Todo shooter que se jacte de serlo, especialmente si es en primera persona, le debe su ADN a esta obra de id Software. Considerado por muchxs como el abuelo de los FPS, esta pieza fundamental del gaming internacional cumple en el día de la fecha 30 años, habiendo salido un 5 de mayo de 1992 a la venta.
La influencia es tal que logró asentar a su género entre los más redituables, algo que actualmente sigue en pie gracias también a otros títulos que vinieron después. Por más trillada que suene la expresión, Wolfenstein 3D abrió las puertas para que los grandes de la industria que hoy conocemos existan como tales. Sin él, no habría Call of Duty, Half-Life, Halo, Valorant o incluso el mismísimo Doom, por nombrar algunos lanzamientos clave del género.
Irrumpiendo en el gaming internacional
Si bien no fue el primer juego con una vista desde los ojos de su protagonista, o el primero en incluir disparos, fue pionero en combinar estos junto con mecánicas claves como la recolección de objetos esparcidos, una velocidad frenética para la época, niveles laberínticos y, lo más importante, la posibilidad de moverse en un espacio tridimensional de manera rápida y eficiente.
Mucho de esto, luego sería mejorado por Doom, considerado el padre de los FPS y también creado por id Software; una obra tan popular que antes de ser un género, los juegos eran llamados «clones de Doom», aunque los cimientos estén acá. Tal vez un poco más rústicos y menos vistosos, pero están.
Es importante tener en cuenta también que la mayoría de los lanzamientos en PC eran títulos lentos, de estrategia. No había nada por el estilo, ni tan rápido, ni tan violento (Mortal Kombat no aparecería hasta octubre de ese mismo año), ni tampoco tan adictivo.
Una alternativa a cómo cayó el Tercer Reich
La historia de Wolfenstein 3D nos sitúa en la piel de B.J. Blazkowicz, un soldado estadounidense judío descendiente de polacos que cayó prisionero de los nazis durante la segunda guerra mundial. Por lo que tendremos que escapar de la base, abrirnos camino matando a cuanto enemigo se cruce y, por último, vencer al mismísimo Hitler.
Y todo esto pasaba en tres episodios con diez niveles cada uno. Con un último oculto, accesible solo para jugadores que exploren hasta el lugar más recóndito. Es que claro, John Carmack, el programador responsable del game engine y uno de los genios detrás, no consideraba a la historia más que una simple excusa para el gameplay.
Más tarde crearían otros tres episodios, precuelas de los originales, los cuales en un principio se venderían por separado bajo el nombre de Nocturnal Missions («Misiones Nocturnas» en español), pero que luego se integrarían al juego principal en posteriores ediciones.
Las primeras aventuras de Blazkowicz
Si bien esta obra fue la primera tanto en su tipo como de la saga Wolfenstein a cargo de id Software, un dato importante es que es el tercer título. Ya que anteriormente existieron Castle Wolfenstein y Beyond Castle Wolfenstein, top-downs de sigilo bastante primitivos.
La idea original para esta tercera entrega era seguir la misma línea, pero en el entorno 3D antes mencionado, lo que lo pondría en boca de todo el mundo.
Sin embargo, John Romero, uno de los diseñadores junto con Tom Hall, soñaba con poder incluir elementos de sigilo, tales como esconder cadáveres, infiltrarse usando uniformes enemigos. Pero se dieron cuenta que lo que estaban creando se prestaba mejor para mecánicas de acción pura y desenfrenada.
Para finalizar
En conclusión, Wolfenstein 3D es un clásico de 30 años que debería ser probado, a modo de revisión histórica, por cualquier fanático de los shooters. Una reliquia que ha influenciado a un género entero que, aún con sus mutaciones, sigue conservando su ADN.
Si queremos jugar la franquicia actual, podemos hacer con Wolfenstein: The New Order, Wolfenstein: Old Blood y Wolfenstein II: The New Colossus. Todas grandes recomendaciones que mantienen en pie el legado de B.J. Blazkowicz.
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