Dios es música.
El ser humano la crea desde tiempos inmemoriales y es casi una necesidad intrínseca de nuestra especie. No imaginamos un mundo sin ese hermoso arte capaz de combinar tan bien los sonidos y silencios.
Es por eso que está presente en casi todas nuestras expresiones artísticas. Primero en el cine y luego en los videojuegos, ambos haciendo uso de ella apenas la tecnología se los permitió.
Por eso teníamos ganas de reflexionar un poco sobre su importancia en la industria que más amamos y encontrar las principales diferencias con el séptimo arte. Y para eso charlamos con Christian Perucchi, Ariel Contreras-Esquivel, Gonzalo Cantarelli y Pablo Canaveris, algunos de los principales referentes de nuestro país en el tema. Y de entrada todos coinciden en algo: La música viene a decirle al jugador qué sentir en cada momento.
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Existen innumerables bandas sonoras destacadas a lo largo de los casi 50 años de historia que llevan los videojuegos sobre sus espaldas y, por supuesto, todos tenemos nuestras favoritas.
Cantarelli se inclina por clásicos como Contra y Super Mario Bros; Canaveris por Final Fantasy y el contemporáneo Hotline Miami; Contreras por Grim Fandango y Monkey Island; y Perucchi suma a Sonic y Street Fighter. Pero así y todo, entre ustedes y yo podríamos nombrar decenas más sin repetir ninguna de las anteriores. Como Shadow of the Colossus, Skyrim, Transistor, Red Dead Redemption, Assassin´s Creed 2, etc, etc, etc.
El punto es que no importa cuáles son las mejores o qué estilo de musicalización preferimos, sino lo relevantes que fueron para el resultado final de un juego. Ya que la música puede mejorarlo o empeorarlo con la misma facilidad.
Lo que parece estar de manifiesto en los últimos años del lado del usuario. Ya que las bandas sonoras muchas veces se venden por separado para ser escuchadas como productos independientes; son un plus para quienes vayan a comprar una edición coleccionista; se editan en vinilo al mejor estilo vintage; los nombres de sus compositores comienzan a importar…En fin, la música dentro de los videojuegos ya no sólo es relevante para los desarrolladores, sino también para los jugadores. “Me pone muy contento que las personas aprecien el trabajo y el arte que hay detrás de la música para videojuegos”, afirma Contreras desde Córdoba.
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Enormes personalidades de la música para cine, series y discos como los argentinos Gustavo Santaolalla (ganador de dos premios Oscars) y Lalo Schifrin (tema principal de Misión Imposible) son un gran ejemplo de la relevancia de este apartado en la actualidad. Cuando la industria de los videojuegos se dio cuenta que la tecnología ya permitía otros niveles de producción, a finales del siglo pasado, salieron en busca de tipos como estos. No solo por su talento, sino también por lo que tenerlos en los créditos representaba.
«Lalo Schiffrin, es uno de los compositores más veteranos de hollywood por su excelencia, versatilidad y entendimiento del lenguaje audiovisual”, nos dice Perucchi. ¿Cómo Splinter Cell se iba a privar de él en 2003? ¿O cómo The Last of Us no iba a tener en sus filas a Santaolalla en 2013?
[perfectpullquote align=»full» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»35″]»La música es capaz de cambiar la historia de un videojuego.»[/perfectpullquote]
Entonces, si la música es igual de importante para ambos medios, ¿por qué algunos músicos se deciden por los videojuegos? ¿Por qué a raíz de los casos anteriores cayeron en la cuenta de que es posible? Bueno, según nos cuenta Cantarelli, no solo por eso. “Sino porque buscan alejarse de los caminos tradicionales a raíz del colapso que sufren”. Y porque, además, creen que tienen una libertad de acción mayor a la que tendrían en el cine. Y eso los atrae y retiene día a día.
Canaveris quería trabajar en el medio pero no se convencía en qué categoría. Contreras llegó gracias a que un amigo le habló sobre la Global Game Jam. Y Perucchi tuvo su meta clara casi desde que se paseaba por la pantalla de opciones de Castlevania solo para escuchar una y otra vez su banda sonora.
Todos llegaron de formas distintas pero decidieron quedarse por las mismas razones. La música es mágica y, según dicen, dentro del marco de los videojuegos un poco más.
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“Crea identidad y sentido a la narrativa”, afirma convencido Ariel Contreras. “La música reactiva que tenemos en videojuegos la diferencia de la linealidad que existe en el cine”, dice Perucchi. Y Cantarelli se anima a más y sostiene que “la música es capaz hasta de cambiar la historia de un videojuego”.
Como vemos, el punto de desencuentro es claro. La música en los juegos es activa, al igual que nosotros. Responde a nuestras acciones, a nuestra forma de deambular por la aventura. Por lo que depende exclusivamente de nuestros tiempos. Sin embargo, en el cine, de manera contraria, somos actores completamente pasivos. “La diferencia está en la interactividad”, sostiene Canaveris.
Entonces, ¿estamos queriendo decir que la importancia de la música en los videojuegos es mayor que en el cine? Por supuesto que no. Si bien funciona y se crea de diferente manera, en ambos casos es fundamental para el resultado final.
Al igual que los olores, la música graba determinadas escenas a fuego, y cuando volvemos a escucharla pasado un tiempo, nuestro cerebro hace de DeLorean y nos lleva a ese momento exacto. Ayudando a reforzar la tensión, la adrenalina, alegría, melancolía, tristeza, acción, miedo…todo por donde ella hace su aparición se ve profundizado hasta niveles insospechados.
Después de todo ya lo dijimos al comienzo. Dios es música. Sea donde sea.