Por suerte, y cada vez más, se habla de salud mental en videojuegos. Se suele mencionar obras preciosas, como Celeste, Gris o Hellblade, las cuales representan muy bien como las personas conviven con diversas patologías, pero hay un clásico que siempre estuvo delante de nuestros ojos hablando, en mayor o menor medida, sobre el tema.
Tal vez no con el abordaje más simpático, sino con crudeza. Silent Hill es la ciudad donde tus demonios internos te persiguen hasta la muerte. Tu pasado, tus traumas y tus errores son capaces de manifestarse físicamente en un lugar y asesinarte. Las peores almas terminan en el pueblo de la neblina para purgarse.
Para quienes desconocen del tema, Silent Hill supo ser la saga de survival horror por excelencia. Cada entrega es independiente entre sí en cierto punto, pero hay dos historias paralelas a grandes rasgos: el culto y la purgación. El culto atraviesa a todos los juegos de una forma o de otra, pero principalmente el 1, el 3 y Origins. Toca temas como la magia negra y la religión. Pero lo que nos trae hoy acá es la otra parte: el pueblo donde tus errores te persiguen en forma de abominaciones, tal cual sucede en la segunda entrega de la saga, la cual es la más conocida y un clásico de Playstation 2.
La vivencia del trauma
Encarnamos a James, un hombre que llega al pueblo tras recibir una carta de su difunta esposa Mary. La ciudad en la cual predomina la niebla no es un lugar normal, se trata de un santuario respetado por los nativos americanos dado que allí realizaban diversos rituales. Además, casualmente se encuentra llena de monstruos humanoides que tratan de matarte todo el tiempo.
A lo largo de su aventura por Silent Hill, James se encuentra con varios personajes que lo acompañarán en distintas secciones del juego. La primera que nos encontramos es Angela, una adolescente que busca a su mamá, a su papá y a su hermano. En el segundo encuentro con ella, la vemos acostada en el piso con un cuchillo pensando en suicidarse, la convencemos de que nos dé el cuchillo y ella huye atemorizada. Más adelante la volvemos a encontrar, pero antes de eso vemos un recorte de un diario donde cuentan que Angela asesinó a su padre, el cual abusaba de ella y su madre lo sabía. Tras esto, un monstruo con forma de camilla y humanoides (un varón y una mujer precisamente) ataca a James y a Angela. El monstruo es la manifestación del abuso que ella vivió.
Otro de los personajes que nos encontramos es Eddie, un joven adulto. Su historia no la seguimos tanto como la de Angela, pero misteriosamente siempre que lo encontramos hay un cadáver cerca de él y Eddie niega o justifica su relación con los mismos. También hace varios comentarios sobre que él es una molestia y su sobrepeso. En cierto punto de la historia, descubrimos que Eddie fue víctima de bullying por su obesidad por varios años de parte de sus compañeros de secundaria. Para vengarse, asesinó al perro de uno de ellos y luego le disparó en la pierna al dueño. Cuando llegó al pueblo, Eddie se volvió loco y pensó que todo el mundo se burlaba de él, por lo que empezó a matar a cualquiera que se le cruzara.
¿Todo por ella?
Sin embargo, la historia principal es la de James. En nuestro viaje conocemos a María, una mujer físicamente similar a la fallecida esposa del protagonista. Ella es insolente y provocativa, una femme fatale a los ojos de James. Su peculiaridad es que es asesinada en múltiples ocasiones: asesinada por Pyramid Head en el sótano de un hospital, golpeada hasta la muerte, asesinada por dos Pyramid Head previa tortura de los mismos mientras está colgada de cabeza…
Salvo contadas excepciones, los monstruos son representaciones de los traumas, problemas y pecados de James. Mary sufrió varios años una enfermedad terminal que la dejó postrada en cama y fue alejándose de James física y emocionalmente, condenada a estar encerrada en una habitación. El proceso fue muy duro para James, el cual reprimió sus deseos y fue tomándole rencor a ella con el paso del tiempo, pero generando sentimientos encontrados dado que realmente la amaba. Al final, James decide asesinarla asfixiándola con una almohada, pero primero le da un beso en la frente. Dependiendo del final que nos toque entre los seis disponibles, la muerte de Mary va a ser un acto misericordioso por su largo sufrimiento o un impulso vengativo a raíz del hartazgo emocional del protagonista.
La historia de James en el pueblo maldito es un recordatorio constante de sus frustraciones, de cómo él vivió angustiado en su relación tanto anímica como sexualmente. Silent Hill es su castigo por haber asesinado a Mary y cada monstruo te muestra sus traumas. Lying Figure es un monstruo que parece poseer un chaleco de fuerza, representando el sufrimiento reprimido de James al acompañar a su esposa en el hospital. María, la mujer sexy, es en realidad una manifestación de cómo el protagonista deseaba que fuera su esposa y sus repetidas muertes eran a causa de la culpa de haberla matado. Pyramid Head, monstruo emblemático de la saga, representa el deseo de James de ser castigado por su crimen, así como la parte más oscura y violenta de él.
La representación de la salud mental
A diferencia de Celeste, claramente Silent Hill no es una representación positiva de la salud mental. No da un mensaje de salida, de superar tus miedos. Silent Hill es la historia de cómo tus traumas te pueden llevar hasta la muerte y ese también es un mensaje importante. Más allá de que claramente no hay que matar a tu esposa porque su enfermedad perjudica tu vida amorosa, prefiero ver a este juego como una enseñanza.
¿Cómo hubiera sido el destino de Eddie si hubiera podido hablar y hubiera recibido ayuda para frenar el bullying? ¿Qué habría pasado con Angela si ella encontraba un espacio de contención y protección? ¿Y si James hubiera podido liberar de forma sana todas sus frustraciones?
Este juego es la muestra de una realidad durísima, pero también un recuerdo de que los traumas son demonios internos que, si no buscamos ayuda, nos pueden terminar matando. Nada justifica el bullying que recibió Eddie, los abusos que sufrió Angela o el crimen que cometió James. Sin embargo, están ahí para mostrar historias que, lamentablemente, pasan todos los días. También es la historia de un duelo, una pérdida dolorosa y paulatina, mostrando el lado más frío de convivir con un enfermo terminal: el miedo a perder a esa persona, la frustración a partir de la impotencia al ver que no podemos hacer nada, el cambio drástico de la dinámica en la relación cuando una de las partes se está muriendo lentamente y el debate de si es mejor terminar su sufrimiento artificialmente o dejar que las cosas sigan su curso natural.
Al final, la ciudad de la niebla es solo una muestra de que nuestros miedos están ahí aunque los ignoremos y nos van a atacar hasta que les hagamos frente.
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