nintendo con sus Joy-con. Qué tul, ¿no?
Microsoft y su idea de “ecosistema”
A lo largo de los años, Microsoft ha dicho una y otra vez que pretende contener a sus jugadores. Es así que aquellos que poseen una Xbox sienten lo que siente une cuando está comiendo algo con su familia un domingo: es igual pero a la vez distinto. Esa sensación extraña pero reconfortante en algún punto es el estandarte de la empresa, la cual se ha encargado de mantener a lo largo de los años un conjunto de jugadores acérrimos a su marca.
A lo largo de los años, Xbox ha mutado radicalmente de ser “la plataforma para el hardcore gamer” a la “plataforma que te reúne con el videojuego”. Este cambio tan drástico en su estrategia de mercado se debe en gran medida a las sucesivas derrotas que ha recibido la plataforma de Microsoft ante la competencia.
Para paliar dichas derrotas, ahora nos encontramos ante una compañía que propone un camino diferente en lo que a consumo de productos se refiere: ya no busca diferenciarse desde una sola perspectiva, como sería la de producir exclusivas y nada más, si no que pretende generar un lugar en donde une pueda arrojarse al coleccionismo histórico, al consumo casual o a una experiencia dedicada al juego de títulos punteros. La consola ya deja de ser un artículo desvinculado del hogar para volverse un objeto que se complementa y mimetiza, funcionando tras bambalinas sin que nadie se percate.
De todas estas distinciones nace la idea de un ecosistema: Xbox ahora funciona dentro de un espacio en el cual se vincula con otros dispositivos, adquiriendo un valor estético y funcional para aquel que la compre. Microsoft con su nueva generación de consolas se propuso brindar recomendaciones basadas en lo que une juega, enlazar los contenidos del ordenador con la consola y la facilidad de compartir y comentar con otros lo más efectivamente que se pueda.
Y esto lo logró actualización tras actualización, compra tras compra, derrota tras derrota frente a Sony y Nintendo.
¿Y ahora qué pasa, eh?
Viendo el panorama a futuro se podría pensar que tanto Sony como Microsoft ya no se debaten por vender consolas, sino por vender una filosofía de juego. Así como siempre se menciona que Nintendo va por su lado, lo mismo está ocurriendo con las otras dos míticas compañías de videojuegos del mundo. Están pasando de competir entre ellas para dar pie a dos formas de mercado diferentes.
Microsoft, por su parte, apuesta a proponer a Xbox como el lugar en donde vas a encontrar una oferta amplia y diversa en lo que respecta a juegos, bajo una estructura sólida de hardware y software que se va puliendo año tras año, diseño tras diseño. Sony, por otro lado, corre con la ventaja de tener la prensa a su favor. Desde hace muchos años ha sido la opción de compra de millones de jugadores que buscan experiencias únicas de juego en la comodidad del hogar. Su nueva generación se planta como un manifiesto de su filosofía: innovación y calidad en su justa medida. Proponer, en definitiva, títulos que marquen “hitos” y consolas que celebren la posibilidad de sentarse a jugar un videojuego.
Los números indicarían que esta filosofía de Sony impacta y da sus beneficios en ventas: el año pasado la compañía ha logrado la cifra de 13.4 millones de PlayStation 5. Según se prevé, para este año las ventas no harán más que aumentar en volumen ascendiendo a 18 millones. Frente a estas cifras, Microsoft parece salir perdiendo con unas 7 millones de consolas en 2021 y unas posibles 9 millones para lo que resta del 2022. Los números no hacen más que reforzar esta idea que venimos hilando: pareciera ser que persiste una búsqueda de experiencias únicas por sobre la variedad y la disponibilidad en ofertas jugables. Así y todo, me opongo a creer que esto se mantenga así mucho más, dada la noticia del año.
La nueva generación de consolas vino para dejarnos en claro que la era digital es ahora la opción predilecta, que las experiencias en cada consola se distinguen demasiado una de la otra, poniendo a nosotres, les jugadores, en el filo del abismo, teniendo que reflexionar sobre nuestras prácticas de consumo de videojuegos en el propio día a día.
El arte se subyuga cada día más al consumo, siendo los movimientos de compra/venta cada vez más cuantiosos y próximos entre sí. Esto cambia radicalmente todo, puesto que el futuro del medio irá poco a poco perfilándose (sesgándose aún más de lo que ya vemos hoy día) entre el consumo a la carta, el culto a las entregas de autor y el cálculo mental de balance entre costo-duración.
Todos estos últimos movimientos financieros de Microsoft y Sony dan cuenta que el crack entre la filosofía de trabajo y empresa de occidente y oriente se están estructurando y expandiendo desde concepciones totalmente distintas: Microsoft, por su parte, pretende expandir a la vez que cimentar un mercado diverso, manejado desde un punto madre mientras que Sony, por su lado, se encierra y busca alianzas entre compañías que dirijan y planteen sus propias metodologías y tiempos de trabajo.
Nos encontramos ante una posible supernova mercantil en definitiva, que ya ha empezado a girar hacia lugares que, desde mi punto de vista, aún resultan inciertos (veamos sin ir más lejos la idea del metaverso, tan sonada e inentendible hasta para aquellos que la pregonan).
Lo que nos queda es ponernos más atentos, ir observando cómo la industria del videojuego es parte de una industria aún más amplia y compleja (como es el de la tecnología) que cada año que pasa adquiere más importancia para nuestra cultura, volviéndose un objeto doble: un producto artístico.
Nosotres, les consumidores, somos en este espacio aquelles que tenemos más poder, pues sin nosotres estos objetos tan complejos como lo son los artísticos (del tipo que fuesen) no tendrían el valor que tienen ni el impacto que producen al fin y al cabo.
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Que pésimo análisis y eso que aún no entra la maquinaría de Xbox
Hola! No entiendo muy bien lo de maquinaría. Creo que el articulo apuntaba a tratar de comprender como Sony se ha sostenido en el tiempo con una premisa que les está quedando floja. La decisión que tuvieron en el día de ayer reafirmó que creen tener la botonera en lo que respecta a ventas en todo el mundo. Pensar en una guerra de consolas queda medio cojo ahora también, teniendo en cuenta como Spencer está planteando el tablero a futuro en lo que respecta a exclusividades y demás yerbas.
No sé, está turbia la cosa! Espero tu comentario y te agradezco este que ya pusiste!