Bienvenidos a IndiesPensables, el espacio que encontramos para darle visibilidad a videojuegos cortos e independientes. A veces gratuitos y a veces no, pero siempre relevantes.
Los videojuegos muchas veces nos ponen en la piel de investigadores. Nos presentan un mundo con misterios y está en nosotros ir develando las pistas para poder, poco a poco, dar con respuesta. Ese pequeño instante de iluminación que nos brindan los que se dedican a los puzzles. ¿Pero qué pasa si no hay una respuesta al final del camino? ¿Qué pasa si el juego sólo nos plantea interrogantes a nosotros y no nos da ninguna pista ni solución?
Kingdom Ka nos recibe con unos ojos que nos interpelan con preguntas muy existenciales, y nos da una gran variedad de respuestas, ramificando la conversación y volviéndola muy filosófica. La ontología y el difícil problema de la conciencia, es sólo la bienvenida a un mundo desolado pero lleno de personajes de lo más variopintos con los que vamos a intercambiar diálogos muy interesantes y elaborados.
Tenemos que recorrer un reino conociendo a todos estos personajes como si fuésemos El Principito en sus viajes por los asteroides. Y estos personajes son muy particulares y muchos funcionan como una suerte de fábula, con una enseñanza detrás, o simplemente mostrando la ironía de la vida. Algunos incluso son referencias claras a fábulas, mitos, o alegorías (como la de La Caverna de Platón), pero en general buscan generar preguntas en nuestro interior y sacarnos de nuestra zona de confort.
De hecho, la manera de avanzar es justamente eso, saliendo de nuestra manera de pensar tradicional y probando cosas que serían contraproducentes en juegos clásicos. En la mayoría de los intercambios vamos a conseguir un pétalo de flor. Juntando todos los pétalos logramos abrir la puerta a algo así como la iluminación, accediendo a la parte final del juego.
Cómo si toda la historia de Kingdom Ka no fuese lo suficientemente psicodélica, la gráfica es de lo más llamativo de la experiencia, fusionando técnicas que generan efectos extrañísimos. Con paisajes despojados, con mucho blanco, y mezcla elementos dibujados muy artesanalmente, collage de fotografías y elementos del budismo. La estética remite mucho al surrealismo y al dadaísmo, dos vanguardias parientes pero diferenciadas. Mientras que el surrealismo se abocaba a plasmar el mundo de los sueños y el inconsciente, en general por medio de la pintura, el dadaísmo explotaba la poética del sinsentido y del absurdo, entre otras cosas a través del collage de fotografías.
Pero la música de Kingdom Ka no se queda atrás tampoco, experimental pero a la vez sumamente hermosa, e intervenida con audios de personas hablando sobre experiencias de su vida. Me recordó un poco a la estética de A Rabbit Fable, juego argentino del que hablé en los inicios de esta columna.
El juego completo dura alrededor de una hora, quizás un poco más. Es lento pero vale la pena la paciencia, cada pequeño momento es significativo, y el final es muy lindo. Seguramente nos deje con más de una reflexión y conociéndonos un poco más a nosotros mismos. Lo consiguen en Itchio por un par de dólares o lo buscan en el Bundle Racial de la vez pasada. Namasté.