Se cumplieron siete años desde que se reseteó una polémica muy inserta en cualquier esfera del arte. En ese caso particular, la ignición la ejecutó el greenlight en Steam de “Hatred”. Año 2014, las consolas de octava generación luchando por posicionarse en un mercado duro y casi bipolar por el fracaso de la Wii U. El ambiente en PC estaba distendido hasta que explotó una pequeña bomba.
Un videojuego del que nadie sabía prácticamente nada había sido dado de baja del sistema de greenlight de Steam. La situación generó un desborde y el mismo Gabe Newell se disculpó y permitió que el videojuego, por ese entonces aún en desarrollo, volviera a aparecer en los listados. “Hatred” de alguna manera fue una de las representaciones más claras de la división que se empezaba a originar en todo estamento de la sociedad: “políticamente incorrectos contra moralistas”. Por supuesto, esta línea de Mason-Dixon solo existe en las afiebradas mentes de adolescentes y adultos blancos que ven en cualquier reclamo justo una amenaza a su realidad diaria. El caso de “Hatred” ni siquiera fue un reclamo. Podríamos señalar de manera jocosa que el suceso no es mas que una práctica netamente capitalista y liberal: una empresa actuando como se le antoja (para bien y para mal).
El regreso del videojuego al greenlight abrió una grieta con varios matices que en la actualidad se vuelve a presentar en forma evidente con otro videojuego que sostiene su posibilidad de éxito en el valor del shock: “Riot Control Simulator”.
Riot Control Simulator o la degeneración del debate
Se explica en el nombre la premisa de este nuevo fichín anunciado para varias plataformas: sos un oficial de infantería encargado de controlar e infiltrar manifestaciones que ocurren en un país democrático atravesado por diferentes situaciones políticas y económicas. La gacetilla publicada en inglés en Steam por los devs indica:
“Tu trabajo es mantener segura a la gente de tu ciudad por sobre todas las cosas. Las protestas suceden todo el tiempo. Esta vez, pasa algo diferente. El país está cambiando y la gente está tomando las calles (NDelA: noten como se repite “gente” y “gente” porque el nivel sociológico de este videojuego está claro desde el vamos). Cuando la frustración crece, el país entero sufre. En cada gran ciudad explotan las protestas. ¿Crees que las podes detener? A pesar de la dictadura (NdelA: ¿No era una democracia?), tenes un trabajo que hacer. Después de todo, la ley es la ley.
Tomar control de la multitud enfurecida es una tarea difícil (…). Las autoridades quieren reprimir a cualquier costo. Podes utilizar un cañón de agua y hasta un tanque. ¿No será mucho?”.
Agrega aparte “Decisiones morales por tomar”, lo cual implicaría –siendo muy elogiosos- que el videojuego tiene la pretensión de ser algo más que un simulador de represión policial y de poner a los gamers en la disyuntiva de convertirse en un Franchiotti o en ¿qué realmente?
Es lo que toca responder.
La discusión que inició –o reinició- hace más de un lustro con “Hatred” no es la misma. En estos siete años la degradación social e ideológica ha abrillantado sus esquinas más lúgubres. El asesinato de manifestantes y civiles por parte de la policía en gran parte del mundo –pero en EEUU y Argentina con notable difusión- trasladó un debate otrora civilizado al campo de un nivel de fascismo que solo podían permitir los recónditos mas espantosos de internet. Les dejo las opiniones de debates de la era de la salida de “Hatred” con los actuales referentes a “Riot Control Simulator”. Por supuesto son extraídos de sitios distintos administrados de forma diferente, pero la explicación no pierde validez por ello.

Las grietas, palabra de moda si las habrá, se agrandaron y radicalizaron. Particularmente opino que siempre estuvieron ahí y que solo se hicieron visibles gracias al anonimato parcial que internet las redes sociales proveen. No obstante, es un tema debatible si ante la visibilidad y legitimación de ciertos reclamos válidos, no hubo una explosión interna del sector históricamente privilegiado que los llevara a extremar opiniones que ya tenían.
Los vacíos ideológicos
Ni “Hatred” que terminó pasando sin pena ni gloria y apareciendo en sales de Steam por 11 pesos, ni “Riot Control Simulator” más allá de sus ambiciones de debate moral (¿?) revolucionaron ni van a revolucionar al gaming, al arte o a la sociedad. Tampoco es correcto exigirles algo así. Son videojuegos pasatistas que aún codiciando algún lugar microscópico en el panteón de las artes, su origen está atado a la generación de dividendos. Hablando en cristiano: fueron desarrollados para hacer guita y nada más. Es sensato y lo único que le importa a los que piensan de esa manera en un mundo 95% capitalista. Si leemos la opinión de Destructive Creations, los devs detrás de “Hatred”, no podemos por mas que entender a quienes apuntaban y que tanto fueron en su alcance responsables de lo que terminó proyectando:
“En esta era cuando muchos videojuegos se dirigen a ser amables, coloridos y políticamente correctos, tratando de ser una forma de arte superior en vez de solo entretenimiento, quisimos crear algo contra todas las modas. Decimos ‘si, es un juego sobre matar gente’ y la única razón del antagonista para su comportamiento es su profundo odio”.
Un discurso tan edgy que le generó vergüenza a la mochila pintada con Liquid Paper de un fan de Linkin Park, solo pudo ser proferido por el director del videojuego, Jaroslaw Zielinski, que, no sorpresivamente, fue conectado con grupos neonazis y anti islámicos polacos.
¿Cuán sorpresivo sería encontrar relaciones o conexiones similares en Ultimate Games SA o Corpíx Games, los devs detrás de “Riot Control Simulator”? La respuesta es cero. Dato de color: Ultimate Games SA también es un estudio polaco. Los polacos y la derecha, un solo corazón.
Esto no quiere decir que haya evidencias. Pero el ingrediente sorpresa sería nulo porque, en la historia, ambas características están más que relacionadas.
El Shock sin amparo
De muchas maneras, el valor del shock termina reemplazando a los factores que califican a una obra. Esto sucede en todas las artes. Como humanos conformados sociológicamente en ambientes saludables y amorosos, tenemos disparadores que nos atraviesan. Dado que no todos tenemos la suerte de ser criados en situaciones similares, termina siendo evidente que nos afectan y nos emocionan eventos disimiles. Sin embargo, hay un estándar más o menos claro. El gore, el snuff, o el sexo son valores de shock. La política y la religión también. Hay otros desde ya y en muchos casos son utilizados no solo con el fin de “vender” sino también de generar una reacción o análisis de parte del espectador (o gamer).
“Call of Duty” siempre fue una saga de videojuegos bastante clara y ramplona a nivel sociopolítico porque no se debatía nada. No tenía en el público objetivo a personas que se indignaran con una black op destinada a asesinar a Fidel Castro, o la invasión de Vietnam. Su audiencia eran adolescentes blancos yankees sin conciencia de lo que estaban haciendo al iniciar cualquiera de sus secuelas. Disparar y seguir. Eso es todo.
El valor del shock es una suerte de variante interna del mercadeo de un producto que desde el vamos, no va a destacar por algo extra. Tal vez podría, pero no es de su interés o peor, de su conocimiento, y entonces requiere en la previa, apuntalar una polémica que va a ser central y superior al objeto de venta en sí. Pocas personas recuerdan una canción de GG Allin y aún menos son las que en 1992 podían explicar el argumento de Mortal Kombat. Cuando el producto tiene un sustento real y sus creadores lo conocen y les interesa, ese shock value inicial utilizado para popularizarse, puede ser subvertido.
Mortal Kombat no es una de las sagas de fighting games mas populares de todos los tiempos porque supo vender las fatalities y se aprovechó de las organizaciones de papis cristianos de la era neoconservadora. GTA no es el producto artístico más vendido de todos los tiempos porque podes atropellar personas. Podría citar decenas de ejemplos. La popularidad de los productos tiene que sobrepasar SIEMPRE el valor del shock que contengan en su promoción. La opción es dedicarse a morir en la ignominia como sucedió con el “Hatred” que aparte de su “rebeldía ante lo políticamente correcto” no tenía nada decente que ofrecer.
Las posibilidades de que suceda exactamente lo mismo con “Riot Control Simulator” son altas desde el vamos. A nivel gráfico, lo que se reveló parece un videojuego de dos generaciones atrás. Entendiendo que un fichín no es automáticamente BUENO por tener calidad audiovisual de excepción, tampoco es que supura calidad en los otros apartados.
Por eso mismo es que se balancea en su valor de shock para vender. Es un videojuego que con certeza solo puede interesarle a ese sector de gamers de ultraderecha, o sencillamente nazis, que está muy presente y muy vocal desde el Gamergate. No son ni por asomo un número que vaya a hacer de “Riot Control Simulator” el éxito que fueron otros videojuegos.
¿Pero habría sido publicitado como lo fue (¿existiría este análisis?) de no haber tenido una premisa así?
No es un producto que supere su valor shockeante. Es shock value hecho producto.
De la grieta para allá.
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La ilustración de portada por Maru Mendez
De este lado de la grieta, morteros. De arriba no se la van a llevar.
Que poco profesional aprovechar estos temas para meter zurdaje y palos a los que piensen distinto, como si ser capitalista o de derecha estuviera mal (soy más de centro, no un extremista).
Una lástima porque Press Over demuestra calidad pero con este tipo de personajes tira todo por la borda. Hablamos de videojuegos, que ganas de cagarla metiendo ideologías. Así sólo generan rechazo, y menos mal que otros integrantes van por otro lado. Pero habría que cuidar el conjunto para no perjudicar al resto tocando temas a lo «edgy» como dice. La verdad, insoportable entrar a leer algo y encontrarse con esta propaganda forzada, aprovechando un juego igual de forzado.
La ideología lo atraviesa todo, pa. Y si no tenemos la capacidad de darnos cuenta de eso pensando que podemos poner todo en casilleros separados, nos falta inteligencia.
Pressover tiene este estilo hace mil, no van a cambiar por un comentario tuyo, hay mucha más gente que le encantan estas notas que los que se quejan porque no tienen ganas de leerlas, si no tenés ganas no las leés, es re fácil.
Slds
Todo tiene ideología, gil. Si a vos solo te parece ideología el «zurdaje», y todo el resto lo pasás por alto, es porque estás decidiendo no ver muchas cosas.
Buen texto. Me hiciste acordar al escándalo de Rape Day hace un par de años, mismo juego repulsivo e hiriente sin ningún valor más allá de su concepto horrible.