Pyre es el juego menos mencionado de Supergiant Games. La razón es sencilla: del cuarteto de títulos publicados por la empresa indie californiana, la visual novel con fulbito del alma no pareciera tener un buen prospecto a primera vista. Como si se tratase de una sinopsis mal hecha de una gran película o un muy buen libro. Pasaron 5 años de su salida, su status de invisible no ha cambiado y por ello, le dedicamos unas palabras que con suerte le pondrá Pyre en la mesa a más de une.
Advertencia: este artículo contiene spoilers de la historia.
Mucho texto… pero en buen plan
Para su tercer lanzamiento, Supergiant Games buscaba diferenciarse de la fórmula amigable que había utilizado hasta el momento: personaje cuasi solitario en un entorno post apocalíptico de diferentes magnitudes busca resolver el conflicto mientras recorre niveles con vista isométrica decorados con un arte y una música que cualquier estudio AAA quisiera tener hoy por hoy.
Con Pyre, en cambio, el enfoque fue otro completamente distinto. El desierto del Downside (lugar donde es exiliada la gente del Upperside por algún tipo de ofensa o crimen) azota a nuestre personaje cuando una caravana de exiliades, les Nightwings, decide frenar para darnos auxilio. Somos especiales: sabemos leer, una práctica prohibida en el Upperside. Casi como un meta mensaje el juego nos avisa de antemano «vas a leer bastante».
El grupo de exiliados interactúa con nosotres y entre sí, todo mediante texto. Acompañan la música de fondo y un breve sonido de cada personaje al comenzar una línea de texto que nos da la pauta de cómo sonaría su voz. El resto lo completamos en nuestra mente. Todavía no hay «acción». Se nos introduce al mundo y nos volvemos parte de él, todo mediante el diálogo entre el colorido elenco que nunca para de crecer a lo largo de la aventura.
Si hay algo que no entendemos de la terminología, el mismo texto estará resaltado en rojo y tan solo con pasar el cursor sobre este, accedemos a una suerte de wiki que amplia nuestro conocimiento sobre los que nos rodea. Adicionalmente, y mediante nuestra capacidad de leer, obtenemos información de que para les exiliades hay una forma de volver al Upperside, crímenes perdonados y todo: se trata de los ritos.
Un chico por la salvación
Supergiant Games rompe su esquema de gameplay completamente en Pyre. Les exiliades participan de los ritos: un partido 3 vs 3 cuyo objetivo es extinguir la pira del equipo rival, que no son ni más ni menos que otres exiliades. Ganar una cantidad de partidos habilita a una final, en donde el vencedor tiene derecho a «liberar» une de sus jugadores.
Lo llamativo más allá del laburo mecánico de los enfrentamientos en si es que Pyre, al ser una aventura completamente narrativa, no tiene una pantalla de Game Over clásica. Si perdés un partido, la historia sigue adelante. Si no triunfaste en la final, el equipo rival es quién libera a une integrante. Las opciones de situaciones y diálogos son amplias, una tendencia a la que Supergiant Games se aferraría para su próximo proyecto, Hades.
No todo es lo que parece
Esta es la parte de los spoilers 😀
El deporte místico de la salvación es divertido, los personajes son entrañables, el ciclo de juego atrapa, pero creo que lo más interesante de Pyre es su vuelta de tuerca luego de la primer final disputada y el encuentro con Volfred.
Este personaje con un porte solemne y reminiscencia de un Ent busca más que tan solo su libertad. Luego de estar exiliado durante muchísimo tiempo por llevar adelante una imprenta con ideas diferentes a las del gobierno, trama un plan que involucra ir liberando a miembres de les Nightwings con el fin de realizar una revolución que derroque a los líderes fascistas del Upperside. Fah, Pyre es un juego politizado. Y es hermoso.
Este nuevo enfoque cambia radicalmente la forma en que vamos a interactuar con el juego. Liberar a un compañere ahora significa contribuir a la futura revolución y a sus chances de éxito. Elegir a quién liberar conlleva una responsabilidad ya que a la larga influencia de qué manera se llevará a cabo el plan, con más de 20.000 finales posibles.
La diversidad racial en Pyre es otro punto a destacar. Hay una valuación del individue dentro del movimiento de lucha llevada de manera magistral. De tanto interactuar con nuestres colegas sabemos cómo se comportan, sus fortalezas y debilidades. Ningún individue es inherentemente buene o male. Son tan solo connotaciones que derivan de las visiones políticas de la clase gobernante en el Upperside y de su manejo para con clases de otos estratos sociales. Una razón más por la cual la revolución tiene que suceder.
El arte al servicio de la narración
Remarcar la calidad del arte (imágen, música, entornos, etc) en un juego de Supergiant Games hoy por hoy es como destacar una milanesa con puré: nunca falló, y hoy no va a ser la excepción.
La construcción del mundo a partir de los escenarios del Downside genera algo que muy pocas veces se da en los videojuegos: te lleva a leer los compendios de historia para saber qué diablos pasó. No todos los días estás andando en un carruaje por unas colinas y ves el esqueleto gigantesco de lo que pareciera ser una bestia digna de leyendas.
Acompaña la música del buen Darren Korb, un tipo que juego a juego no para de reinventarse y auto superarse, y cuyo trabajo en Pyre debe ser su mejor obra al día de la fecha. Cada equipo tiene su canción que refleja el estilo de juego de sus integrantes. Llegada la final, el tema que nos recibe es especial: mezcla un track propio de tamaña instancia con el leitmotiv musical del trío al que enfrentamos. Le agrega un sazón extra al encuentro que es difícil de explicar con palabras.
Y ni hablar de la canción que acompañan a los créditos: una obra que en su letra narra el destino de cada une de les Nightwings, sin importar qué decisiones hayamos tomado a lo largo de la aventura. Una canción mutable que genera la sensación de que tu partida fue única e irrepetible, con una melodía que te ata un nudo doble en la garganta cada vez que la escuchás. Es magnífico y memorable. Me voy a poner a llorar.
Es tiempo de decir adiós
Recuerdo estar jugando Pyre en el stand de Supergiant Games allá por 2016. Tomé el control segundos después de que el mismísimo Shuhei Yoshida dejara la estación de prueba. Lo que experimenté en ese momento lejos estaba de ser el videojuego completo. Pyre no es un jueguito de deportes, es una revolución esperando a suceder. Sobre las formas tenemos agencia, pero una cosa es segura: el cambio es inevitable.
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