En 1976 una adquisición sacude la industria: Warner Communications, el multimedios dueño del estudio de cine Warner Bros (entre otros monstruos de la industria cultural), compra Atari. Consecuencia de la decisión del CEO Nolan Bushnell tras evaluar distintas alternativas para incorporar capital, como salir al mercado de valores. ¿El motivo? El nuevo sueño de Bushnell era conquistar el mercado hogareño.
Desde 1972 había consolas domésticas gracias a la Magnavox Odyssey concebida por Ralph Baer. Otras habían seguido su camino, en general consolas más baratas y que sólo permitían jugar a un juego. En general un clon de PONG. Pero a mediados de los 70s una revolución incipiente le hizo a Bushnell pensar más en grande.
En 1971 Intel había sacado al mercado su primer microprocesador: el Intel 4004. Costaba 60 dólares y era bastante limitado, pero representó el primer sacudón de una revolución tecnológica. Entre 1974 y 1975 se presentaron dos procesadores que se volverían fundamentales para los años venideros: el Intel 8080 y el MOS Technologies 6502, ambos de capacidades muy superiores y por una fracción del precio del 4004.
Viendo el rápido avance de la tecnología, Bushnell entendió que las condiciones estaban dadas para que los videojuegos corrieran sobre verdaderas computadoras y no sobre circuitos a medida. Comenzó así el desarrollo de su proyecto Stella: una consola hogareña que permitiera jugar distintos juegos sobre un mismo microprocesador.
Sin embargo, no fue el primero en llegar al mercado. En paralelo a Bushnell, un par de ingenieros de la Alpex Corporation llamados Wallace Kirschner y Lawrence Haskell estaban desarrollando su propio prototipo de consola de juegos. Y estaba basada, justamente, en el Intel 8080. Como Alpex no tenía capacidad de producir y vender la consola, buscaron socios entre los fabricantes de televisores, pero ninguno se interesó.
En cambio encontraron interés de parte de Fairchild, el fabricante de semiconductores. El único requisito de Fairchild era cambiar el microprocesador Intel por uno de diseño propio, el F8. El rediseño de la consola estuvo dirigido por Jerry Lawson, un ingeniero de Fairchild con amplio interés personal en los videojuegos (¡que ya había creado su propio arcade en el garage de su casa!).
El resultado fue la Fairchild Channel F. No fue un gran éxito de ventas, de hecho quedó muy por detrás de sus competidoras. Sin embargo, tiene el hito de haber sido la primera consola hogareña basada en un microprocesador y con cartuchos intercambiables. Y frente a juegos de arcade de la época, hay que decir que no está nada mal!
Por ejemplo Spitfire, un clon del arcade Biplane que todavía ES JUGABLE. Sobre todo contra un oponente controlado por la computadora, algo fundamental para jugar en casa donde no siempre hay un oponente humano disponible.
Si bien la Channel F no fue un exitazo, debe haber sido lo suficiente como para acelerar los procesos internos de Atari. Ya con el respaldo de Warner, que además de los 28 millones que puso para comprar la empresa aportó 120 millones de dólares en capital, Bushnell puso en marcha el desarrollo de su propia consola, que saldría al mercado en 1977 bajo el nombre de Atari Video Computer System, o VCS.
La empresa había logrado conseguir que MOS Technologies le vendiera una versión económica de su procesador 6502 a apenas 12 dólares. En apenas 5 años el valor de los procesadores había caído un 80%. La consola contaba con apenas 64 bytes de RAM. Para graficar: la consola no podría almacenar en su memoria el texto equivalente a un tuit. Así de limitadas eran sus capacidades.
Sin embargo, aquella capacidad era más que suficiente para jugar distintas variantes de títulos a esa altura eran clásicos, como Tank (lanzado como Combat) o Pong (en la colección Video Olympics). A eso estaba orientada la máquina, lo que sería un dolor de cabeza para los desarrolladores posteriores.
De los juegos lanzados junto con la consola en 1977 me gustaría rescatar Surround. Es una de las primeras versiones registradas del “juego de la viborita” que después se popularizaría en los celulares de Nokia 1100. No está nada mal, y se puede jugar tanto contra un oponente humano como contra la computadora.
También me sorprendió gratamente Indy 500, una adaptación de los arcades de carrera de la época.
Tiene una vista cenital y las pistas están fijas sobre la pantalla, pero los controles son SUPER fluidos. Aún si no contamos con los mandos tipo volante que venían incluídos con el juego, sus distintos modos lo hacen un antepasado distante pero directo de racers arcade como Super Mario Kart.
¿Estás esperando que cuente como el lanzamiento de la Atari VCS prendió fuego el mercado y significó una revolución para el mercado de los videojuegos? Bueno, no. Fue un éxito sin duda alguna. Pero uno más bien moderado. Entre 1977 y 1978 a Atari le costó alcanzar el medio millón de unidades anuales. En 1979 vendió aproximadamente un millón.
Esta lentitud para el arranque dio inicio a conflictos entre Bushnell y sus nuevos jefes en Warner. La que alguna vez fue el modelo de empresa “descontracturada” de Silicon Valley, tuvo que enfrentarse con que sus nuevos dueños le exigían mayor profesionalismo. Warner impulsó la llegada de un nuevo gerente que provenía de la industria textil, Ray Kassar, para encabezar estas transformaciones de la compañía. Frustrado, Bushnell terminó saliendo de Atari en 1978, con Kassar convirtiéndose en el nuevo CEO de la empresa.
Con la salida de Bushnell del mayor gigante del sector, se cierra tal vez la primera etapa de la industria, más ligada a la experimentación y a los grandes riesgos.
El ingreso de Kassar y otros ejecutivos vestidos de traje y corbata produjo un cambio en la cultura de la organización. Aunque no siempre para mal si leemos las acusaciones de acoso sexual que penden sobre Bushnell por esa época, y que él mismo parecería confirmar en entrevistas.
Hay que decir que tan mal no le fue a Warner: pocos años después Atari representaría más de la mitad de sus ingresos, justificando la inversión inicial. Pero no hay dudas de que algo de la magia de los primeros años se perdió, y esto sería la causa de una serie de éxodos de desarrolladores talentosos.
Práctica
De las dos consolas que nombramos en esta etapa, la Fairchild Channel F es la más difícil de emular. Por suerte está disponible en el Console Living Room de Internet Archive, donde podés emular todos sus juegos en una ventana de navegador. El que yo probé fue Spitfire, lo podés jugar acá.
La Atari VCS o 2600 es mucho más fácil. Podés acudir al emulador Stella, o directamente usar el núcleo de Stella dentro de un emulador multiconsola como Retroarch o Lemuroid.