¿Conocen la plataforma Youtube? Seguro que la respuesta es sí.
Ya sea para escuchar música, ver videoclips, alguna que otra serie o película que está subida, algún stand up, receta de alguna comida, o como arreglar cielorrasos. Se podría decir que tenemos todo lo que queremos, y mucho más. Como su gran apartado de videojuegos, por supuesto.
Desde hace varios años, les gamers buscamos en esta enorme plataforma guías, videos de como pasar cierto puzle, o ver gameplays que no tenemos al alcance de nuestra economía.
Ahora, si les nombro Twitch, capaz no lo conoce tanta cantidad de gente como a la anterior. En esta “nueva televisión” que nos ofrece internet tenemos a los Streamers, personas que se filman en vivo mientras juegan o simplemente charlan con los espectadores.
Por más que suene extraño de comprender, hay miles de personas comentando con diferentes streamers, formando rápidamente una especie de comunidad; dando albergue, distracción de cuestiones personales, o solo pasar el rato con un famoso y saber un poco más de su vida.
¿Esto es algo positivo? Creo que si, porque conectamos con gente muy profesional, sentimos empatía cuando vemos sus reacciones y emociones al jugar. Lloramos con elles, nos reímos de sus fallas y compartimos hasta sus logros como propios. A esto voy con el crearse algún tipo de comunidad. Aparece una especie de séquito alrededor de algunos streamers y todo lo que les pasa nos atraviesa de manera muy personal, a tal punto que el videojuego ya queda en segundo plano en muchas ocasiones.
Mucho de esto tiene relación con la absorción de conocimiento cuando se asimila con la experiencia propia, de esto ya escribió el compañero Le Nardill en una nota que les recomiendo leer. Pero en este caso, me gustaría indagar sobre algunos riesgos que puede tener la práctica y sus derivadas más “pasivas” de observar al resto hacer lo que podríamos hacer nosotros.
Ya hace tiempo que no utilizamos el tiempo para jugar, per se. Esos momentos libres que usábamos para unas partiditas, o avanzar un poquito en nuestra historia, ahora quizá está más enfocado en ver a otra persona hacerlo, incluso cuando quizá no nos interese tanto. Solo por el hecho de ver cómo lo hacen o estar al día con las ya nombradas novedades de los pro gamers. Nosotros mismos saboteamos ese valioso tiempo para nuestro disfrute.
Quizás no parezca un conflicto marcado entre adolescentes o adultes. Pero en les niñes es un problema ya que se extrapola a otros momentos de su vida. El no hacer una actividad y solamente quedar en el rol de espectadores, se pierde el posible aprendizaje de la misma.
Lo lúdico es algo necesario para todo momento de la vida, pero en los pequeños es fundamental porque les permite incorporar la capacidad de superación, de crecimiento cognitivo, y claro también, de creación y resolución de frustraciones…
Si les quitamos la posibilidad de frustrarse ante un obstáculo aparecen dificultades en la tolerancia a esa frustración que, indefectiblemente, se traslada en una falla en esa capacidad cuando son adultes.
Es verdad que existe un aprendizaje en la observación, no voy a negar esa parte. Investigando sobre el tema y gracias a textos y explicaciones de mi colega Mer Peacock, descubrí el Aprendizaje vicario: Método en base a la observación, algo de suma importancia para lo cognitivo. Para diferenciarlo un poco más de la observación vulgar lo explico con un ejemplo: Una cosa es ver como juegan una partida de Candy Crush en el cual lo que se incorpora no es para tanto, ya que no tiene un algoritmo o un proceso muy complicado de aprender.
El aprendizaje vicario, sería ver a alguien jugar Minecraft explicando que cuando se hace de noche aparecen zombies y hay que crear una casa y poner antorchas. Este modelo, procedural, se fija en el inconsciente del niñe al punto que si en el juego se hace de noche ya sabe lo que tiene que hacer.
Extrapolando la problemática a la vida real, esta es una situación que vi en persona y me shockeó: arenero de parque, cercado para que los gurises estén un poco más protegidos. 5 o 6 niñes jugando en la arena, hamacas y toboganes cómo es lo cotidiano. Afuera del mismo, alrededor de 10 niñes, mirando absortos como jugaban los demás. En ese momento escucho como un padre le pregunta a su hije el por qué no va a jugar con elles. A lo que ella le responde – No quiero ir, prefiero ver como juegan –
Puede ser una exageración de mi parte. Pero esta televisión del siglo XXI deja secuelas en les niñes. La falta de juego propio, de imaginación, de resolución de problemas y de frustración y salida de la misma en los seres humanos pequeños, es necesaria. Aprenden a internalizar la importancia de las normas, la imaginación y la exploración del medio
No hay una edad específica, pero lo lúdico es esencial para un desarrollo cerebral, motriz y social de cada persona. Es en el juego donde socializamos, creamos una cooperación con el otre. La resistencia está en lo colectivo. Si nos aislamos y vivimos en una burbuja o socializamos solamente a través de pantallas, ni siquiera hablando con alguien, no se llegará a buen puerto, o al menos no sin consecuencias.
Concluyo esta nota diciendo que no está mal que vean como se juega como método de aprendizaje, pero si es necesario un control o límite, y la atención de les adultes mayores para fomentar el juego en las criaturas. Creen un lazo social para con elles y verán cambios sumamente positivos y un crecimiento adecuado como merecen.
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