El sábado pasado estaba maratoneando la serie de Netflix Lupin cuando hubo algo que me hizo sentir un no sé qué hacia él. Al comienzo lo confundí con lástima, luego con una angustia empática. Para cuando me había caído la ficha casi diría que me comí la primer temporada festejando los robos y huidas de un delincuente. Y yo, que soy artista en mis ratos libres, puedo imaginar la angustia terrible que representaría la desaparición de una de mis obras (pueden ver todo en Instagram y Twitter).
Esto también me sucedió esperando la última temporada de La Casa de Papel o con Star Wars, por solo mencionar un par. Cuando me di cuenta, el gran porcentaje de personajes que me resultaban interesantes eran villanos o antihéroes. Y para peor, no era la única persona a la que le sucedía algo similar. ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que tienen esta clase de personajes que generan en nosotros una atracción especial? Acompáñenme a desarmar el rompecabezas que componen y entender el misticismo que los rodea.
IMPORTANTE: En ningún momento vamos a justificar al villano ni compartir sus métodos o propósitos. No estamos a favor de ningún tipo de violencia o actos similares.
Categorías de villanos y antihéroes
Los villanos son como los colores, hay para todos los gustos. Están desde aquellos individuos psiquiátricos que solo quieren ver el mundo arder, a otros más equilibrados que buscan llevar a cabo un plan. Pueden obrar solos o tener ejércitos de esbirros y lacayos a sus órdenes. Pueden ser simples humanos o criaturas que poseen habilidades. Pero también hay una delgada línea donde existe un híbrido entre éstos personajes y los héroes: los antihéroes.
Categorizaremos a los villanos según el sistema de alineamiento moral y ético que el queridísimo Gary Gigax presentó en Dungeons and Dragons: legal malvado, neutral malvado y caótico malvado. Es importante aclarar algo antes: las causas que justifican el surgimiento de un villano no tienen relación alguna con el sistema de alineamiento mencionado. Voy a agregar algunos ejemplos para facilitar la comprensión. Y no, en ninguna lista incluiré monstruos tales como Xenomorfos o criaturas cuyo antagonismo pueda ser explicado como una especie agresiva o algo similar. Por eso arranquemos primero con…
El antihéroe (o caótico bueno)
Como se lo conoce al personaje que busca hacer lo correcto pero evitando respetar las leyes o condiciones de un sistema del que es parte. Al estar en una zona gris, su postura de hacer el bien roza con un egoísmo que justifica los medios. A diferencia del héroe convencional que suele ser más correcto, el antihéroe tiene fallas, dilemas morales y comportamientos que no son dignos. De ésta manera posee actitudes violentas, crueles, antiéticas o contrarias al orden social, pero que al fin combaten el mal. El antihéroe puede buscar venganza contra personas u organizaciones viles y no por una causa que lo convierta en un villano en sí. Por lo tanto no cuenta como tal pese a que sí posea algunas características de ellos. Ejemplos: Spawn o Deadpool en los comics, Alucard (Castlevania) o Dante (Devil May Cry) en los videojuegos.
El legal malvado
El concepto de legal malvado aplica a uno que respeta un orden ético dentro de su vida. Mediante un conjunto de dudosos códigos morales, el legal malvado obedece ese sistema del que es parte puesto que es un eslabón más. Puede responder a alguien o algo superior y normalmente cuenta con un respaldo de gente o cosas que afianzan mando en dicho lugar. A veces incorporan conceptos sádicos pero “regulados” como el caso de asesinar únicamente a quienes se opongan. El concepto de matar es aberrante pero este personaje solo lo aplica en determinados casos. De esta manera vive e impone un orden de reglas que él dicte o que le imponga un superior. Ejemplos: Bowser (Mario Bros), Andrew Ryan (Bioshock) o Darth Vader (Star Wars)
El neutral malvado
A diferencia del legal malvado, el neutral representa un concepto más egoísta e individualista. Rige sus acciones sin respetar un código, intenta conseguir aquello que necesita para sí mismo. Se vale de mentiras, engaños e incluso sacrificando a sus propios compañeros de ser necesario. Reconoce las leyes pero no las respeta ni toma un bando específico más allá del de su propio beneficio. Esto último no significa que no pueda aliarse momentáneamente a un grupo de gente que lo ayude a perpetrar un objetivo, si no que evita convertirse en la cara visible de una organización. Suele aplicarse a un arquetipo de antagonistas más genérico como simples delincuentes pero también puede utilizarse para referirse a personajes más importantes o inteligentes. Ejemplos: Albert Wesker (Resident Evil), Revolver Ocelot (Metal Gear) o Big Smoke (GTA San Andreas)
El caótico malvado
Finalmente, el caótico es aquel que solo busca sembrar destrucción por amor al mal mismo. Suelen representar un torbellino de sentimientos negativos y pasiones desmedidas. Es un ser impredecible, lejos en todo sentido de alguien que respeta las leyes o un sistema del que pueda ser parte. El caótico hace daño por amor al concepto del mismo daño. De actitudes psicópatas que suelen rozar lo mas salvaje de la mente. Es explosivo y su compostura es frágil, llevando una situación determinada a otra completamente trágica en pocos segundos. Ejemplos: Joker (Batman), Gary Smith (Bully) o Carnage (Spiderman)
El punto de vista de la redacción
Ahora que entendemos que los villanos se clasifican en grupos como organizados, neutrales o impredecibles, pasemos al hecho de cómo “engrandecen” su figura gracias a la perspectiva de la historia. Para esto vamos a dividirlo en dos partes, siendo ésta la primera y la segunda el siguiente título.
Cuando hablamos de Lupin por ejemplo, nos enfocamos en la historia de un ladrón de arte que a su vez es miembro de una familia disfuncional. Si desarmamos el personaje encontramos que esos dos elementos marinan a la perfección. Un delincuente de éste tipo puede darnos infinidad de aventuras, pero no mucho más. Por eso entra en juego el segundo elemento que busca transmitirnos la empatía de una persona desdichada. Ahí volvemos al primer elemento que, al dedicarse a algo tan complejo como el robo de una pieza de arte protegida, nos deja sorprender por los trucos que utiliza para conseguirlo. Estas dos cosas -la empatía y el ingenio- son los que nos llevan a que olvidemos que en cuestión está cometiendo un crimen.
Lo mismo pasa con Peaky Blinders; nos involucramos tanto emocionalmente en el día a día de los miembros de la familia Shelby que casi pasan desapercibidas las andanzas de un grupo mafioso. Incluso basta que uno salga herido para preocuparnos por su salud. Esto aplica a un sinfín de casos, como lo son también cuando celebramos el atraco a la casa de Moneda y Timbre en la Casa de Papel o el desenlace de Loki en el universo Marvel entre otros ejemplos. Y así nos mantenemos hasta el momento donde aparece el antagonista, en éste caso es la policía o un detective.
Terminamos odiando casi sin darnos cuenta a esos personajes que desde otra perspectiva serían los héroes de la situación. Entonces la vorágine de emociones que compartimos nos lleva a celebrar como se frustran los planes del bienhechor puesto que, como sabemos desde el momento uno, estamos consumiendo algo que protagoniza un malo. Y por eso es que pasamos a la segunda parte de…
El villano como el más humano de los personajes
Una vez leí en algún lado que “cuando se es chico se defiende al bueno, pero cuando uno crece se entiende al malo”. Lo acepto; no lo justifico, pero lo acepto. Siempre hay algún villano que en su historia nos empapa los ojos de lágrimas o nos da a entender que fueron las situaciones de su vida las que lo forjaron en dirección contraria a lo que él mismo hubiera querido. El villano es quizá el personaje más humano dentro de la historia. Y digo quizá porque obviamente hay personajes que, como vimos más arriba, solo piensan en sí mismos o quieren ver el mundo arder. Esto tampoco significa que el único villano entendible sea el legal malvado. Vamos a unos ejemplos.
Cuando Anakin cede al lado oscuro para convertirse en el ejecutor del nuevo imperio galáctico, lo hace por un motivo: el miedo. Miedo generado por ser un niño esclavo separado de su madre que luego ve morir. También por encontrarse de golpe rodeado de gente que proyecta mucho en él. Finalmente por perder a la única persona que ama. Walter White (Breaking Bad) se convierte en el mayor productor de metanfetaminas cuando asume que morirá producto de una enfermedad y sin un respaldo económico viable. Hablamos de miedo en menor medida y más de necesidad en éste caso, necesidad que pone en vista la angustia de saber que la muerte es inminente.
Sepiroth (Final Fantasy VII) inicia su vida como uno de los mejores miembros del proyecto JENOVA, pero luego se entera que su vida ha sido una mentira al descubrir que desde su concepción es un experimento. Sus grandes habilidades lo llevan a caer en el orgullo y convencerse de que es mucho mejor que los demás. En estos tres casos vemos valores negativos, atributos que difícilmente encontramos en un héroe. Parece algo tabú mostrar un ídolo víctima de los sentimientos más humanos posibles. ¿Quién no ha tenido miedo, necesidad, u orgullo?
Es cierto que quizá esto no nos lleva a hacer daño, pero no deja de estar en nuestra vida cotidiana. El villano suele no tener timidez en mostrar la angustia de sus planes frustrados, la ira de algo que marcó su vida o el dolor de perder algo o alguien importante. No suele vestir un traje impoluto blanco ni su rostro suele quedar libre de cicatrices en varios casos, pero es su inocencia, su espíritu o su esperanza las que han sido dañadas.
Son algunas de estas cosas las que hacen que el villano suela -y remarco- SUELA tener una postura menos idealizada de las cosas y más práctica, justificada por una vida más dura. Si bien hay casos de héroes o antihéroes que han tenido orígenes difíciles como muchos villanos, estos últimos no siempre son personas que han nacido malas. Son productos de decisiones equivocadas o momentos difíciles. El villano, en resumen, no es más que producto de sus propios sentimientos negativos.
La redención del mismo como un reflejo de crecimiento nuestro
En la literatura tradicional el concepto de arrepentimiento de un villano se conoce como arco de redención. La misma puede tener éxito si el personaje en cuestión expía sus culpas mediante alguna acción, o ser fallida si el lado ruin nubla su postura y lo mantiene igual. El éxito o fracaso del mismo arco se utiliza como recurso narrativo para transmitir un mensaje distinto en cada caso. Para este análisis vamos a quedarnos con la situación de una redención exitosa. Algunos escritores mantienen que este arco de redención solo es posible cuando se trata de un villano que antiguamente fue un héroe y que perdió el camino, alguien que aún tiene condiciones para volver a ser bueno.
Ciertos estudios literarios afirman que para que la redención cumpla su cometido debe existir un profundo conflicto interno. Este conflicto puede abarcar la consciencia que lo castiga por sus acciones (por ejemplo darse cuenta de cuán lejos ha llegado en su accionar), o estar relacionado al elemento que lo ha convertido en infame (por ejemplo vengando a su pareja a quien imagina triste viendo en lo que se ha convertido). En la redención el villano comprende lo grave de sus actos y lo mucho que se ha torcido su rumbo. Deja de lado una postura firme que hasta el momento lo definía y comienza una transformación que lo endereza.
Algo similar encontramos en “el viaje del héroe” un concepto de Joseph Campbell que aplica a varias de las obras de literatura clásica. En la misma aprendemos que el personaje tiene una etapa denominada abismo que abarca su muerte y posterior resurrección que desencadena su expiación o transformación. En esa etapa de resurrección se ahonda la muerte del “viejo yo”, quien era antes de todo este proceso de cambio, para salir purificado. Si bien hablamos de héroe, justamente ésta parte del ciclo mencionado posee algunas similitudes que vemos en ambos lados.
Ahora bien, quizá nosotros no somos villanos y quizá no tengamos nunca un momento de redención tal como hemos visto en videojuegos y películas. No obstante sí tenemos momentos donde nos percatamos de que hemos obrado mal con alguna persona o en cierta situación y hasta sabemos lo difícil que es reconocer eso. El simple hecho de tener la madurez suficiente para entender que pudimos habernos equivocado es lo más parecido a ésta redención. Incluso el hecho de pedir disculpas o enmendar el error concreta el arco en sí.
En conclusión ¿Por qué nos seducen?
Hasta este punto encontramos desde una clasificación de villanos hasta una lista de posibles orígenes que fundamentan su accionar. Para tratar de entender por qué estos personajes nos han conquistado desde hace años solo encuentro una posible razón: están íntimamente relacionados con nosotros, con nuestros errores y deseos más oscuros.
El psicólogo Carl Jung en su ensayo “Aion” de 1951 dijo “La sombra como arquetipo en la psicología es aquella personalidad oculta, reprimida, inferior y culpable, la fuente de todo mal”. En cuestión, Reflejamos en éstos personajes los aspectos negativos y reprimidos de nuestra propia naturaleza dado que como miembros de una sociedad, respetamos leyes éticas y morales.
El villano, como un ser de ficción, puede decir y hacer lo que nosotros sabemos que está mal. Desafía el sistema que a veces sentimos injusto hacia nosotros. No busca quedar bien si no encontrar la satisfacción de que ha concretado aquello que anhelaba desesperadamente. Como dijo el gran Stephen King: “los monstruos son reales, viven dentro de nosotros y a veces ganan”. Personalmente creo que no se trata de cuánto hemos perdido en la vida, si no de cuanto nos queda, porque al final hacer lo correcto va a ser correcto aunque solo lo hagamos nosotros.
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