“Al final de todo, aferrate a lo que sea”.
«¿Qué es lo más valioso que tenemos? ¿Qué es lo que se supone que tenemos que alcanzar?» Tanto en la vida como en los juegos, esas son preguntas importantes. Cada mecánica en un juego, así como cada sociedad, premia cierto tipo de comportamiento y te impulsa a que consigas ciertas metas, ciertos valores. Y de alguna manera eso conforma nuestra experiencia en el mundo.
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Night in The Woods es una aventura gráfica lanzada en febrero de 2017 por el estudio independiente Infinite Fall, formado casi exclusivamente por Alec Holowka (programador y músico), Scott Benson (animador) y Bethany Hockenberry (guionista). Y nos sitúa en la piel de Mae, una gatita de 20 años en una sociedad de animales antropomórficos, que vuelve a su pueblo después de unos años de facultad. Donde se encuentra con su barrio, familia, viejos amigos y algún que otro fantasma del pasado.
Pero, así como hay juegos que premian la velocidad, la eficiencia o el trabajo en equipo, Night in The Woods premia la procrastinación y valora las relaciones que establezcamos con cuanto NPC se cruce por el camino. Todo lo interesante y realmente bello del juego es lo que hacemos para desviarnos del avance de la trama, lo innecesario, lo no-obligatorio. Ese punto está cuidadísimo.
Podemos charlar con nuestra vecina poeta que nos leerá un poema distinto cada día, encontrarnos cada dos tardes con nuestro ex profesor de la secundaria para buscar constelaciones mientras él nos cuenta la historia de cada una, seguir los chismes del barrio si le prestamos atención a lo que hablan los vecinos, postergar nuestra hora de dormir jugando un juego rogue-like pixel-art en nuestra PC (sí, un juego entero dentro de otro), hacernos amigas de una ratoncita fanática del cine de terror con la que, sólo si hemos charlado con ella lo suficiente, podremos ir de paseo a las vías del tren a hablar sobre la vida. Y, así, mil y un micro historias más desperdigadas por un barrio que se va volviendo cada vez más real y menos infantil, a medida que va siendo plasmado en el diario de Mae.
Porque, mientras pasan los días, varias tramas muy humanas se van entretejiendo. El barrio al que volvimos ya no es el que era. La quiebra de la minera que sostenía todo hizo estragos. Nuestros padres ya no tienen un buen pasar económico. Los bares a los que íbamos cerraron, los lugares que frecuentábamos ya no están, o fueron invadidos por la nueva generación de adolescentes. Nuestros amigos la están peleando, con trabajos mal pagos y anclados a un sitio con cada vez menos futuro. En fin, lo que pasa muchas veces por acá, por la vida real.
Cada uno de ellos, entre distintas salidas y ensayos de nuestra banda (minijuego tipo Guitar Hero mediante), irán compartiendo sus sueños, miedos y sentimientos. Todas escenas acompañadas de situaciones que integran nuevas mecánicas de juego, como agarrar una porción de pizza en la cena, romper basura a batazos, mojar a la gente en una fuente, etc. Grandes decisiones de diseño, que, además de agilizar el juego y volverlo nuevo y entretenido, nos hace ser parte, nos obliga a movilizarnos y vivir realmente las situaciones.
Y en el medio de todo esto está la trama principal del juego, claro, un misterio en clave de terror que tendremos que resolver. Porque algo se oculta en el bosque por la noche. Pero, la verdad, es lo menos importante de todo. Night in the Woods va por otro lado.
La parte estética ayuda a reforzar esta sensación de melancolía, propiciando un ambiente de reflexión. La gráfica oscila entre modelos más de cuento infantil o de collage de niños y un estilo más moderno, serio y elegante. Algo así como una metáfora entre el niño, adolescente y adulto. Y la música sigue esa misma línea. Los temas punk-rock de la banda de Mae se complementan al ambiente, con temas melancólicos y fanfarrias algo lúgubres.
Sumado a todo esto, el juego salió junto con otros dos minijuegos gratuitos, con nuevas escenas y canciones para tocar con tu banda. Longest Night es el más pequeño de los dos, sólo narra una pequeña escena donde buscamos constelaciones con nuestros amigos. Sin embargo, Lost Constellation es la historia detrás de una de las constelaciones del juego, una que solía contar el abuelo de Mae, acerca de una astróloga que debe atravesar un bosque lleno de peligros para poder volver con su pareja.
Night in the Woods es, entonces, un juego sobre crecer… para jugadores que ya crecieron. No digo “crecimos” porque mis 600 muñecos de Pokémon sobre la repisa me hacen dudar.
Es además un juego sobre economía, sobre cómo influye en nuestra vida cotidiana. Sobre enfermedades mentales. Y, por encima de todas las cosas, sobre la importancia de los lazos afectivos que creamos y cómo aferrarnos a ellos cuando todo parezca perdido.