Este 2020 será un año inolvidable para todos y todas, y sin dudas lo fue para los videojuegos. Salieron a flote los aspectos más positivos: la posibilidad de dar rienda suelta a la imaginación, de poder conectar jugadores, y de entregarnos una válvula de escape, aunque sea momentánea, a esta realidad atípica que nos toca vivir. Fueron aspectos muy valorables.
Pero entre cada aspecto positivo y remarcable que mencionamos muchos de los que disfrutamos de los juegos a diario, resonaron fuerte muchas otros muy pero muy negativos. Y considero que hay tres que son los más destacables.
En primer lugar, no se puede dejar de mencionar toda la toxicidad que generó, en la parte evidentemente más recalcitrante de la comunidad gamer, el cambio de protagonista en The Last of Us: Parte II. Lo cual desencadenó críticas ridículas como el de “seguir una agenda LGBTIQ+”, llegando incluso a pasarse de la raya con las amenazas de muerte que recibió Laura Bailey, actriz que puso su voz para el personaje de Abby en la versión original del juego.
Tampoco podemos dejar de mencionar las constantes denuncias por acoso y malos tratos de diferentes trabajadores hacia otros integrantes de empresas. Este tipo de episodios, además de evidenciar lo que era un secreto a voces dentro de Ubisoft, se cerró con un accionar un poco “tibio”, por decirlo de alguna manera, sobre cómo la compañía francesa maneja estas situaciones.
Como tampoco podemos dejar de mencionar los episodios generados por los constantes retrasos de Cyberpunk 2077, que no solo causaron discusiones cruzadas en torno al crunch, sino que también, lamentablemente, gente del estudio fue amenazada de muerte por gamers ofendidos que no tienen su juego en tiempo y forma.
I want to address one thing in regards of the @CyberpunkGame delay.
I understand you're feeling angry, disappointed and want to voice your opinion about it.
However, sending death threats to the developers is absolutely unacceptable and just wrong. We are people, just like you.— Andrzej Zawadzki (@ZawAndy) October 27, 2020
Cada vez que me entero de este tipo de cosas me vienen a la mente siempre las dos mismas preguntas: ¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo? Ninguna tiene una respuesta concreta, todo lo contrario. En el caso de la primera se trata de una multiplicidad de factores, que ya llevan años en la industria de los videojuegos y que, en muchos casos, miramos para el otro costado y dejamos que sucedieran.
Y esto me lleva al segundo interrogante. Cambiar esta realidad no es simple ni mucho menos se va a modificar de la noche a la mañana, pero claro que podemos hacer algo. Desde ya que el principal esfuerzo tiene que venir por parte de las empresas, que realmente ya no pueden hacer más la vista gorda y relativizar discursos y acciones de odio por parte de su público más radicalizado, a esta altura completamente anacrónico.
Obvio, @raulgamerposta1234 tiene el mismo derecho a opinar sobre The Last Of Us: Parte II que cualquiera. Pero ahora, si esa opinión lleva a reclamar cosas que no son o a alimentar mensajes completamente hirientes… Bueno, como que ahí una empresa tiene que ver de qué forma hacerlos entender.
De qué manera o forma, no lo sé. Pero ya tienen que entender que no se trata de “sus” juegos, sino que ahora, por suerte, el videojuego involucra a un montón de sectores sociales, y que esto no hace que “sus” juegos sean mejores o peores, sino más inclusivos.
De nuestro lado, por más que parezca simple, también podemos hacer un gran aporte. Tan solo basta con no prenderse en discusiones sin sentido en cualquier tribuna virtual, sea Twitter, Discord, Twitch o lo que sea. No tiene ningún sentido debatir qué juego o consola es mejor que otra. Son todas opiniones y tienen el mismo valor. Lo importante, a mi entender, es respetar lo que opinan los demás, siempre y cuando no sean mensajes de odio que generan manifestaciones que reflejan la parte más podrida de la industria.
¿Podemos mejorar? La verdad es que soy muy escéptico ante la posibilidad, pero si hacemos el esfuerzo, desde el sector en el que estemos, quizás lo logremos.