Cuando a principios de año Actision Blizzard anunció una masiva ronda de despidos, los mismos no se limitaban a EEUU. 134 empleados de la filial francesa de Blizzard perdieron su trabajo en esta movida, y lejos de quedarse en el molde, los franeses salen a dar pelea.
GWU y el sindicato Solidaire Informatique emitieron un comunicado solicitando a los trabajadores afectados y cualquier persona con información interna que se pongan en contacto con ellos. Ambas organizaciones sostienen que Activision Blizzard infringió la ley de trabajo francesa al realizar estos despidos, y se están preparando para llevar el caso ante el Tribunal de Empleo.
La compañía utilizó un recurso llamado «Plan de sauvegarde de l’emploi» (plan de ahorro de trabajo, en castellano), que se utiliza para que empresas puedan realizar reestructuraciones debido a razones económicas. Pero esto parece haber sido una movida engañosa.
GWU y SI, con el apoyo del STJV y el sindicato Force Ouvrière, denuncian que los trabajos eliminados en Francia están siendo reactivados en Irlanda, y que los despidos fueron una jugada cuyo objetivo fue satisfacer a los accionistas y lograr el repunte de las acciones de Activision Blizzard, cosa que sucedió.
Para echar más sal a la herida, al recurrir al plan de ahorro de trabajo, Activision parece haberse evitado otro problema: Pagar indemnizaciones a los empleados afectados, asi como prestar asesoría para que puedan reubicarse en otro trabajo.
Analizando desde afuera la situación, el reclamo de las organizaciones parece tener tanto pies como cabeza. Recordemos que al anunciar los despidos, Activision también reportó que el 2018 le fue un año de ganancias record a nivel histórico. ¿Por qué entonces la caída de las acciones? Falta de confianza.
Entre la salida del entonces CEO de Blizzard, Mike Morhaime, y el criticado anuncio de la versión mobile de Diablo, el cierre del 2018 cultivó el escepticismo entre los accionistas. Arrancar el 2019 con una ronda masiva de despidos, en cambio, logró volver a poner una sonrisa en sus caritas.
La cosa huele fuerte a canallada, y este no es un caso sencillo. Confío en que el frente que han conformado los trabajadores, que cuenta con la fuerza de uno de los principales sindicatos franceses, pueda llevar el asunto a buen puerto. Cueste lo que cueste.