El juego previo es clave en cualquier relación. Ya sea un mensaje de texto, un beso o una caricia, se trata de un momento de intimidad que es, a veces, aún más importante que el paso siguiente.
Se trata de un instante en el que comenzamos a conocer a la otra persona, desde sus gustos hasta sus intenciones en lo que está por venir. Sin juego previo (“foreplay” en inglés) uno puede sentirse decepcionado con el resultado de algo tan esperado. Puede ser el mejor sexo en mucho tiempo, sí, pero podemos terminar en una situación agridulce si no fue lo suficientemente significativo para permanecer en nuestra memoria.
Furi, desarrollado y publicado por el estudio francés The Game Bakers (llamado así debido a que el estudio está ubicado arriba de una pastelería), es un híbrido entre Hack & Slash y Bullet Hell enfocado en el enfrentamiento entre el protagonista y un enemigo distinto por nivel. El término se conoce como “Boss Rush”, y si bien hay varios títulos que pertenecen al género, Furi se destaca por algo muy particular: la importancia en el antes y el después de cada batalla.
El protagonista no emite siquiera una palabra a lo largo del juego, pero hay un misterioso acompañante con máscara de conejo que se encarga de presentarlo ante su próximo contrincante. Esto ocurre en secciones de caminata, como si se tratara de Gone Home, en los que podemos elegir movernos por nuestra cuenta o presionar un botón para mover al personaje por nosotros.
No hay mucho por explorar y ni siquiera podemos apresurar nuestro paso, pero no hay necesidad de ello. The Game Bakers aprovechó cada una de estas oportunidades para demostrar la importancia que puede tener el guión del juego en crear momentos icónicos, mucho antes de desenfundar nuestra arma.
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Cada uno de los jefes de Furi posee su propio espacio, y es el encargado de impedir nuestro paso por un piso en particular de la prisión. Un total de 10 enemigos presentan un escenario único que nosotros invadimos a la fuerza, cegados por el mero objetivo de escapar de ese lugar y encontrar respuestas.
Nuestro compañero con aspecto animal es el encargado de resumir en cuestión de minutos a quién, o qué, estamos a punto de enfrentarnos. En esta primera etapa presenta su propio punto de vista, da contexto sobre la relación que tienen con nosotros, y de a poco nos muestra las intenciones de cada contrincante. El primero de los llamados “Guardianes” tiene la simple tarea de golpear y torturar al protagonista, una y otra vez, por toda la eternidad. Hasta el momento en que nos liberamos.
Pero poco a poco comenzamos a conocer personajes más complejos, con sus propias historias, trasfondos y propósitos; desde la protección de un hijo, o en el peor de los casos, la enseñanza de una lección importante, hasta el cuidado de toda una población en las manos de una persona que se encuentra aterrorizada por nuestra mera presencia, por lo que puede llegar a ocurrir si falla en su cometido y logramos el nuestro.
Hay dos personajes en particular que, en mi opinión, marcan un antes y un después en la historia de Furi, y son el ejemplo perfecto para retratar la importancia del juego previo.
En primer lugar nos encontramos en una caminata por unas escaleras en forma de espiral. La voz que nos acompaña se hace escuchar enojada, y nos habla de lo arrogante y mentirosa que es la mujer a quien estamos por enfrentarnos. Según el conejo, ella es una de las principales responsables de nuestro destino, y será mejor que nos preparemos para el pequeño show que tiene tramado.
Toda esta introducción nos deja con incertidumbre, y en mi caso, me llevó a sentarme derecho en la silla y abrir bien los ojos por lo que estaba por venir.
Al llegar, el protagonista es recibido por lo que a simple vista puede ser un ángel, tanto física como psicológicamente. Con una voz calma, nos recibe con los brazos abiertos y una disculpa por todo lo que tuvimos que pasar hasta llegar a ella. Nos presenta su hogar, y por primera vez, nos ofrecen dejar atrás toda esta locura. “No puedo permitir que vayas a mi mundo, pero aquí podés ser libre”, dice.
[perfectpullquote align=»full» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»35″]Comenzamos a conocer personajes más complejos, con sus propias historias, trasfondos y propósitos.[/perfectpullquote]
Si retomamos la idea inicial, algunos pensarían que esta es la oportunidad perfecta para sentar cabeza con una mujer que nos abre sus puertas y nos invita a quedarnos con ella; olvidar lo ocurrido antes de ese momento, y dejar de lado el “qué podría haber sido” por lo que puede ser si aceptamos. No se trata de una salida, sino, de la posibilidad de detenernos un segundo a replantear qué es lo que buscamos de todo esto. Aceptar la alternativa podría significar el comienzo de algo hermoso, memorable.
Lo curioso es que todo esto ocurre antes del enfrentamiento, y la oferta puede ser aceptada si nos quedamos en el lugar por un tiempo determinado. El objetivo impuesto por el conejo, los esfuerzos y las cicatrices de las peleas que pasaron, nada de eso importa. Pero nada es así de perfecto, ¿no?
Se me hace muy interesante ver una situación así desde un punto de vista totalmente opuesto al del consumidor. Piensen, por un momento, lo que puede significar para los desarrolladores implementar un escenario en el que nosotros como jugador o jugadora podemos ponerle un fin a nuestro trayecto. Ir a lo seguro; reprimir nuestros impulsos lo suficiente para que no nos lleven por el mal camino.
El segundo caso es bastante diferente. Al ingresar a su escenario nos encontramos con una costa amplia, segmentada por rocas y una canoa en la orilla. A lo lejos se puede ver un muelle, lugar al que nos acercamos lentamente para uno de los enfrentamientos más icónicos del juego.
“¿Qué harías si tuvieras que esperar por toda una eternidad? ¿Mantenerte ocupado? ¿Soñar despierto? ¿Volverte loco? Él eligió entrenar”, nos dice el conejo luego de dar los primeros pasos en la arena. El sonido de las olas pasa a un segundo plano y comienza a asentarse una canción de fondo, la cual incrementa cada vez más su complejidad y su volúmen a lo largo del relato. “¿Cómo es que alguien puede meterse tanto en la idea de que no importa nada más?, se pregunta nuestro compañero en voz alta.
Una persona que pasó horas, días, meses. Una persona que esperó expectante nuestra llegada, que lo dio todo por tener un momento a solas con nosotros. Una persona que entrenó y se preparó para estar a nuestra altura; para ofrecernos una oportunidad única, digna de nosotros. ¿Hasta qué punto puede llegar alguien a buscar la perfección?
Furi es un ida y vuelta, un intercambio constante entre dos personas que parece no tener fin. Algunos casos son más felices, mientras que en otros reina el caos y el remordimiento por sobre todas las cosas. El tiempo perdido, recuerdos que pueden ser olvidados pero jamás perdonados, todo tiene un peso en cada momento de nuestro viaje.
[perfectpullquote align=»full» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»35″]Furi es un ida y vuelta, un intercambio constante entre dos personas que parece no tener fin.[/perfectpullquote]
Así es como sucede con las relaciones a lo largo de nuestra vida. Nos encontramos con personas que ya pasaron por situaciones inolvidables o momentos pésimos.
Algunas nos ofrecen un compromiso para comenzar una nueva etapa a largo plazo, mientras que otras sólo quieren pasar un buen rato, sin darle importancia al punto de vista más general.
Al igual que con el ángel, la elección queda en nosotros, pero en algunas circunstancias las decisiones que tomemos pueden cerrar un camino de manera permanente, sin la posibilidad de recargar la partida hasta un momento previo.
Hay muchos otros factores que afectan cada uno de estos encuentros e historias. En Furi se trata de la inigualable banda sonora y dirección artística, cuyos talentos se complementan perfectamente para ayudar en cada presentación.
Pero la construcción de personajes es lo que separa a Furi del resto. Los vínculos y las relaciones que el juego crea en cuestión de minutos, los diálogos previos que se intensifican durante el combate.
Invertimos tiempo y esfuerzo. Furia, angustia, remordimiento, emociones que son una moneda corriente en cualquier relación, y que también logran hacerse presentes en Furi.
Desde el primer momento en que ponemos un pie en la puerta sabemos que, sin importar cuánto tiempo pasemos en el campo de batalla o qué tan lastimados salgamos, el ciclo llegará a su fin en cualquier momento. Aún así decidimos vivirlo en carne propia, aprovechando cada segundo para crear vivencias.
El vínculo que se logra es, tal vez, lo que separa al sexo de una noche inolvidable. Y puedo asegurarles que mis experiencas con Furi no se despegaron de mi en ningún momento.