Bienvenidos a IndiesPensables, el espacio que encontramos para darle visibilidad a videojuegos cortos e independientes. A veces gratuitos y a veces no, pero siempre relevantes.
Justo, justo que por Press Over andamos hablando de derechos de los obreros, de gremios y gente precarizada, aparece este juego que nos viene como anillo al dedo para seguir con el tema y que ardan las redes.
Los lectores con edad de haber ido a los arcades en su niñez (o de tener una Dreamcast, como su servidora) recordarán la maravilla era de Crazy Taxi. Un chofer pasado de sustancias que andaba por las calles a los tumbos levantando pasajeros y llevándolos a su destino. Julián Príncipe revivió ese espíritu (conscientemente o no) y desarrolló este juego super divertido que no tiene nada que ver con ninguna empresa real.
Ya nomás al entrar, la descripción de Rappido es divertidísima. Empezamos y tenemos unos textos introductorios con el mismo nivel de humor, y enseguida empezamos a jugar. Somos un repartidor de *una empresa que tiene muy en negro a sus empleados* y estamos en búsqueda de la fama, la gloria, de ser nuestro propio jefe y llegar a fin de mes sin tener un accidente porque no tenemos obra social.
Este es uno de esos juegos donde hay que leer todos los textos, porque todo el flavor está ahí. Cada acción, cada pedido y cada botón de la interfaz tiene un mensaje gracioso que lo va a hacer aún más divertido de lo que ya es per sé.
Los títulos arcades de este tipo (algo de lo que pecaba Crazy Taxi) tenían el problema de ser de un sólo nivel, y por muy divertido que fueran, se terminaban agotando tarde o temprano. Rappido intenta luchar contra eso con su gran cantidad de pedidos ridículos y textos de feedback, y permitiéndonos comprar gilada con la plata que saquemos en las misiones.
Sin mucho más que añadir, pasen por acá a recorrer la ciudad de la furia con su motito llevando pedidos innecesarios de acá para allá ¡y acuérdense la importancia de la agremiación!