Hace poco mas de un mes y medio, con ocasión de la conmemoración de otro 24 de marzo, no fueron pocos los comunicadores gamers y, gamers a secas, que se pronunciaron al respecto. El grito de “Nunca Mas” fue unánime. Claro que cada persona vive en micromundos donde suele rodearse de gente que, en general, piensa parecido. Y si no es así, al menos conectan el rechazo a lo mas horrendo.
La visión negativa de este espacio que frecuentamos, por lo menos en su vertiente ideológica, nos fuerza a expresarnos de una manera que no es común. Al menos a priori. Que sirvan estas palabras al soldado anónimo. Al gamer solidario.
Gamers solidarios en Facebook
Fue más o menos en julio del 2014 que se dio la charla en un chat grupal de Facebook. Una decena o más de personas discutían a diario sobre los diferentes grupos bajo su administración, el “Retroverse” (patente pendiente). Una coalición protegida por un mismo paraguas. En el grupo de gaming, un miembro había hecho un posteo sobre un torneo de Mortal Kombat 9, el aún por esa fecha muy popular fighting game. Manuel llevó el posteo al chat comentando “que lindo sería armar un torneo de MK”. Claro, aparte de todo, Manuel era (es) un fan absoluto de la saga. Leonardo le respondió directamente, en un chat personal entre los dos: “¿Y que necesitamos?”.
Así comenzó.
Leonardo primero reactivó una relación con el administrador de Tecnobar, Norberto, según Leonardo, una excelente persona incluso a nivel ideológico, que les ofreció el extraño recinto (una mezcla de bar, fast food y cyber de alto nivel). Luego se sentó a tomar un café con el dueño de Gamercraft, Damián, con el cual cerraron un acuerdo para unos premios, y finalmente se reunió con los encargados de RRHH de la empresa donde trabajaba. ¿Con qué fin?
Cuenta Leonardo:
“En mi mente, hacer una movida así implicaba una consecuencia. ¿Para qué organizamos un torneo de Mortal Kombat si no queda algo después? Entonces, en discusión con el resto de los administradores, decidimos que el torneo fuera solidario. Que cada persona que asistiera, participante o no participante, donara un alimento no perecedero. Honestamente, también era la única manera de conseguir todo gratis, porque no teníamos fondos para pagar nada. Apelar a la conciencia de los involucrados. A que asistieran gamers solidarios, también, desde ya. Porque imagínate hacer una movida así y que después no vaya nadie. Siempre sufrí esa idea de fracasar. Por suerte, salió bien”.
Al primer torneo de Mortal Kombat 9 asistieron más de 100 personas que llenaron por completo el espacio no tan amplio de Tecnobar. Las donaciones fueron alrededor de 10 bolsas grandes de residuos, llenas de alimentos. Algunos de los miembros históricos del grupo de gaming donaron cientos de pesos en alimentos no perecederos. Pero nadie dejó de aportar.
Velocidad para ayudar
Eric Koziel, cita como inspiración un evento de caridad realizado en el 2007 por un grupo humorístico para lo que terminó siendo “Games Done Quick”. GDQ es una convención física y también virtual (via Twitch) devenida en proyecto creado por Mike Uyama en el sótano de su casa. En la convención se reúnen especialistas de los speedruns en donde ya sea por métodos legales o semi non sanctos (vía glitches) intentan pasar videojuegos lo mas rápido posible. Los fondos que se originan con estas reuniones, que son una o dos por año, se destinan a diferentes campañas. Investigación de curas para el cáncer, investigación del autismo, o doctores sin fronteras. También se han hecho maratones especiales por alguna tragedia específica, como el tsunami de Fukushima, el huracán Harvey o mas recientemente, el COVID-19.
Dice Matt Merkle, director de operaciones de GDQ:
“Mike quería hacer algo con su pasión y ese algo era caridad. Ama la misión de jugar videojuegos por una buena causa y mostrar que hay un lado bueno en el gaming en oposición a algunas de las noticias que se suelen leer al respecto. Desarrollamos un tracker de donaciones para que los donantes confíen en que su dinero no esta siendo malgastado. Va directo a las caridades. Y todos son voluntarios. Los jugadores y las personas que nos ayudan a organizar los eventos.”
Tal vez noten como se repite un discurso. En primer caso el de la voluntariedad. No es poco. Las personas que donan su tiempo libre para sostener un evento en la cual no recibirán más ganancia que la sensación de bienestar de haber hecho algo notable. En segundo caso, que es el eje del debate, hacer algo para demostrar que tu ecosistema no está totalmente podrido. Porque ahí hay un dolor personal que tenemos todos los que estamos del otro lado. Saber que hay putrefacción corroyendo las entrañas mismas del hobby. Y no se puede batallar quedándose de brazos cruzados mirando el horizonte y twitteando cada tanto sobre el asunto. Es menester moverse.
Hacer cosas.
Un 8 de marzo distinto
Tras la explosión del movimiento #MeToo se puso en evidencia a nivel mundial una problemática que nadie desconocía pero que muchos preferían no ver. El acoso sistemático, el abuso, el régimen espantoso al que son sometidas las mujeres a diario en cualquier ámbito. Laboral, familiar y por supuesto, en el de sus hobbies. Toda la pátina moralista del GamerGate, visibilizada como escenario de fraude periodístico (!), escondía detrás un simple caso de misoginia clásico. Hombres predominantemente blancos adolescentes y no tanto tratando a un medio periodístico de fraudulento. Tal vez Kotaku lo sea, pero nada tiene que ver en el tema la relación entre un periodista y una desarrolladora. El GamerGate dio luz a esa sección nefasta de la población masculina que sentía invadido un espacio que jamás le perteneció.
Gracias en buena medida al #MeToo o al vernáculo #NiUnaMenos el movimiento feminista volvió a erigirse con fuerza luego de un silencio mediático de casi dos décadas. Y el mismo alcanzó por supuesto al ámbito del gaming y por consiguiente a sus comunicadoras que fueron ganando más y más espacios en medios grandes, medianos y pequeños. Así en el aire, no parece mucho. Sin embargo, es enorme cuando las comunicadoras y periodistas de distintos espacios –en muchos casos, tal vez competencia- se reúnen como lo hicieron el 8 de marzo en el canal de Twitch de Press-Over y charlan sobre sus experiencias en el espacio del cual son parte.
Y es aún mas relevante cuando de esos momentos se construyen nuevos espacios y relaciones dentro de un colectivo que busca unificar criterios de lucha, inclusividad y destrucción de antiguos y enmohecidos paradigmas. La solidaridad en este caso pasa por abrir un canal con personas del género que ha sido sistemáticamente apabullado y desprovisto de sus derechos más elementales. Hay un futuro.
El periodismo debe hacer mas
Es fundamental entender que el gaming es un hobby caro y por ende, accesible a cierto sector de la población históricamente desclasado, individualista y por ende difícilmente solidario. Las excepciones existen (existimos) y tenemos que demostrar con mas que palabras que hay una reacción a esa historicidad. Es una labor que nos debemos.
Dentro de éste, que es uno de los entretenimientos que mas ganancias producen, hay muchas muestras de solidaridad, clasismo, inclusividad, y porque no, amor. Muchísimas. De diferente alcance, nivel o destino. Podría nombrar al proyecto “Games for Love” o a la web “Humble Bundle”. Podríamos destacar otros eventos y torneos con fin solidario que se hicieron en el país como el Torneo de Ultra Street Fighter IV que hicieron conjuntamente los integrantes del Retroverse con integrantes del un grupo de fans de Street Fighter.
Hay ejemplos a diario, muchas veces poco visibilizados.
Resume Leonardo:
“Luego del primer torneo que todos consideramos que fue un golazo, invitamos a todos los medios gamers que conocíamos para el segundo torneo que hicimos en diciembre. Solo tres meses tras el primero. La idea era que vinieran, vieran la organización y se decidieran a cubrirlo de alguna forma para que los próximos fueran aún mas exitosos. Mas éxito, mas personas, mas donaciones. Nadie se llevó jamás un centavo de esos torneos y fiestas. Parece mentira que haya que remarcarlo porque tampoco hubiera estado mal que hiciéramos alguna ganancia mínima con la cual cubrir gastos. Solo cobramos una vez una entrada simbólica de 50 pesos para cubrir el costo de un premio.
Aparte de un muchacho que hacía un podcast por esa época, ningún otro medio vino. Ninguno. Ni chico, ni mediano, ni grande. Pero claro, el tema es que nosotros no teníamos presupuesto para comprarles sanguchitos de miga.”
Como redactor para otros espacios me tocó ir a algún evento organizado por empresas grandes como EA, o Disney o algún oscuro servicio de streaming. No sorpresivamente, a esos eventos asistían desde el periodista de gaming de diarios de alta circulación hasta el ñato que hace streams para 15 cristianos. Lógico, la mayoría de esos eventos tienen regalos, muestras y mesa dulce. Con que poco.
Es el camino que hacen los periodistas del medio para mezclarse con personas del sector. “Son decisiones” diría cierto director técnico en la cuerda floja.
No obstante, como colectivo no podemos poner el grito en el cielo durante fechas específicas y hacernos los boludos el resto de los días del año. Tenemos que ser el ejemplo de la industria y el hobby que deseamos. Como mínimo aquellos que el 24 de marzo estuvimos hablando del tema. Y no fuimos pocos.
Es también labor nuestra construir espacios inclusivos donde se puedan formar gamers solidarios que rechacen esas doctrinas de odio, exclusividad, gatekeeping, racismo, misoginia y discriminación que propone un buen sector incluso del gaming profesional.
Un lugar donde el gamer solidario sea la norma y nunca más la excepción.
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La ilustración de portada por Maru Mendez