El 1 de diciembre Game Pass va a cumplir tres años y medio de existencia, pero el concepto y su aplicación es tan correcto y moderno que parece como si estuviera hace mucho más entre nosotros.
El servicio de suscripción de Microsoft, que por un dinero mensual, trimestral o anual nos da acceso a una biblioteca de más de 150 videojuegos, cada vez toma más fuerza y podemos afirmar que ya es una de las prioridades para la empresa dueña de Xbox.
Para abril de este año, cuando la pandemia recién había comenzado, Game Pass hacía gala de 10 millones de suscriptores a nivel mundial. Pero tras un semestre de gente recluida en sus hogares la mayor parte del tiempo, el servicio llegó a las 15 millones de abonados. Un crecimiento que equivale a un 50%, una bestialidad.
En este contexto, Phill Spencer, el mayor responsable de Xbox, estuvo dando una serie de entrevistas durante las últimas semanas en las que habló mucho sobre el futuro del servicio. Con el podcast Dropped Frames, por ejemplo, tuvo una pequeña charla sobre la sostenibilidad de la oferta, en relación a lo que cuestan los videojuegos que ofrecen y lo “poco” que paga la gente.
“Nos gusta el valor que tiene Game Pass a día de hoy y, desde el punto de vista del modelo de negocio, es completamente sostenible tal como es, y lo digo en serio“, sostuvo. Y agregó: “No tengo una bola de cristal que pueda decirnos dónde va a estar el Game Pass dentro de cinco años, pero lo que puedo decir es que nuestra motivación pasa por que todo el mundo se suscriba”.
Queda claro que Microsoft es la única empresa de las tres que dominan el mercado con sus consolas (PlayStation y Nintendo son las otras) que tiene la espalda suficiente para apostar a un modelo como este. Ninguna de las compañías japoneses tienen ni el dinero ni la infraestructura (principalmente) para crear, mantener y apostar por un servicio como Game Pass. El camino está allanado.
Incluso Jim Ryan, presidente de Sony Interactive Entertainment, le dijo lo siguiente a Games Industry: “Nuestro discurso es ‘juegos nuevos, juegos geniales’. Hemos tenido esta conversación antes: no vamos a seguir el camino de poner títulos nuevos en un modelo de suscripción. Estos juegos cuestan muchos millones de dólares, más de 100 millones, de desarrollar. Simplemente no vemos que sea sostenible”.
Por eso, por el momento, es lógico que Xbox siga existiendo como consola física. Los números hablan por sí solos e indican que no pueden desaparecer la máquina que los metió en el mercado en pleno crecimiento de un servicio que apunta a marcar historia. Aunque es probable que esta sea la última generación tal como las conocemos. O por lo menos para ellos.
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Si la curva continua como hasta el momento y el contenido no se estanca, de acá a cinco años Game Pass podría tener unos 50 o 60 millones de suscriptores por todo el mundo y sólo salidos de PC y Xbox. Pero si su ingreso a Android, dado en septiembre de este año logra el efecto buscado y luego desembarcan en iOS, la cosa podría ser mucho más gigante todavía. El límite es el cielo.
En ese clima, ¿Sería muy raro que apuesten por prescindir de una nueva generación de consolas y se queden sólo con su servicio? ¿Sería tan descabellado que desembarquen en PlayStation y Nintendo? Bueno, eso Phill Spencer también lo respondió, aunque en este caso con el portal Gamereactor.
“Fuimos a PC primero, porque hay muchos jugadores allí, en todo el mundo, que no tienen una Xbox, a los que podríamos llegar. Luego fuimos a los dispositivos móviles porque hay mil millones de teléfonos Android en el planeta, significativamente más grande que la base de jugadores de cualquier consola. Todavía tenemos iOS, llegaremos a iOS en algún momento”, dijo.
Y atentos a lo que agregó: “Amo Nintendo Switch, amo PlayStation, honestamente, creo que han hecho un trabajo increíble como parte de esta industria. No estoy seguro de que esos sean el próximo gran grupo de usuarios para nosotros, pero podríamos estar abiertos a esas discusiones“.
Con esto queda más que claro que, si bien la llegada de Game Pass a consolas Nintendo o PlayStation no se va a dar en el corto o mediano plazo, no es una posibilidad descabellada. Si el servicio de Microsoft logra éxito en el mercado mobile también, ya no habrá motivos para salir a desarrollar una máquina que corra Game Pass. ¿Para qué gastarían dinero y recursos en eso, por más que les sobre?
Además, no olvidemos que apenas hace algunas semanas, Microsoft no sólo hizo un arreglo para que los juegos de EA estén en el catálogo de su servicio, sino que también se dio el lujo de comprar Bethesda, tal vez una de las bombas del año y de la década.
BOMBA DEL AÑO! Microsoft compró @bethesda 😱
Abrimos Hilo! pic.twitter.com/UnL2dbi0hJ— Press Over (@PressOverNews) September 21, 2020
Por lo que el peso de los títulos que pasa a tener se elevará considerablemente, y más pensando que Bethesda implica tener sagas inmensas como DOOM, Fallout, The Elder Scrolls, Wolfenstein o Quake. Por nombrar solo algunas.
El futuro de Xbox no está en otra consola, sino en Game Pass. El verdadero “Netflix de los videojuegos”, por más que por el momento no se centre en el streaming sino en las descargas, es este. No le busquemos más vueltas. Stadia de Google va a desaparecer más temprano que tarde, Nintendo y PlayStation profundizarán su target con exclusividades de peso carísimas, Amazon intentará con Luna, y los de Redmond tendrán el servicio que todos querrán contratar, tengan la plataforma que tengan.
Porque acá la cosa no sólo va de catálogo, sino de dinero. Se vienen años complicados para el mundo y si queremos seguir jugando vamos a tener que mirar muy bien la economía, exprimir cada centavo como diría Homero Simpson. Por lo que no sé que tan viable seguirá siendo para el grueso de los gamers comprar un juego a 70 dólares cuando por ese dinero disfruto durante más de un año todo el catálogo de Game Pass (600 pesos en Argentina).
El tiempo dirá dónde y cómo terminamos, es lógico que la realidad económica nacional no es la del mundo, pero estamos ante la mayor crisis desde el crack del 29′. La mesa está servida.