Bienvenidos a IndiesPensables, el espacio que encontramos para darle visibilidad a videojuegos cortos e independientes. A veces gratuitos y a veces no, pero siempre relevantes.
Muchas veces les he hablado de jams y de diversos encuentros artísticos que tanto me gustan. Y hoy, justamente, les traigo un juego sobre una jam creativa donde no vamos a jugar como uno de los artistas, sino como la madre de una de ellas.
Hace poco un desarrollador hizo una pregunta en Twitter sobre qué videojuegos conocíamos que tuviesen personajes que fuesen madres. Lo cierto es que no hay tantos, y menos aún donde esa madre sea la protagonista y personaje jugable. Así que me parecía importante hablar sobre un título que tenía en lista de espera desde hace años.
Little Party es una aventura con un estilo gráfico muy lindo e interesante. Un escenario 3D compuesto por assets dibujados en 2D a mano alzada, sin líneas en los bordes, muy bellos. Una cámara que no sigue al personaje desde atrás sino desde el costado, sobre el hombro, lo cual puede provocar algún pequeño mareo al empezar, pero es cuestión de acostumbrarse. Y varios temas musicales muy hermosos implementados con un sistema de música atmosférica, que hace que tengamos que “perseguir” el sonido para hacer avanzar la historia.
Y la historia, claro. Un grupo de artistas jóvenes organiza una juntada creativa para trabajar cada uno en sus proyectos, y nosotros, como la madre de una de las artistas, vamos a estar dando vueltas por la casa, haciendo guacamole y charlando con cada uno sobre sus obras, sus procesos creativos, y descubriendo un poco del trasfondo de esa familia a través de estas interacciones.
Little Party me hizo plantearme algunas cosas, ya que, a priori, no parece que fuéramos los protagonistas del juego. Vemos desenvolverse un relato a nuestro alrededor, donde podemos intervenir brevemente pero no mucho más. Incluso, algunas veces los personajes nos van a pedir amablemente que no nos metamos. Lo que me generó dos incógnitas, que no propongo como finales, sino que más bien me gustaría proponérselas a ustedes para que reflexionen (¡y comenten sus pensamientos!).
Por un lado, ¿qué es ser un protagonista? ¿Ser el personaje jugable es suficiente para protagonizar una historia, o además ese personaje tiene que ser el desencadenante de la acción? Las mecánicas de videojuegos suelen describirse como verbos, o sea, acciones. Pero ¿qué pasa cuando esos verbos no mueven la historia que se despliega a nuestro alrededor?
Hay otros ejemplos que juguetean con esta idea, como Diaries of a Spaceport Janitor, donde estamos en un mundo espacial fantástico pero lejos de tener aventuras con naves y tiros, juntamos la basura en una ciudad alien. O Úrquel: El Dragón Negro, un Twine argentino donde se le da una vuelta al esquema de Elige Tu Propia Aventura, separando al protagonista desde donde tenemos el punto de vista, de quien efectivamente realiza las acciones que elegimos, haciendo que de alguna manera veamos el juego desde un costado.
Por otro lado, está la cuestión de maternidad. ¿Es válido querer ser protagonista en la historia de tus hijos? O mejor dicho, ¿hasta dónde llega ese protagonismo y cuándo es momento de dejarles que elijan protagonizar su propia historia, tomando sus propias decisiones? En pedagogía se habla mucho sobre la idea del educador “creador”, que intenta darle forma a su “obra”, y las implicancias de esto, analizando textos como Frankenstein y Pigmalión.
Y por último, como yapa: ¿no somos todos protagonistas de nuestra propia historia, siempre, haciendo lo que podemos desde nuestro punto de vista en el universo? ¿y no es eso suficiente, al final?
Una historia muy humana y cálida, y un final simple, efectivo y muy hermoso que me hizo lagrimear. Pueden pasar a jugarlo gratis por el Itchio de sus dos creadores (dura una media hora), e incluso, como yapa, leer el fanzine que hicieron como precuela de la historia.