¿Quién soy yo para intentar determinar el éxito de Minecraft? Me pasa un tanto con otro fenómeno de especie similar pero de otro arte: Naruto. Expresiones que automáticamente repudié como un imbécil y que solo comprendí cuando por razones externas me vi obligado a consumir.
En el caso del videojuego, esa razón externa tiene nombre y apellido y se los puse yo. Fue, para variar, mi hija.

Mi Creación
En el séptimo día Dios descansó. No fue el caso de quien escribe que desde que su hija conoció la creación de Magnus Persson , aka Notch para el piberío, se vio envuelto en un torbellino de construcciones, biomas y mundos diversos día tras día. Tiene algo Minecraft que fascina a una enorme franja etaria. No es algo concreto. Es el combo de todo eso. Me veo tarareando las suaves melodías de Daniel Rosenfeld y Lena Raine cavilando en silencio.
¿Qué carajo es lo que les atrae tanto?
Mi Creación (mi hija) es aún muy pequeña como para intentar retratarlo. En edad de preescolar, le faltan los recursos para intentar explicar que es lo que la conquistó. Cada tarde, después de la escuela, nos pide a sus padres que nos sentemos con ella a jugar. Naturalmente accedemos.
Primero fue en la PC con una versión non-sancta y en modo creativo. Rápidamente le tomó la mano al mouse y teclado y gracias a youtubers minecrafteros aprendió a minar recursos, construir objetos útiles y armar su refugio nocturno. Cuando algo no le salía, pedía ayuda. Semejante embrujo diario me llevó a tomar una decisión arriesgada: adquirir el título en su versión de PS4. Nunca me voy a recuperar de tamaña inversión. Pero demostró ser acertada.
En PS4, aparte de jugarse con control lógicamente, existe la opción del couch co-op. Minecraft en familia a pantalla dividida.
Ahora sí. La comprensión estaba en camino.

Lo Creado
Tras descubrir como jugar de a dos y los cambios de jugabilidad por el Dualshock, nos mandamos a un bioma bastante normalito de bosque con lagos. La peculiaridad venía porque lo pusimos en modo supervivencia. Las noches ya no iban a ser pacíficas en “Mundo Mishimushi” (así lo nombró). Una miríada de muertes después, entré en la zona que jamás había comprendido.
Incluso antes de ser padre, cada tanto Youtube me sorprendía con videos de personas haciendo lo imposible en Minecraft. No estoy hablando de grandes construcciones como los dementes que hicieron la Tierra Media, o King’s Landing. Tampoco del que hizo el mundo del Cyberpunk 2077, o Minas Tirith. Ni siquiera del desocupado (¿?) que recreó la tierra en escala 1:1500. No.
Me refiero a los que expandieron los límites de lo entendible y diseñaron un Sonic con las herramientas del videojuego. Los desquiciados que utilizaron redstone para introducir el concepto de electricidad y generar una computadora virtual QUE FUNCIONA. Esos hermosos trastornados que inventaron un iPhone funcional. A los locos lindos que construyeron un Game Boy totalmente utilizable y corrieron juegos dentro de Minecraft.
Todo aquello, alejado por completo de mi capacidad, me maravillaba. Sin embargo, eso era Minecraft en mi mente. Un videojuego creado por un demente enormemente capaz para otros dementes cortados con la misma tijera. Considerándome un nulo total, no tenía ningún atractivo ese universo de bloques cúbicos. Incluso habiendo sido, de infante, un ávido constructor con Rastis (la versión hiperinflacionada de los Legos).
La zona de repente aparecía iluminada por una decena de enormes fresneles de 1000 watts. Con mucho esfuerzo –y la wiki a mano- conseguimos suficiente madera y adoquines para armarnos una casita lo bastante sólida como para no desaparecer ante la explosión de un molesto creeper.
Mas tarde fue hora de llenar nuestro hogar con el mobiliario esencial: la cama, la mesa de crafteo, el horno, y los cofres. El primero de ellos, la noble cama, se complicó bastante porque nuestro bioma estaba extrañamente desprovisto de ovejas de donde minar la fundamental lana. Necesitábamos seis unidades de la tela para hacer dos camas. Era eso o pasar largas noches en vela asediados por las apariciones que encima, varias de ellas, merodeaban hasta bien arriba el sol.
Finalmente, tras extensas jornadas de trabajo, conseguimos todo.

Lo Creativo
Casa digna, buen entorno, y suficientes recursos. No falta nada. Tierra para sembrar, arena para hacer vidrios, adoquines, hierro, cobre, carbón, carne, andesita, diorita, semillas, tinta. Y por supuesto, cada herramienta necesaria para avanzar y sobrevivir en ese ambiente hostil.
Las espadas no nos evitan volver corriendo al refugio apenas se asoma el crepúsculo. Somos, a fin de cuentas, respetuosos de las amenazas.
Esqueletos arqueros, creepers, zombies (y zombies pigman), endermans, arañas, saqueadores. Todos y cada uno de ellos han regresado cada noche a expulsarnos del bioma y hacernos respawnear sin nuestros recursos. La sucesión de ataques propició un comportamiento traumático de hija y padres que automáticamente reservamos todo en los cofres. Por miedo.

El sentido exploratorio que Minecraft favorece y propone me ha hecho descubrir cofres secretos y portales llenos de recursos raros que, como una hormiga, atesoramos para momentos de zozobra.
Cada mañana, cuando el brillo solar oculta los pánicos, salimos armados a eliminar las alimañas sobrantes. Llevamos a los creepers a una distancia cautelosa para que exploten como dinamita en las regiones que nos interesa explorar sin desgastar los picos. No siempre funciona y entonces nos vemos con un hogar que podría haber sido escenario en “El Pianista”. Pero es lo de menos porque eso nos permite redecorar y repensar como lograr un edificio más sólido a las amenazas.
Eso es el juego para nosotros. Y es entretenido.
En el ínterin, somos nosotros quienes interrogamos a la primogénita como se hace tal o cual cosa. Porque ella SABE.
En su camino a ser gamer (tal vez, lo decidirá ella) ha descubierto lo que es el pan de cada día para todos nosotros. Jugando y viendo jugar a otros, se aprende, se disfruta, se mejora y se evoluciona.
Toma un celular y dice: “google, videos de minecraft para niños” y Google, en su robótica y distópica comprensión le devuelve una millonada de producciones de youtubers explicando absolutamente todo. Y ella luego nos explica a nosotros. Y así, nos divertimos todos.
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