Como todos los años durante cada GDC, esta semana se realizó una nueva ceremonia de los Independent Games Festival Awards y de los Game Developers Choice Awards. Ayer les hablamos de los premios y sus ganadores, entre los que estuvo el juego argentino Ethereal, pero nos faltaba hablar de algo sumamente importante: las palabras de sus presentadores.
Meg Jayanth, quién en 2015 recibió el premio a la Excelencia en Narrativa por 80 Days, ofició como anfitriona de la ceremonia de los IGF, y no desperdició ni un solo segundo de su discurso de apertura. Dirigiéndose, tanto a los presentes como a todos los que conformamos esta industria (desarrollo, periodismo y jugadores), instó a que no seamos pasivos ante el empuje de quienes quieren instaurar un discurso de odio en el mundo gamer.
Les dejo sus palabras exactas:
«Siempre me ha parecido un poco extraño que el año en que mi comunidad, esta comunidad, eligiera otorgar un Premio IGF a un juego [80 Days] que fuera anticolonialista, antirracista, descaradamente feminista, notablemente diverso y, bueno, escrito por una mujer india, fue también el año en que GamerGate envolvió a nuestras audiencias. En ese momento se sentía como si hubiéramos rechazado esa campaña de odio. Pero en realidad nunca se ha sentido más cerca de mí en este momento».
Una cepa mutada de ese veneno que convirtió a los videojuegos en su campo de pruebas ha surgido en Christchurch, Nueva Zelanda. Alimentó a un monstruo que fue a una mezquita con muerte en su corazón, y si no rechazamos a esta gente absoluta, vocal y completamente. A estos nazis, a los fascistas y a los supremacistas blancos, entonces los estamos invitando a entrar. Si les damos espacio, entonces no hay lugar para nadie más. Y lo que representamos aquí esta noche debe estar en oposición a ellos. Y tenemos que hacerlo juntos.
Pero rechazar el odio es solo la mitad de la batalla. La otra mitad de la batalla es, a su modo, mucho más difícil. Es preguntar: ¿Cómo hacemos que las personas se sientan bienvenidas? ¿Cómo podemos mantenerlas seguras y felices, y también sanas?».
Lo dicho por ella hace énfasis en algo que muchos pasamos por alto en el trajín mediático que siguió al atentado terrorista. Porque estamos todos de acuerdo en que un juego no puede crear un terrorista, pero un juego ya no es solo eso. Es los foros en Steam y las comunidades en Reddit, es los chats en Discord y todo espacio en el que la gente se reúne alrededor de un título. Y es en esos espacios es que la ultraderecha, escudándose con el «humor» y la «libertad de expresión», siembra su discurso divisor y destructivo.
Es entonces importante que hagamos autoreflexión. Un juego por si solo no va a crear un criminal, pero si no hacemos nada para frenar el (no tan) sigiloso avance de la ultraderecha, podemos terminar descubriendo que ha sido una pieza en su construcción.

Y durante la ceremonia de los GDCA sucedió algo similar. Su anfitrión Tim Shafer (Double Fine) aprovechó el espacio para demostrar apoyo a las palabras de Jayanth, abriendo con un tajante «espero que esto no sea controvertido, pero al carajo con los supremacistas blancos». Para luego agregar: «creo que es triste que racistas y otros vendedores de odio se sientan seguros en cualquier espacio que esté remotamente conectado a los videojuegos. Y creo que todos tenemos una oportunidad en nuestro trabajo, en nuestra vida diaria y en nuestras plataformas, grandes y pequeñas, para dejar absolutamente claro que no toleramos nada de esa mierda».
Volviendo a Jayanth, también habló de otro tema de sonora importancia para la industria: la sindicalización. Una enfermedad crónica le impidió trabajar durante todo el año pasado, y esta experiencia le permitió vivir y sufrir en carne propia las enormes dificultades y falencias que enfrentan los desarrolladores:
«Es tiempo, más que tiempo, que nosotros como industria, dejemos atrás la idea de que nuestro trabajo mejora con nuestro dolor. Que el precio de la pasión es la explotación. Que la seguridad laboral, los planes de pensiones y los lugares de trabajo libres de hostigamiento son sueños imposibles. Tenemos que exigirlos, colectivamente, y no solo para nosotros, sino también para los demás».
Cortito y al pie. No hace falta agregar más nada a todo lo que ya hemos dicho en todo este último año.
Aunque si puedo decir que, tanto las palabras de Jayanth como las Shafer me dan esperanza. Y tranquilidad. La tranquilidad de saber que, pese a que muchos insisten en defender movimientos como Gamergate, o aberraciones como Rape Day, hay otros tantos dispuestos a luchar para que esta industria que tanto nos ha dado no se convierta en un nido de odio.
Queda mucho trabajo por delante, pero parece que tenemos el norte bien marcado.