Martín Romero es una de esas personas que vio nacer la industria de videojuegos argentina. Es de esa camada de héroes que estuvo presente en su fundación y que, con los recursos que tenían, arrancaron a formar personas en diferentes instituciones para generar recursos humanos.
Trabajó en varias de las primeras empresas que se crearon en la parte de Diseño y Producción, pero lo que le fue tirando de a poco fue la educación. Es por eso que tras varios años repartiéndose a pedazos entre ambas labores, decidió aceptar la oferta que le hizo la Breda University de Holanda para sumarse a una carrera que estaba por arrancar y que planteaba la enseñanza desde otra perspectiva.
«Me fui en 2015 después de haber laburado muchos años acá y de haber sido profesor en Image Campus desde la primera camada en 2003. Me sedujo el hecho de poder vivir un tiempo en el exterior y el sistema de aprendizaje que querían implementar», nos contó Martín.
En la carrera de videojuegos de Breda University, considerada una de las mejores de Europa y el mundo, no hay materias ni exámenes. El año se divide en cuatro bloques y se está ahí adentro desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, como si fuera un trabajo.
«Nuestro distintivo es la parte técnica, porque de esa manera tenes más chances de entrar a la industria triple A, que es a la que apuntamos. Desde primer año se hace una base y, a partir del segundo, se empieza a experimentar por roles. Se hacen equipos de 10/15 personas, se le asignan proyectos y los profes estamos como tutores. Y una vez por semana armamos clases sobre lo que se está trabajando», afirma Romero.
Por lo que cuenta, ya el tercer año es un proyecto que dura toda la temporada y con un equipos de 30 personas. Algo así como un estudio independiente. «Primer año les estamos encima, el segundo mitad y mitad y a partir del tercero tienen que venir ellos. Queremos que sean autodidactas y nos tengan a nosotros de consulta», dice el argentino.
Pero ojo, porque todavía no les contamos del cuarto, en el que los alumnos pueden elegir entre hacer una tesis o hacer una pasantía en alguna empresa. Y, lógicamente, el 95% elige esta última. «Siempre nos dicen desde los estudios que nuestros alumnos son los mejores, porque ellos buscan siempre conocimiento técnico. Y como nuestros programadores hasta hacen sus propios motores, llegan super preparados para trabajar», sostiene Martín con los ojos llenos de orgullo.
Es recontra interesante hablar con alguién como él porque ya tiene una linda temporada trabajando afuera y su cabeza piensa diferente. De sólo imaginar lo que podría aportar una persona así a la enseñanza de videojuegos de nuestro país, me emociono. Además, desde la perspectiva de educación tradicional uno ni se imagina cómo se evalúa en una carrera que no tiene ni exámenes ni materias determinadas.
Por lo que nos contó, para poder ser evaluados, los alumnos van dejando evidencia de lo que hacen en un documento, que luego se tamiza por un sistema super automatizado que tiene la universidad. Igualmente, por la experiencia en los laboratorios, los profesores tienen siempre muy claro quién trabaja y quién no.
Porque, además, estamos hablando de un plantel de profesores con pasado en estudios triple A y lugares realmente grosos. Uno de ellos, por ejemplo, trabajó 15 años en Rockstar (GTA). Otro como ilustrador en Disney durante los 80 y 90. Y Martín Romero tiene que funcionar de jefes de ellos en muchas oportunidades, ya que es el coordinador de todo el segundo año de la carrera. Tamaña responsabilidad.
Será por la bien ganada fama que todos los febreros tienen entre 800 y 1000 personas con intenciones de estudiar en Breda, pero sólo 150 terminan ingresando. «Les hacemos entrevistas uno por uno. La idea nuestra es que no te caiga un paracaidista. No tomamos a nadie que no tenga conocimiento técnico, que por lo menos sepan programar algo en game maker», nos cuenta.
Eso lo hacen porque muchas veces quieren entrar chicos y chicas que están más interesados en plasmar una buena historia, pero como ellos están orientados completamente a lo técnico, los terminan rebotando. «No los tomamos y les contamos que va a ser muy difícil que los contrate alguien. Las empresas grandes tienen un ejército de pibes haciendo misiones, pero sólo un par de guionistas principales. Si te gusta la parte creativa tenes que saber que si en un futuro ascendes vas a estar con planillas de cálculos manejando gente«, le dicen a los aspirantes a entrar en la educación de videojuegos.
Igualmente, nos aclara que si bien en su universidad preparan a los alumnos (de 18 a 25 años de edad) para estudios triple A, la realidad es que tienen varios casos de alumnos que se armaron su propia empresa indie.
«A nosotros no nos interesa, al final de la carrera, que tanto saben hacer a nivel técnico, sino que tan profesional son. Eso es lo que les va a dar la diferencia en el campo laboral», afirma Martín Romero.
Otra de las cosas interesantes de Breada University es su porcentaje de mujeres estudiantes. Es de sobra sabido para muchos de ustedes que están leyendo del otro lado que en la industria hay una o dos mujeres cada 10 hombres. En este caso, hablamos de tres o cuatro, según la especialidad. Y eso es bastante prometedor a nivel diversidad.
«La verdad es que la mayoría están en arte, otro poco en producción y solo un par en programación«, nos confieza Romero. Y agrega: «Igualmente nosotros no hacemos tanto hincapié en porcentajes, sino más que nada en la inclusión desde el contenido de los videojuegos». Parece que, a diferencia de la discusión que se está llevando en Argentina y parte de Latinoamérica, el tema de la diversidad no es un tema que quite el sueño en Europa. No está muy claro el porqué. Aunque posiblemente sea un problema superado. Esperamos que si.
Ahora bien, cuando leen todo el laburo que está habiendo Martín Romero en Holanda seguramente se pregunten, al igual que nosotros, si va a terminar trayendo toda su experiencia para acá. Y la buena noticia es que las ganas están.
«Estaría buenísimo trasladarlo a la Argentina, el problema de acá es cómo se lleva a cabo por el tema burocrático. Para eso el Ministerio de Educación tiene que actualizarse. Actualmente no sirve de nada aprenderse cosas de memoria, si ya la información la tenemos al alcance. Hay que enseñar cómo aplicarla», sostiene el profesor.
«Mi intención es ayudar para mejorar la educación en lo que es desarrollo de juegos en el país. Me encanta. Pero también me gusta mucho la gestión. El hecho de estar manejando un grupo de 10 profesores con un CV impresionante te da otra experiencia», afirma Martín, mientras en las oficinas de Press Over nos morimos de ganas por repatriarlo ya.
Lo bueno es que ya estuvo reunido con autoridades de diferentes carreras, con la idea de interiorizarse. Incluso nos confesó que nos lee habitualmente para no perderse nada de lo que pasa en la industria nacional, un honor total.
Como verán, Martín Romero es cosa seria. Arrancó a hacer videojuegos casi al mismo tiempo que el propio sector argentino, trabajó en las principales empresas del país, estuvo involucrado directamente en FIFA cuando se desempeñaba en Globant, hizo un Master en Escocia y visualiza un claro crecimiento de la movida independiente nacional. Poniendo de ejemplo a Avix de Nico Castez, al premiado Ethereal y a varios exponentes actuales más.
Sólo habrá que esperar que se decida a pegar la vuelta. Los brazos van a estar re abiertos.